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La sensatez sólo tiene un camino

José Repiso Moyano
José Repiso Moyano
Escritor español de larguísima trayectoria nacido en Cuevas de San Marcos, Provincia de Málaga, que ha publicado miles de obras en 50 años (literarias, de conocimiento,etc), y ha obtenido premios y reconocimientos por su participación en concursos, periódicos, revistas, recitales, programas de radio, acciones humanitarias y eventos literarios en todo el Mundo.
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análisis

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La sensatez solo tiene un camino, no cuarenta; y solo tiene unos principios o unas reglas concretas (claras o inconfundibles), no unas reglas inconsistentes o caprichosas (falsas) según les parezca a unos o a otros. Eso es, tiene unos únicos y rigurosos principios.



1.-Cualidades a las que se debe recurrir:



– Tolerancia (permitir las condiciones de naturaleza y de libertad en el contexto de los derechos humanos de los demás, nunca impedirlas ni agraviarlas).
– Que tus actos respeten los derechos humanos y, puesto que respeto es prioritariamente valorar cualquier dignidad, reconocer lo que cada ser humano mejora con sus explicaciones contra lo ignorado y con sus acciones.
– Independencia de juicio ante los intereses que se mueven; en cuanto que se mueven por el poder (mediático, sociopolítico o económico) que tienen, no por la razón o por unas esenciales necesidades.
– Autocrítica (darte cuenta del error, al que nadie está exento; y darte cuenta de las ventajas que tienes en recursos y en favoretismo, en trato de clase, de grupalidad o de imagen familiar en el momento de hacer o decir algo).
– Sentido equilibrado de la protección (comprender que hay que ayudar más al débil, que es el que realmente tiene menos defensa y más desamparo).



2.-Lo que se ha de asimilar en conciencia:

– Que todo ser humano, cualquiera, siente y piensa de una manera estrictamente objetiva o absoluta, siempre con unos conocimientos que la realidad se los ha dado; pero, también, lo hace junto a otros que no se los ha dado la realidad, sino esos prejuicios que los intereses de una sociedad le han inculcado (o sea, que en frecuencia siente o piensa sin usar la razón).
– Que la verdad (o lo que se limita al hecho o a lo que en causa-efecto puede ser un hecho) es una desinteresada honestidad siempre en uso de la razón (no una hipocresía, una demagogia o una retórica) que se consigue (no se tiene de antemano) solo racionalmente; es decir, por un rigor, por un único y inesquivable procedimiento, por un cumplir las reglas imparciales de la razón.
– Que siempre debes ayudar y compensar a los que alimentan la razón (en donde se fundamentan los valores éticos: justicia, paz, amor, solidaridad, etc), no a los que alimentan la confusión, la indiferencia o la barbarie; en claro, a los que aportan razón, sin “olvidarte” de ninguno de ellos.
– Que la injusticia demostrada, racionalmente demostrada, siempre se ha de decir; como prioridad, pese a quien le pese y, aun, tras las injusticias que se reciban por el bien del decirla.
– Que todo se mueve y cambia; que el mundo sólo cambia por hechos y, también, por los que promueven otros hechos, por los que ayudan a que haya otros pero, sobre todo, por los que ayudan a esos que ya advierten y hacen conocer unos errores porque, esos hechos viables o posibles, sean los más adecuados o los más éticos.



3.-Circunstancias de lo injusto o de la insensatez:

– Una persona que recibe una infravaloración o una injusticia directamente de ti, no puede ser condescendiente y comedido con tu acción (ni con otra injusta de otro), pues sería injusto o insensato, en coherencia.
– Toda persona injusta que tiene algún poder, para justificar su injusticia, siempre recurre al respeto y a la educación, en cuanto que es lo más fácil, es lo más miserable y es lo más cruel para quedar impune. Sí, se atribuye los grandes bienes que carece.
– Jesucristo no tenía que ser tranquilo, guapo y chovinista para ser justo, sino solamente ser capaz de aplicar lo justo o lo sensato.
– La forma más sutil e indigna de la domesticación y de la manipulación (que es aun un truco por esclavizar) es la de reprochar un dar un respeto a los que no respetan nada.
– El respeto, en el fondo social, es el valor más corruptible; puesto que todos lo quieren tener y pocos lo tienen de verdad. Así que, muy a menudo, es disfrazado como bueno cuando, realmente, no lo es (un ejemplo para comprenderlo: la manera de actuar de Jesucristo en aquella época era totalmente “irrespetuosa”, incluso “maleducada” con respecto al “comportamiento correcto o normal” que se debería hacer allí; pero, él no se dejó domesticar o esclavizar por eso). He ahí que hay que comprender que, el respeto, es consubstancial a la dignidad (o es consecuentemente dignidad, o está en la misma referencia a ese valor).
– Amar siempre requiere un esfuerzo (un poner de tu parte) por comprender lo que vas a amar. Y comprender es, asimismo, conocer bien y aplicar bien toda la ética.
– Tú no puedes respetar a tu padre si no sabes o no aprendes a valorar sus esfuerzos como persona; es decir, el valor en “ser padre tuyo” sólo es: “lo que ha hecho por ti” de padre. Respeto es reconocer que, por ti, ha hecho tal o cual cosa con sus honrados esfuerzos, aunque no consigan los esperadísimos resultados.

4.-La insensatez en cualquier decir o expresión:

Ahora se habla, como truco de moda, el «es que es mi opinión», «es lo que me parece», “es que es mi verdad” (con estupidez e ignorancia la mayoría de las veces).
Ya aclaré en otro sitio que la opinión es «ése decir propio», «lo que tenemos todos», con o sin esfuerzo, con valores éticos o sin ellos, con algo de razón o sin nada de razón pero ¡siempre! depende de la conveniencia (si no, por el contrario, sería estrictamente un decir sujetado a la racionalidad o irrebatible, o sea, sujetado ya a la imparcialidad de la razón con unas pruebas siempre por delante o con un rigor o con una probación continua de racionalidad).
Pues bien, el que afronta una injusticia grave o algo que atañe a todos o algo que educa a todos (una información), y por un rigor, es un irresponsable o un total sinvergüenza si habla, si más ni más, desde su parecer o desde su opinión. Así es. Para demostrarlo y, también para comprenderlo, hay que ir a un contexto de un rigor; sí, éste será el de un proceso judicial, por ejemplo. Allí, allí no puede ir uno insensatamente a decir «opino que la mujer asesinada quiso ser asesinada» u «opino que él la asesinó» o «me parece que él fue el asesino» o «creo que ella era también asesina». Eso sería una ligereza de la responsabilidad a través de la opinión, ¡algo indignante! Y recuérdese que cualquier información de relevancia social (porque todo vaya en mejora o en ejemplaridad) no puede tener ésa ligereza de responsabilidad, ¡no!
Por eso, LO ÚNICO QUE HAY QUE VALORAR (y proteger) para no ser uno un irresponsable o un sinvergüenza es lo que esforzadamente se demuestra con el uso exclusivo de la razón (o de la ética como siempre parte de la razón).

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