“La sentencia de La Manada ha sido una violación múltiple a todas las mujeres de este país”

Entrevista a Isabel Valdés, autora de Violadas o muertas

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Foto: Carlos Rosillo.

Escribir es vomitar el enfado y la rabia, es hacer un ejercicio de exorcismo con el que sacar todo lo que nos duele y nos quema por dentro para hacerlo pedazos y de paso confesar y gritar al mundo que hay límites que nunca pueden pasarse ni permitirse. Y justo esto es lo que ha hecho Isabel Valdés con su libro Violadas o muertas. La periodista, tras el hartazgo y el escándalo por todo lo que ha traído consigo el caso de La Manada, ha volcado en sus páginas el devenir de dos años que han dejado claro que vivimos en un país en el que los jueces no escapan al patriarcado y sentencian a las mujeres a la más absoluta desprotección. “Lo escribí porque un buen amigo me lo propuso y me pareció absolutamente necesario contar lo que venía ocurriendo en los últimos dos años. La sentencia fue la guinda de un enorme pastel que era mitad basura, mitad terreno ganado. Poner las cosas en perspectiva, sobre papel, dejaba constancia de una lucha imparable, y también de una especie de contrafuerza que tampoco se cansa de ponernos zancadillas cada vez que puede. Y, con cada capítulo, el futuro me pareció más claro: solo podía ser con nosotras dentro”, nos cuenta.

¿La sentencia de La Manada ha sido una violación múltiple a todas las mujeres de este país y del mundo?

De alguna forma, sí. La sentencia ha supuesto un parón en el avance de la lucha contra la violencia sexual, y un bofetón a esa lucha. En los delitos sexuales la impunidad es algo que no nos podemos permitir y, de alguna manera, la decisión de los jueces coló esa idea, como también dejó pasar otra: la tibia credibilidad que se otorga a la víctima, algo que no es nuevo pero que en este nuevo panorama ya es insoportable e intolerable. No fue tanto la pena, nueve años, como llamar abuso sexual a lo que los hechos probados describen claramente como una violación, es decir, una agresión sexual. El voto particular, tan humillante, tan vejatorio y tan vomitivo, terminó de rematar la decisión judicial.

Y ahora, esta libertad provisional que se ha otorgado a cinco hombres condenados a nueve años por unos hechos que se consideran acreditados —obviamente por eso fueron condenados— es algo que primer nos dejó con la mandíbula desencajada, y luego con una indignación, una rabia y una tristeza creciente. Hay delitos para los que la libertad provisional no debería ser la norma; decía el otro día Amelia Valcárcel que ella no tenía ningún respeto por las decisiones judiciales que no lo merecen. Estoy absolutamente de acuerdo con ella. Los argumentos de los jueces son tan peregrinos que parecen una broma, por un lado. Por otro, esto filtra un mensaje muy peligroso, el de que sale relativamente barato violar a una mujer (y grabarla y humillarla y jactarse de lo que hicieron y volver a vejarla incluso dentro de la cárcel, con aquella carta a la víctima que escribió uno de ellos y que algunos medios reprodujeron convirtiéndose en cómplices) y ese ‘in dubio pro reo’ que también argumenta la sentencia se convierte aquí en una especie de anteposición del violador a la violada. La violación del cuerpo de una mujer, de su vida, de su futuro, debería mirarse, analizarse y juzgarse con esa perspectiva de género de la que todos hablamos, que parece tan obvia y que, sin embargo, es prácticamente inexistente en el ámbito judicial.

“Hay delitos como este para los que la libertad provisional no debería ser la norma”

¿Ha llegado el momento de dejar de estar arrodilladas y amordazadas por el patriarcado para levantarse y alzar la voz del feminismo?

Bueno… No solo ha llegado el momento, es que es inevitable, justo, necesario, obvio. Cuando el feminismo era la voz de las pioneras, poco extendido, al alcance de un grupo reducido de mujeres valientes, el resto de la población podía argumentar desconocimiento. Ahora no podemos cerrar los ojos: nos avalan la realidad, las cifras, los datos, las estadísticas y, sobre todo, nuestro sentimiento y nuestra voluntad de ocupar nuestro sitio, el que nadie debió negarnos nunca. Es obligación para con el futuro de todos, no solo el de las mujeres, que la mitad de la población se posicione con las mismas herramientas, los mismos derechos y las mismas oportunidades que la otra mitad.

¿Cómo crees que se estará reponiendo C. de los 37 minutos que cambiaron su vida para siempre? 

Es muy difícil contestar a esta pregunta. No la conozco y no sé nada de ella. Repasando toda la historia lo único que puedo imaginar es que es una mujer valiente, con las herramientas necesarias a su alcance para seguir con su vida a pesar de tanta mierda como ha tenido y tiene que soportar. Al escribir el libro y hablar con Jorge Barudy, experto en trauma sexual, él tuvo claro que su perfil es el de una mujer resiliente. Me gustaría pensar que esa resiliencia no ha hecho sino crecer y, aunque no se puede sacar absolutamente nada bueno de lo que ocurrió, espero que el inmenso y casi unánime apoyo social la esté ayudando a seguir.

¿Crees que es consciente de la heroicidad que ha logrado siguiendo adelante con el juicio?

Otra vez, no lo sé. Sinceramente, dudo que estuviese pensando en convertirse en una heroína o que haya tenido ganas de pensarlo después. Pero está claro que su decisión de denunciar, de ir a juicio y de recurrir se ha convertido en el ejemplo de una lucha masiva.

