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La Sanidad madrileña desbordada pese a haber recibido 1.500 millones de los fondos covid

Ningún experto sanitario se explica por qué a estas alturas de la pandemia Díaz Ayuso no ha contratado suficientes rastreadores, sigue abandonando a su suerte la Atención Primaria y no refuerza las plantillas de médicos y enfermeras

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análisis

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En teoría, Madrid ha debido recibir casi 1.500 de los 6.000 millones de euros de los fondos covid adjudicados por el Gobierno central a las comunidades autónomas. La partida fue aprobada el pasado mes de julio pero a fecha de hoy se desconoce en qué se ha gastado todo ese dinero. Lo único que sabemos es que la región que dirige Isabel Díaz Ayuso figura a la cabeza de los territorios europeos con mayor número de contagiados y fallecidos y que la gestión sanitaria sigue siendo un caos, tal como denuncian los sindicatos médicos y las asociaciones de pacientes. Hace solo unos días, las organizaciones sindicales aseguraban que la Atención Primaria se encuentra “al borde del colapso”, ya que no se ha reforzado con el número suficiente de profesionales prometidos, todo ello sin contar con que la mayoría de los centros de salud no disponen de test PCR y sus profesionales sufren una “gran sobrecarga física y emocional”.

No hace falta recordar que la Comunidad de Madrid, con 1.495 millones de euros y el 24,9 por ciento del monto total del fondo estatal anti-covid, es la autonomía más beneficiada en el reparto del primer tramo de 6.000 millones creado por el Gobierno de Sánchez para que las comunidades autónomas puedan hacer frente a los gastos sanitarios ocasionados por el virus y poder “prestar servicios públicos de calidad”. Cataluña es la segunda comunidad que más recibe, con 1.246 millones, el 20,7 por ciento. El dinero asignado es parte de un fondo de reconstrucción de 16.000 millones a fondo perdido, es decir, no está condicionado, no se tiene que devolver, no genera intereses y no supondrá más deuda para las autonomías. 

Sin embargo, a estas alturas, cuando ya se sabe que del medio millón de casos de coronavirus registrados hasta ahora en España casi 140.000 se concentran en Madrid, nadie entiende por qué no se han reforzado ya las plantillas sanitarias en esa comunidad autónoma de cara a la próxima oleada que se avecina en otoño. Con 1.500 millones de euros quizá no se resuelva el problema endémico de la Sanidad pública madrileña absolutamente privatizada y abandonada a su suerte tras los sucesivos gobiernos del Partido Popular, pero esa suma no es nada desdeñable y debiera alcanzar, sin duda, para contratar unos cuantos rastreadores, una buena cantidad de refuerzos en Atención Primaria, trajes especiales para los celadores de los hospitales (que se ven obligados a atender a los pacientes de las urgencias con una simple bata y una mascarilla), y una compensación económica para el personal sanitario que se ha dejado la piel todos estos meses en la primera línea de batalla contra la enfermedad. Por tanto, la pregunta es obligada: ¿en qué se está gastando el Gobierno de Díaz Ayuso las ayudas a la Sanidad pública concedidas por el Gobierno central?

El contribuyente tiene derecho a que se le explique, céntimo a céntimo y detalladamente en informes y balances, el gasto que supone hasta la última mascarilla que se compra. Ayer mismo, sin ir más lejos, Ayuso anunció una inversión de 80 millones en 3 años para rescatar la Atención Primaria, un gasto que los sindicatos médicos ya han calificado como claramente insuficiente. Además de anunciar una bajada de impuestos, la presidenta informó del lanzamiento de un programa con el que piensa avalar a jóvenes menores de 35 años en la compra de su primera vivienda. Así lo proclamó a bombo y platillo durante el primer Debate del Estado de la región, en el que garantizó una línea de financiación de 12 millones de euros para avalar al menos 5.000 hipotecas de jóvenes madrileños que se propongan comprar su primera casa pero carezcan de los ahorros suficientes para acceder a un crédito hipotecario. Habrá que ver en qué condiciones se conceden esos préstamos y si finalmente más que una ayuda a los jóvenes no será una inyección a los bancos con dinero público. Como también habrá que ver de dónde proceden esos 12 millones de euros destinados al “plan vivienda joven” porque en estos momentos lo prioritario es que los fondos covid comprometidos para la lucha contra la pandemia lleguen a los hospitales y centros de salud. Lo principal es salvar del colapso a la Sanidad pública, tal como reclaman los diferentes colectivos sanitarios, y cualquier programa o proyecto social debe ser relegado a un papel secundario.

Por todo ello, Díaz Ayuso debería explicar en qué gasta cada euro de dinero público. Lamentablemente, es bien conocido que a menudo las partidas presupuestarias que se autorizan para garantizar el buen funcionamiento del Estado de Bienestar (sobre todo Sanidad y Educación) no son destinadas a la finalidad para la que se adjudicaron en su día, sino más bien a tapar agujeros, desequilibrios y cuentas que no cuadran en otros departamentos de la Administración regional (cuando no a sufragar los vicios y ambición de riqueza de unos cuantos). Los antecedentes de los gobiernos populares madrileños son como para echarse a temblar. Han sido demasiados años de tramas corruptas como la Gürtel, Púnica y Lezo y ha llegado la hora de que el Ejecutivo autonómico rinda cuentas, aplique luz y taquígrafos y explique cada paso que da y cada euro que gasta. Al ciudadano ya no le basta con un portal de transparencia cuya web se bloquea a las primeras de cambio o no ofrece toda la información. Es necesario que Ayuso comparezca regularmente en la Asamblea Regional y detalle capítulo por capítulo y céntimo a céntimo en que se ha ido gastando el fondo de ayuda covid. Señor Gabilondo, ahí tiene trabajo.

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1 COMENTARIO

  1. Es incomprensible lo que se lee y oye sobre lo que sucede en Madrid, casi tanto como el silencio de los políticos que son la oposición (bueno, lo de oposición es un decir).
    Creo que esta acémila que preside la comunidad es peor aún que aquella infausta alcaldesa del clan de los feos, que ya es decir.

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