El próximo día 1 de marzo las mujeres de la Iglesia se concentrarán frente a las catedrales de diferentes ciudades del Estado español para pedir una “reforma profunda” en esta institución claramente patriarcal. Las mujeres religiosas también saldrán a las calles para reclamar “voz y voto” en las estructuras eclesiales para que no “haya nunca más una Conferencia Episcopal Española (CEE) sin mujeres”, han explicado las convocantes.

Durante siglos la mujer ha sido considerada por la Iglesia como “ritualmente impura” y por ello no se le podía encomendar las tareas sagradas de Dios. No obstante, las mujeres suponen en la actualidad un 60% de los integrantes de la confesión católica, principalmente dentro de órdenes. Sus principales funciones atienden a la oración o a las labores propias que la congregación tiene como actividad, educación y atención a los desfavorecidos. Los cargos de poder y con capacidad de decisión recaen casi siempre en el hombre.

Durante la rueda de prensa celebrada el pasado lunes en el Centro Pastoral San Carlos Borromeo de Madrid, la religiosa y coportavoz del movimiento, Pepa Torres, advirtió que “no nos hemos reunido con los obispos pero les diríamos que nunca más una CEE sin nosotras”. Lo que podría ser perfectamente un pasaje de la nueva serie de Sorrentino The New Pope, se hará realidad el próximo domingo, 1 de marzo, con la concentración convocada por la asamblea Revuelta de Mujeres en la Iglesia, una red de mujeres y organizaciones femeninas cristinas comprometidas en la institución y en la sociedad civil, y a la que se han adherido más de 50 colectivos y cientos de personas.

“Nos encantaría que el día 1 de marzo algún sacerdote o prelado bajara a estar con nosotras, que cantara y orara con nosotras y entonces diríamos: ¡Milagro! Les invitamos, no somos enemigas”, añadió durante la rueda de prensa la doctora en Teología y confundadora de mujeres y Teología, Marifé Ramos.

Desde la asamblea denuncian seguir siendo invisibles en los lugares de toma de decisiones y que, a pesar de los nombramientos significativos, “no dejamos de ser una anécdota en la Iglesia”, explicó Torres. Hay que recordar que, a finales de 2016, el papa Francisco descartó de forma taxativa el estudio del acceso a las mujeres a la ordenación sacerdotal.

El alegato de estas mujeres religiosas es interesante para el feminismo, aunque estas no apelen a dicho movimiento ni hablen en términos revolucionarios por, entendemos, considerarlos radicales o extremistas. Si bien la Iglesia ha sido y sigue siendo una institución ultraconservadora y patriarcal, el hecho de que las mujeres que la integran se planten frente a sus obispos, curas, cardenales y demás jerarquía eclesiástico-machista para la implementación de una perspectiva de género dentro de la institución y la consecución de puestos de poder para la toma de decisiones, arroja algo de luz a una posible senda de modernización de la Iglesia Católica y la apertura de un camino hacia la igualdad real en una institución muy difícil de reformar. Las mujeres ya han demostrado que son capaces de cambiar la sociedad.

En Diario16 ya publicamos una serie de artículos sobre el papel de la mujer en la Iglesia donde se ponía el acento en la presunta defensa de la igualdad por parte de la Iglesia Católica, que finalmente quedaba en el muro de la misoginia o del machismo entre sotanas. Sin embargo, el feminismo tiene tal fuerza que ha permeado en la sociedad hasta llegar a la institución en activo más antigua de la Historia, que verá el próximo domingo cómo las mujeres religiosas se ponen frente a sus catedrales para reivindicar todo lo que les ha negado por el mero hecho de ser mujeres.

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