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Al parecer tiene más futuro (y más aceptación en el presente) el felpudo de la multinacional sueca IKEA, con la leyenda “la república independiente de mi casa”, que la propuesta del Molt Honorable presidente de la Generalitat, Carles Puigdemont, de celebrar un referéndum independentista para convertir a Cataluña en un Estado independiente en forma de república. ¡Ahí es nada!

Puigdemont exhibió todos sus apoyos en el bellísimo escenario del patio de los naranjos para anunciar la convocatoria del referéndum el próximo 1 de octubre, fecha que coincide, paradójicamente, con el día en que Francisco Franco fue proclamado como Jefe del Estado tras la guerra civil y que se conmemoró durante la dictadura como “el día del Caudillo”. La elección de la fecha no podía ser más desafortunada, pero Puigdemont, que protege su frente con su clásico flequillo que denota cierta timidez, se mantenía firme como una roca rodeado de sus consejeros, los diputados de Junts pel Sí y los de la CUP.

Desde la otra orilla, el Gobierno de Mariano Rajoy se ha ratificado en su firme negativa y, siguiendo la estela de Pedro Sánchez, le han recordado que “no es no” y que no habrá referéndum mientras ellos gobiernen. Ninguna novedad.

En Cataluña han empezado ya a aparecer carteles por las calles con las caras de los “traidores” que para ellos son Miquel Iceta (PSC), Inés Arrimadas (Ciudadanos) y Xavier García Albiol (PP), entre otros. Esos carteles proclaman: “Quienes niegan el democrático derecho a la autodeterminación son enemigos del pueblo. Tratémoslos como a tales”.

Los primeros pasquines han aparecido en Lérida y dicen que habrá más con rostros de empresarios y periodistas desafectos a la causa independentista. Por el momento la fiscalía ha empezado a investigar para identificar a los autores. La batalla judicial está servida.

Con este panorama se tensa aún más la convivencia en Cataluña donde no todos son independentistas, aunque haya quienes defienden el derecho a decidir; esto es la conveniencia de que se celebre un referéndum legal que, a día de hoy, con la Constitución en la mano, no es posible.

A Puigdemont le reprochan desde el Gobierno de Rajoy que se niegue a defender su referéndum o su propuesta independentista en el Congreso de los Diputados, sede de la soberanía nacional, como hizo en su día el lehendakari Ibarretxe.

Por otro lado, el Molt Honorable sabe que como firme el decreto de convocatoria del referéndum lo pueden inhabilitar y mandarlo al banquillo junto con su promotor Artur Mas, aunque el preferiría que lo metieran en la cárcel y ser una víctima del independentismo.

Y en esas estamos.

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