La sanidad quebrada

En Admisión de urgencias del hospital general de Castellón hay un enorme cartel que viene a decir “está usted en peligro, faltan enfermeras”. En los boxes de triaje de urgencias se puede leer un cartel con el mismo mensaje. Tienen razón. Pero no sólo faltan enfermeras, faltan celadores, médicos y médicas, auxiliares. Falta de todo. Además por supuesto de un sitio digno donde atender las urgencias, aunque en su momento se anunció a bombo y platillo, de cara a la galería como le tanto le gusta a este gobierno, un nuevo edificio de urgencias, este proyecto duerme el sueño de los justos. De la falta de celadores, enfermeros y auxiliares puedo dar fe personalmente, pues en una reciente y triste visita a urgencias con mi padre, tuve, tras cinco horas de espera, que hacer yo mismo de celador, auxiliar y enfermero mientras dos médicas de urólogas, magnificas y amables, atendían a mi padre durante cerca de una hora en un box de urgencias. Un poco  como en el Tercer Mundo, un poco vamos como en un país en guerra.

La Sanidad pública española que una vez fue motivo de orgullo hoy es motivo de vergüenza en su acelerado camino hacia el tercermundismo. Y lo mismo se puede decir de la sanidad privada, cada día más lamentable. Es lo que pasa cuando no se invierte un euro, cuando los recortes son perpetuos, gobierne el partido que gobierne, y cuando todo se basa en la sobre-explotación de unos profesionales que siguen siendo magníficos, pero que no pueden más. Y es que los presupuestos enviados continuamente a Bruselas, primero por Rajoy, después por Sánchez, lo realizado por los diversos sátrapas autonómicos, sean del color que sean, solo tiene un camino: quebrar la sanidad española. Tal vez por ello España invierte en relación al PIB un 15 %  menos en Sanidad que la media de la UE 15  y más de un 20 % menos que Alemania y Francia. Tal vez por ello, los médicos y las enfermeras españolas, hartas de batallar en una sanidad de guerra de un país en proceso de tercermundización, opten cada vez más por irse al extranjero. Son profesionales de primera, que nadie lo olvide, y es lógico que quieran trabajar con medios si no de primera sí de cierta dignidad.

Y mientras todo esto pasa, los miembros de nuestra industria política, han diseñado un sistema que pide unas medias ridículamente altas, más de un 13 y más de un 12, para entrar en medicina y enfermería. Se sabe que faltan y faltarán. Pero a ellos les da lo mismo; saben que en España tragamos con todo. ¿Hasta cuándo?