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La segunda muerte (quizás) de Pedro Sánchez

Domingo Sanz
Domingo Sanz
Nacido 1951, Madrid. Casado. Dos hijos y tres nietos. Cursando el antiguo Preu, asesinato de Enrique Ruano y la canción de Maria del Mar Bonet. Ciencias Políticas. Cárcel y todo eso, 1970-71. Licenciado en 1973 y de la mili en 1975. Director comercial empresa privada industrial hasta de 1975 a 1979. Traslado a Mallorca. de 1980 a 1996 gerente y finanzas en CC.OO. de Baleares. De 1996 hasta 2016, gerente empresa propia de informática educativa: pipoclub.com Actualmente jubilado pero implicado, escribiendo desde verano de 2015.
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análisis

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Para que no se ofendan quienes aquí serán acusados, sepan que lo que sigue no es sino pretenciosa literatura de ficción cuyo parecido con la realidad es pura coincidencia. De hecho, escribir esta vez me ha venido mientras escuchaba la radio que, como todo el mundo sabe, solo nos cuenta cuentos en medio de los huecos de tiempo que le consienten los publicitarios. Incluso el título es deudor del recuerdo mezclado de “Los tres entierros de Melquiades Estrada”, cuando Tommy Lee Jones fue más ser humano que nunca, con “La segunda muerte de Ramón Mercader”, del Jorge Semprún más libre de todos, de tan rebelde como lo estaba siendo entonces contra suyos y contrarios, y veinte años antes de aceptar el ministerio de cultura que le concedió un Felipe González a pocos meses de caer derrotado por la huelga general más impresionante de la historia de España. En fin, se está poniendo tan arriesgado lo de la libertad de expresión que tenía que avisar de la ficción para no traicionarme a mí mismo.

El caso de Pedro Sánchez es muy interesante, pues sus “asesinos” de esta hora (recuerde que esto es pura ficción), son los mismos que hace dos años intentaron acabar para siempre con la vida política del “gato”, y no es que a los nacidos en Madrid se les llame así por lo de las siete vidas, pero las excepciones son imprescindibles para que puedan cumplirse las reglas.

En los últimos días han destacado los conocidos Javier Lambán Montañés y Emiliano García-Page Sánchez que, como el resto, no acertaron a rematar a su víctima hace dos años, tal como lo demuestra el hecho de que hoy sea presidente del gobierno.

El primero de ambos, presidente de Aragón, insinuando lo de sumarse a lo de ilegalizar independentistas para defender la unidad de España, tras haberlos acusado de actitudes “fascistoides”, y también de actuar como “camisas pardas” (Hitler) a esos jóvenes que hacen rasguños en los intereses económicos de algunos multimillonarios de tamaño mundial levantando peajes cuando los de Vox (aquí no nos atreveremos a calificar) eligen Catalunya para vociferar. Y todo esto, sin haber formalizado antes, don Javier, su afiliación al PP. Ciertamente, no dicen las mismas cosas, pues Casado solo ha llegado a comparar a los catalanes revoltosos con la “kale borroka”. Aunque la ocurrencia de hoy ha sido declarar que “no se puede dejar a 16.000 hombres armados en manos de un loco fanático como Torra”. Ahí es nada.

El segundo, presidente de Castilla La Mancha, ha elegido el calificativo de “depredadores” para los políticos independentistas, supongo que dolido por el terreno que ha visto que se han ido “comiendo” en los últimos años, traducido por unos porcentajes electorales que se han más que duplicado. Y se suma, seguro que es pura coincidencia, a la idea de las ilegalizaciones defendida por el consorcio de ocasión Casado/Lambán, al dejar caer que hay que plantear el debate sobre si deben “seguir beneficiándose de la Constitución quienes abiertamente solo quieren socavarla”. Le traicionan las palabras y los pensamientos al señor García-Page, y lo convierten en un autoritario potencial pero peligroso, pues no parece tener inconveniente en que se beneficien de la Constitución quienes quieren socavarla no “abiertamente”. Por ejemplo, preparando golpes de estado de los de verdad, de los que se gestaban en los cuartos de banderas o, por poner un caso real en medio de tanta ficción, el que se gestó mediante contactos discretos del general Armada, y otros, con el Borbón recién restaurado por el dictador Franco, para intrigar contra el presidente democrático Adolfo Suárez, solo porque ya no le gustaba.

En cambio, Susana, derrotada por Sánchez antes y por los andaluces ahora, está disfrutando en silencio del éxito que le queda, inconfesable porque también es producto de la intriga. Ha insinuado, y para ella insinuar es conseguir, que Sánchez sería el culpable de la debacle en Andalucía por su política con Catalunya. Pero despertemos: ¿Qué decían las encuestas cuando Díaz disolvió el Parlamento andaluz? Que el PSOE subía como un tiro gracias a la moción de censura. La maniobra de la andaluza parecía un win-win: Ganando en Andalucía quedaría para siempre como la pionera de la nueva racha de victorias del PSOE en todas las elecciones venideras. Como ha salido mal, plan B: culpabilizar a Sánchez. Ya lo hicieron cuando aprovecharon las derrotas de Galicia y Euzkadi para acelerar la operación del otoño de 2016. Me temo que, esta vez, Felipe González no parece dispuesto a ser quien de la puntilla.

