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La ruptura y los Borbones

Pedro Antonio Curto
Pedro Antonio Curto
Escritor. Colaborador del periódico El Comercio y otros medios digitales. Autor de los libros, la novela El tango de la ciudad herida, el libro de relatos Los viajes de Eros, las novelas Los amantes del hotel Tirana (premio Ciudad Ducal de Loeches) y Decir deseo (premio Incontinentes de novela erótica). Premio Internacional de periodismo Miguel Hernández 2010. Más de una docena de premios y distinciones de relatos. Autor de diversos prólogos-ensayo de autores como Robert Arlt y Jack London, así como partiipante en varias antologías literarias, la última “Rulfo, cien años después”.
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análisis

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Desde que hace más de trescientos años la Casa Borbón fue impuesta en España por las grandes familias de la época(algunas lo siguen siendo), las élites económicas han estado ligadas a los borbones, beneficiándose de manera corrupta y despótica, entre otras, del dinero público. La historia de los sucesivos borbones que han ocupado la corona es tenebrosa, han escrito la mayoría de pasajes oscuros de la historia negra española y no, no es una leyenda negra, es historia real y verificable. Así lo que se esta sabiendo de Juan Carlos (y lo que nos queda por saber) no es nada nuevo, es una tradición familiar, pues lo que ha hecho a lo largo de su reinado es borbonear. Su marcha ahora (que no es ningún exilio), no se trata de una cuestión individual y exclusivamente penal, hay que situarla en el plano político, que es la responsabilidad de la institución monárquica y del Régimen del 78.

Es propio de un sistema en crisis y descomposición separarse de aquellos que caen en desgracia, para así salvar al régimen. Y eso es imposible. La cabeza del marco jurídico-político del 78 se asentó sobre la monarquía y la figura de Juan Carlos, creándose el relato del juancarlismo al que se apuntaron hasta presuntos republicanos o izquierdistas que buscaban un lugar bajo el Sol del poder dominante. A la imposición se le llamó consenso, a un totalitarismo disimulado, unanimidad. Con eso y los silencios, con los juancarlistas alabando el traje del rey desnudo, se creo algo que si no era culto a la personalidad, se le parecía bastante.

La cuestión, aparte del tema punitivo del emérito, es la necesidad de un nuevo Pacto de San Sebastián, acorde con los tiempos, que lleve acabo una ruptura democrática y un proceso constituyente. Y es, paradójicamente, que algo lógico, este ausente de los tableros políticos principales. Porque si al principio de la transición el debate se situó en el eje reforma o ruptura, ahora sería ruptura o involución. No se trata de plantear ninguna idealización republicana, sino de un compromiso con el sentido progresivo de la historia. Si la mayoría de la sociedad española va a seguir aceptando ser súbditos en un reino donde casi todo huele ha podrido, o se abren fronteras a cambios reales, al sentido común democrático: Delenda est Monarchia.

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