Por supuesto, no vi ayer esa basura que presentaron en la televisión bajo el nombre de “Debate de mujeres”. Sin embargo, MARIANO, PABLO/ALBERTO, PEDRO, ALBERT, empiezo a escribir este artículo justo después de que finalice. Porque no daba crédito. Porque creí que, aunque fuera solo una de esas cuatro mujeres, una solo, basaría su participación en no presentarse.

Me equivoqué. No en lo de la deserción, MARIANO, PABLO/ALBERTO, PEDRO, ALBERT. Me equivoqué porque creí que sería capaz de describir qué siento después de que, efectivamente, las mujeres llamadas Andrea Levy, Carolina Bescansa, Margarita Robles e Inés Arrimadas, se prestaran a participar en algo llamado “Debate de mujeres”. Pero ¿qué digo, MARIANO, PABLO/ALBERTO, PEDRO, ALBERT? “Participar” no es el verbo exacto. Hay que ser meticulosa en estos asuntos: Humillar sería más acertado. Sí, humillada, esa palabra puede describir una parte de lo que siento. Aunque también las siguientes: Enfurecida, frustrada, abochornada, decepcionada, vencida. Ya veis, queridos MARIANO, PABLO/ALBERTO, PEDRO, ALBERT, no atino. Creí que atinaría, y no.

Por supuesto, MARIANO, PABLO/ALBERTO, PEDRO, ALBERT, no pienso dedicar ni una letra, ni un espacio en blanco, a argumentar de dónde viene mi asco. Pero sí vuelvo al verbo que define lo que hicieron ayer esas cuatro mujeres en “su” debate. “Participar”, “humillar”, he escrito. No, no solo: Forjar. Sí, eso sí: MARIANO, PABLO/ALBERTO, PEDRO, ALBERT, las mujeres llamadas Andrea Levy, Carolina Bescansa, Margarita Robles e Inés Arrimadas forjaron ayer la jaula. Y bien, ahora ya estamos dentro, ahora ya la posibilidad de que aparezcan unas MARIANA, PABLA, ALBERTA o PETRA es solo un aleteo del pasado. Y en el futuro, la sección femenina.

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