Los analistas políticos, los demócratas y los republicanos insatisfechos con el pacto para elevar el techo de deuda están de acuerdo en que los programas públicos de salud han esquivado una bala presupuestaria, pero han sufrido un duro golpe.
El proyecto de ley, aprobado el pasado jueves por el Senado, incluye algunos recortes y topes en el gasto en salud para los próximos dos años.
El acuerdo salva a los programas de salud como Medicaid de los profundos recortes aprobados en abril por la Cámara de Representantes liderada por los republicanos. El proyecto de ley suspende el techo de la deuda, el límite de endeudamiento del gobierno federal, hasta el 1 de enero de 2025, después de las próximas elecciones presidenciales.
La necesidad de que el Congreso actúe para evitar un incumplimiento de pago de la deuda sin precedentes y sus consecuencias económicas ondulantes dieron a los republicanos de la Cámara de Representantes influencia para obtener concesiones de gasto de los demócratas. Pero, al final, el proyecto de ley, negociado principalmente por el presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, y los funcionarios de la administración de Biden, limita nuevamente el gasto en salud.
Además de los límites de gasto, la principal concesión relacionada con la salud hecha por los demócratas es la recuperación de alrededor de 27.000 millones en dinero asignado para programas relacionados con Covid que aún no se han gastado.
Solo una parte del dinero que se reclama de estos programas de covid está relacionada con la salud; también se está devolviendo dinero al gobierno federal de programas centrados en vivienda y transporte , por ejemplo.
De los fondos covid no gastados, según la Oficina de Presupuesto del Congreso , la mayor rescisión individual es de casi 10.000 millones del Fondo de Emergencia de Salud Pública y Servicios Sociales. El CDC tendría que devolver 1.500 millones. Pero están exentos de esas devoluciones relacionadas con la salud los esfuerzos «prioritarios», como la financiación de la investigación de vacunas covid de próxima generación; larga investigación de covid; y esfuerzos para mejorar la cadena de suministro farmacéutica.
En contrapartida, el proyecto de ley de compromiso deja intactos los principales programas federales de salud, Medicare y Medicaid, lo que equivale a una victoria política para los demócratas, que priorizaron la protección de los programas de derechos.
Eso sí, se congelan los gastos de salud en su nivel actual para el próximo año fiscal y permite un aumento del 1% el año siguiente. Corresponderá a los Comités de Asignaciones de la Cámara y el Senado determinar más tarde exactamente cómo distribuir los fondos entre los programas discrecionales cuyos niveles de gasto supervisan.
Los grupos de defensa de la sanidad pública han argumentado que este congelamiento de fondos perjudica los programas que brindan los servicios necesarios a millones de estadounidenses. El resultado, según Sharon Parrott, presidenta del Liberal Center on Budget and Policy Priorities, “seguirá siendo recortes generales en prioridades nacionales clave cuando se tenga en cuenta el impacto muy real de la inflación”.