A los tres citados y resto de compinches de aquella maniobra contra Sánchez se ha sumado, pronto se sabrá si conscientemente, Josep Borrell, de los pocos que osaron apoyarlo entonces y que hoy es un ministro cuyo ego le obliga a provocar sin descanso, para que nadie deje de mirar donde él señala. Pero debería saber que tanto éxito en las pantallas es directamente proporcional al fracaso que causa en Sánchez, su jefe, pues reduce su margen de maniobra, y en un presidente esa estrechez resulta fatal. Porque, nos preguntamos, ¿Quién mata más a Sánchez hoy? ¿Un Torra a 600 kilómetros de Madrid hablando de unos eslovenos que no comenzaron los disparos, o un Borrell que certifica el fracaso de la “política del Ibuprofeno” cuando hace un año evocaba lo peor de la historia de la humanidad con aquellas “desinfecciones” que reclamaba desde un púlpito compartido con la derecha que llevaba en sus entrañas a Vox?

Y es que las intrigas de palacio destilan tanto veneno contra la víctima elegida que, en ocasiones, sus efectos contagian también a los confabulados. Además, alargan sus estragos en el tiempo y terminan contaminando incluso a quienes no se implicaron en el primer “atentado”.

Buscando evitar títulos ya usados para este artículo compruebo, antes de terminar, que el Cacho de su “Vox Populi” ha elegido hoy, precisamente, el de “Sánchez es un cadáver que empieza a oler (mal)” y, entre otras afirmaciones, tan alejadas de las que aquí se defienden a pesar de títulos tan parecidos, se atreve a decir que “Albert Rivera estuvo convincente” en el Congreso. Pues sí, señor Cacho, por respeto a sus lectores le pido que no apague la tele cuando le toque hablar a Pablo Iglesias, quien le tuvo que pedir lo mismo, respeto por sus votantes aprendiendo lo básico de la historia de España al Rivera tan admirado por usted, pues acababa de hacer el mayor de los ridículos demostrando no saber que el general Armada, implicado en el 23F, había sido indultado. Ya se ha insinuado el porqué.

Si los actuales confabulados contra Sánchez fueran todos tan ciegos admiradores de los líderes de derechas como lo ha sido hoy Jesús Cacho, el líder socialista no tendría el menor problema para salir vivito y coleando.

O quizás estoy equivocado y los reincidentes son admiradores “en la intimidad” de los jóvenes y deslenguados políticos de derechas, no sé si de solo dos o de los tres. Y que lo viven como una pasión inconfesable, de esas que multiplican el odio hacia quien les obliga a mantener la ficción de cada día. Se llama Pedro Sánchez.

Para terminar, amigos intrigantes del PSOE, acepten dos consejos de alguien un poco diablo y un poco viejo. Darían para otro artículo, pero hoy estoy generoso. Además, solo les costarán un poco de tiempo.

En primer lugar, tengan en cuenta que nadie conoce los motivos más ocultos por los que terminan votando muchas personas. ¿A cuántos electores políticamente indefinidos, pero con sensibilidad ecologista, les confundirá el verde de Vox? Y los que dijimos en 2014 que los de Podemos habían acertado con eso de elegir una palabra tan difícil de evitar como “Podemos”, ¿Cómo podríamos rechazar ahora el éxito de los que eligieron “Vox”, un vocablo tan breve y simple como sus argumentos, el nombre que le pondrías a tu perro si no pensaras que por esa tontería podría morderte? En fin, son tantos y tan ocultos los motivos por los que un elector puede elegir una u otra papeleta, que no deberían ustedes olvidar jamás que, si ese elector es de izquierdas, la que más le costará elegir será la de un partido político al que se le noten los odios internos. “No mientas, cariño”, inolvidable desde aquel día, aunque resultara derrotado.

Y más motivos incomprensibles ¿A cuántos afiliados socialistas les produce confianza su Pedro Sánchez porque sí, por ser el quien es y cómo es? No se obstinen contra él. Perderán ustedes, aunque lo “maten”, porque para derrotarlo tendrán que matar (sin comillas) la democracia en su partido, y acabar también con lo que pueda quedar de entusiasmo.

Y hagan caso a sus más duros adversarios, pero de los pocos que no quieren ser sus enemigos: los independentistas catalanes. No caigan en la trampa fácil de pensar que el fascismo renaciente es culpa de los independentistas, pues solo cada cual, y nadie más, es responsable de las ideas que defiende o de las insidias que divulga. Como a ser anti catalanes siempre ganará la derecha, la gente elegirá antes el original que la copia. Y lo más importante, sean inteligentes. Los Puigdemont y compañía les necesitan a ustedes como el aire que respiran. ¿Acaso no se creen aún que Pedro no pactó nada con nadie para conseguir los votos de la investidura? Sepan que Casado y Rivera lo saben, pero se inventan mentiras porque se quedarían sin discurso. El PSOE es lo menos peor que tienen en España los catalanes para salir con dignidad del lío en que se han metido. Se darían con un canto en los dientes por un referéndum pactado, aunque lo perdieran.

Fíjense, por ejemplo. como la ANC y OMNIUM han convocado manifestaciones pacifistas también para el día 21D. Maldita la gracia que les hace. Estoy convencido que lo han hecho para que no acuda tanta gente a la movida, mucho más difícil de controlar, de los CDR, aplaudida por la CUP.

Y no descartaría yo que, para ayudar, incluso los protagonistas de la huelga de hambre decidan terminarla antes de ese Consejo de Ministros, y así anestesiar un poco el dolor dominante en Catalunya. Veremos que es lo que deciden los presos políticos.

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