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La safo bizantina

Francisco Martínez Hoyos
Francisco Martínez Hoyos
Doctor en Historia
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análisis

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Es uno de los personajes de la serie Vikingos, pero aparece tratado con tanta fantasía que es difícil reconocer a modelo real. ¿Quién fue Casia, la gran escritora de la Constantinopla medieval?

Si el imperio bizantino es prácticamente ignorado por el público occidental, más se puede decir de la historia de sus mujeres. Solo encontramos una excepción: Teodora, la enérgica esposa de Justiniano el Grande. Pero si empezamos a escarbar aparecen otras grandes figuras, como la historiadora Ana Comnena o Casia de Constantinopla (c 805-c 867), considerada por la crítica como la principal poetisa medieval en lengua griega. Por eso, se dicho que fue la “Safo bizantina”, comparando así su importancia, que no su orientación sexual, con la escritora de la Antigüedad clásica. La edición bilingüe de un volumen con sus obras (Cátedra, 2019) rescata del olvido a una mujer que se vio inmersa en las luchas religiosas de su tiempo.

Desconocemos por completo por su infancia pero sí sabemos que pertenecía a una familia bien situada, relacionada con el ejército. Su padre era Kandidatos, es decir, un oficial de la guardia palaciega. Además, una hermana suya estuvo casada con un strategos, un general. Instruida y hermosa, Casia, al llegar a la juventud, participó en un concurso para elegir a la esposa del príncipe heredero Teófilo. Se ha discutido mucho sobre si este acontecimiento sucedió o no. Por lo que parece, sí se trató de un hecho histórico y no fue un caso aislado.

La crónica del historiador conocido como Pseudo-Simeón refiere que el príncipe, atraído por Casia, se le acercó y le dijo provocativamente: “a través de la mujer fluye la maldad”. Su comentario era una alusión a la historia de Eva, supuesta culpable de introducir el pecado en el mundo. Seguramente, Teófilo quería dejar claro que estaba en una posición de superioridad por ser hombre. No contaba con que ella, aunque estaba nerviosa, no iba a dejarse impresionar. Como tenía una formación excelente entendió la referencia bíblica y respondió con una alusión a los Evangelios: “pero a través de una mujer emana lo mejor”. El mensaje estaba claro: Jesucristo no habría venido al mundo sin su madre, la Virgen María.

Incapaz de tolerar que le llevaran la contraria, Teófilo prefirió elegir otra novia. Su reacción no se explica solo por un sentimiento machista sino por la complicada situación del momento, con un imperio profundamente dividido por las luchas teológicas. El soberano defendía con entusiasmo a los iconoclastas, los enemigos de las imágenes religiosas. Casia, en cambio, pertenecía al bando de los iconodulos, los veneradores de iconos.

A la muerte de sus padres, decidida a llevar una vida religiosa, nuestra protagonista fundó su propio convento en Constantinopla. En la práctica, debió limitarse a transformar su casa en un lugar de recogimiento y oración. Esta era una práctica habitual entre las damas de clase alta que enviudaban. De esta forma, Casia lograba un doble objetivo: conseguía un espacio para permanecer al margen de las turbulencias políticas y podía consagrarse con tranquilidad a la literatura.

La mayoría de sus versos pertenecen a himnos en honor de una festividad religiosa o de diversos santos, muchos de ellos mujeres como Bárbara, Pelagia o Tecla. Por esta temática, podemos suponer que poseía una sensibilidad hacia los derechos femeninos. Así lo da a entender la forma en que habla de personajes con un pasado turbio, caso de María Egipciaca o Eudocia de Samaría, antiguas prostitutas. Es posible que Casia tomara estos modelos porque algunas novicias de su convento hubieran pasado por experiencias similares. Además, su obra contiene breves máximas de contenido moral o satírico, en las que ataca vicios como la pereza, la cobardía o el orgullo.

No se limitó al mundo de las letras puso música a sus poemas. Nacieron así composiciones que se interpretaban a menudo en los oficios religiosos, de forma que han llegado hasta nuestros días con una razonable semejanza a las originales. En la actualidad, la Iglesia ortodoxa la venera como santa cada 7 de septiembre.

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