A quienes dicen que siempre hay alguna excusa para la intromisión en el cuerpo de una mujer ¿qué les respondes?

No tiene más respuesta que un no rotundo, absoluto y sin fisuras. No hay absolutamente ninguna razón, ninguna, para que alguien invada nuestro espacio físico si nosotras no queremos. Ninguna.

Ilustración de Surimi.

¿Por qué crees que mientras que Nagore no sacó a las mujeres a la calle este caso sí lo ha hecho?

Creo que esto sucedió en un momento mucho más maduro, dentro del crecimiento del movimiento feminista, que cuando ocurrió el asesinato brutal de Laffage. Eso por un lado. Por otro, la multitud de detalles que rodean este caso lo convirtieron en una historia muy mediática. Ella, una chica de 18 años que podríamos haber sido cualquiera; una fiesta como San Fermín, internacional, conocida por todos; cinco tíos enormes que le doblaban el tamaño; un guardia civil y un militar entre ellos; el nombre, La Manada; los tatuajes y los lemas de esos tatuajes; los vídeos, las fotos y las conversaciones, asquerosas, en aquellos WhatsApps; Pozoblanco con su par de vídeos también…

¿Qué le debemos a ambas como sociedad?

Una respuesta justa, no frenar ni un segundo esta batalla, el compromiso para que no haya ninguna Laffage más, que es lo que siempre pide su madre, y que no haya ninguna «ella» más. Si siguen existiendo, estaremos fallando como sociedad, a ellas y a todas.

¿Qué crees pensaría Nagore ahora? 

Espero que viera los enormes pasos que hemos dado y las pocas ganas de parar que tenemos.

¿Aprender autodefensa es la alternativa a la cultura de la violación?

No. La alternativa a la cultura de la violación es la educación, para todas y todos, desde el primer día que nacemos, en casa y en la calle y en los medios y en la escuela, el instituto y la universidad. La educación es la única respuesta.

¿La cultura de la violación anestesia y es colchón en el que duerme la sociedad y todos sus hijos sanos patriarcales?

Por supuesto, engordada y cuidada con mimo por los que no quieren ceder su poder, también por quienes no la ven ni quieren verla, y por quienes la permiten.

¿Las redes sociales han empoderado al feminismo pero carecen de la consistencia filosófica de otros tiempos?

Las redes sociales son canal, no solo de denuncia, sino de intercambio y apoyo. Creo que una y otra cosa no son excluyentes. El feminismo de otros tiempos es el mismo que el de hoy, es el que nos nutre y nos empuja y nos sirve de base para seguir creciendo, aprendiendo y adaptando aquella teoría feminista a la actualidad. Y es bastante fácil hacerlo porque los problemas de base siguen siendo los mismos, si no, no andaríamos en esta pelea. Una cosa es el qué, y es esa consistencia filosófica a la que te refieres, y otra cosa es el cómo, que son las redes ahora. Si por lo que me preguntas es por la alusión que hago al feminismo “mainstream”, sí, en eso te doy la razón. Es obvio que muchas veces el grito feminista en redes está vacío de contenido, de alguna manera, pero como también cuento en el libro, si de las mil personas que un sábado por la noche se ponen una camiseta que pone ‘Todos deberíamos ser feministas’, hay tres que acaban siendo conscientes de que ese es el único futuro y aprendiendo, bienvenido sea.

Si el daño es estructural la solución ha de ser radical ¿por qué gusta tan poco esta consigna?

Porque el mundo ha teñido de negro la palabra radical, la ha vestido con una capa negra y negativa. Los conceptos, el lenguaje, importan. Y marcan, y dotan de un sentido u otro a nuestro mensaje y nuestra perspectiva. Por eso también hay quien todavía cree que el feminismo es lo contrario al machismo. De nuevo aquí entra en juego la educación: el feminismo es la lucha por la igualdad entre hombres y mujeres y radical no es otra cosa que ir a la raíz, al fondo del problema en este caso.

1 COMENTARIO

  1. QUE HIPOCRESIA, AHORA LO POLITICAMNTE CORECTO ES PONERSE EN CONTRA DE LOS CHAVALES DE LA MANADA, ESO SI SIN MEDIR LO QUE SE DICE Y SIN TENER NI LA MAS MINIMA IDEA DE DERECHO. YO ESTOY EN CONTRA DE LA VIOLENCIA MACHISTA , PERO LO QUE NO VOY A HACER ES SALIR EN UNA MANIFESTACIÒN A HACER EL BORREGO PORQUE UNOS CUANTOS ILUMINADOS ME DIGAN QUE HAY QUE SALIR DE JUERGA.PUES SI NO HAY CAMBIOS RADICALES TODO HACE PENSAR QUE VAN HA SER ABSUELTOS, PORQUE LOS JUECES TIENE QUE APLICAR LA LEY CON RIGOR, Y SI ES ASI TIENE QUE SALIR EN LIBERTAD, POR MUCHAS JUERGAS Y MANIFESTACIONES EN LA CALLE. POR CIERTO EN UNA MANIFESTACION QUE PASO PROXIMA A MI CASA , IBAN UNAS 40 PERSONAS Y LA MITAD IBAN CON LOS BOTELLONES. LO DE LA CHICA DE MADRID LES IMPORTABA UN PIMIENTO, IBAN DE JUERGA. YO LO TENGO CLARO SALDRE DE NAIFA CUANDO MI CONCIENCIA ME LO DICTE NO PORQUE ME LO ORDENEN CUATRO ILUMINADOS

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