Si quienes ejercen cargos políticos son una media representativa de la ciudadanía española, he de concluir que pensamos muy poco. Verán, a mí que reformen la reforma de la reforma de contrarreforma, pues ni me va ni me viene; creo que sería mejor reflexionar y atender a la realidad, porque la Enseñanza hace tiempo que agotó su capacidad para asumir ingeniosidades e inventivas. Mi argumento es muy sencillo y ejecutable: si la excelencia de cada cual en función de su naturaleza es un objetivo de la Educación, consultemos a quienes la han alcanzado en los diferentes ámbitos para ver cómo lo hicieron; aprender, en el fondo, es imitar con matices a nuestros modelos admirados. Creo han debido trabajar mucho y formarse más que ampliamente; sospecho que sus trayectorias poco se parecen a las de la mayoría de mis discentes de Secundaria.
Soy esa parte del gremio que cree hacer medioqué su trabajo y a la que ya, todo esto, sólo le importa porque la Inspección Educativa es un cuerpo fiscalizador del normativismo que, una vez impuesta su ocurrencia papista más que la de los papas, desaparece… la última ha sido mandar rehacer las programaciones didácticas por incluir la propuesta de quitar puntuación por las faltas de ortografía, incluyendo al Bachillerato. Lo digo claramente, la Inspección es una de las causas del fracaso del Sistema Educativo de este país; ¿les han leído algún comunicado alguna vez acerca de la situación del profesorado, del alumnado o, incluso, sobre las diversas reformas educativas? Habrá quien se tome su trabajo en serio, pero en un Centro Educativo sólo existen cuando aparecen, se van: y ya nadie recordará qué han dicho respecto del acto de enseñar (nada), son grandes burócratas y atenderán a otras cosas, eso no lo dudo.
La Universidad en España es un agujero negro alucinante. En toda Facultad hay seis personas que ejercen de intelectuales de talla, pero esta proliferación micológica de universidades por todos lados ha generado un gasto gigantesco e insostenible que no financia investigación sino la propia existencia de esa Universidad, un sitio dónde te enseñan a sacar un título o, si te quedas, a cómo construir un currículo “ad hoc” para cumplir con los requisitos para cobrar por investigación, aunque nada hagas. Alguien perdió el manubrio cuando decidió que en una Escuela de Magisterio (ahora una Facultad con Grado) se debía estar unos cuantos años estudiando cómo enseñar la suma… Que me expliquen a mí qué clase de ambición cultural se deriva de ahí. Y no es tan difícil, si después de seis cursos de Primaria la mayoría del alumnado, salvo los diagnosticados con problemas, no lee textos más o menos complejos, chapurrea en otro idioma, sabe matemáticas básicas, algo de química y física y biología para evitar tragarse el creacionismo, fundamentos de ciudadanía y algo de Constitución, historia y geografía del país… ¿Qué coño han estado haciendo? ¿Seis veces el verbo “To be”?
Verán toda esa reflexión pedagógica, que podría ser útil para cursos de formación del profesorado, fracasa ampliamente porque nadie tiene en cuenta la práctica diaria profesional. Toda esa patraña de la “gamificación” es un tópico a la berlanguiana, porque “To game” en inglés significa poner conocimientos en marcha para robar disimuladamente… El palabro se usa quizá inadecuadamente, igual que las famosas competencias son la traducción literal de “skill”, que un listillo leería en algún documento de la UE sobre Formación Profesional. La Pedagogía es una herramienta, no un fin, por tanto ninguna Ley Orgánica educativa debe fomentarla en ningún sentido, hay que respetar la Libertad de Cátedra, que ésta sí está en la Constitución.
Cuando dentro de diez años Irene Montero, Pablo Casado, Pedro Sánchez e Inés Arrimadas se tomen unas cañas en los alrededores del Congreso, porque seguirán allí, se inquirirán por sus churumbeles y todos irán bien en la escuela o el instituto y andarán pensando ya en la carrera universitaria, ninguno de sus descendientes salvo causa mayor seguirá otro camino. Pregunto ¿les aplicaran a sus hijas e hijos la “gamificación” o “trabajo por proyectos” para obtener la plaza de Registradora de la Propiedad o de Notario o de Investigadora en el CSIC? ¿Qué clase de engaño promueven para nosotros, los que aportamos casi el 30% de abandono en el tramo andaluz de la ESO?
La neurología nos enseña que nos interesa y divierte lo que entendemos, el “gusto” no existe, existen el hábito y las redes neuronales progresivas que se van montando en función de las actividades que desarrollamos. Jugar es jugar, y se aprende, pero enseñar jugando debe tener unos límites, sobre todo de edad, no sea que hayamos encontrado la explicación de la maravilla de estadística de lecturas que presentan las escuelas de Primaria, convertidas en vacío atronador en cuanto los textos se complican un poco en ESO y la nada en Bachillerato y la Universidad… Y uno no obtiene el prestigio profesional y la Autoridad sin un esfuerzo brutal de toda una vida de trabajo y estudio sin fin, y eso comienza en la Educación Infantil.
Por supuesto que un país civilizado debe paulatinamente acabar con los conciertos educativos; que haya enseñanza privada es inevitable, pero el Estado debe ofertar con calidad el servicio que dan las concertadas; éstas deben reestructurarse como privadas y llegar a un acuerdo, con los sindicatos, garantizando al personal oportunidades para no ir a la calle, pasando por las mismas condiciones que los funcionarios, interinos y de carrera; y una reforma útil de verdad sería habilitar de una vez una doble vía de acceso a la Función Pública Docente: Concurso y Concurso-Oposición, y establecer medios para comprobar la idoneidad que no sean exámenes reiterativos de las carreras universitarias y sí una supervisión para ver si una persona con conocimientos además sabe hablar en público y puede controlar y conectar con grupos diversos como los de la chiquillería y la adolescencia.
La únicas reformas que garantizarían las bases para que un Sistema Educativo haga lo necesario para generar conocimiento son la “ratio” y la formación y carrera profesional docente, lo demás es logorrea pseudopedagógica. Tener un máximo legal de quince discentes por clase, permitiría trabajar con vías alternativas al “tema3yexamen” de memorieta que son el final pedagógico muchos docentes desengañados de las estupideces; esto cuesta mucho dinero estructural, no del que se gasta en aparatos caducos que tardan siglos en renovarse, es inversión al largo plazo. Lo otro es sencillo de entender: un oficio en el que se te valora sólo asistir a cursitos inútiles para tomar café y obtener las horas obligatorias para cobrar sexenios, y si eres Doctora con una Tesis relevante y publicada, o investigador e influyente profesional en tu ramo, con conferencias, congresos científicos, libros, artículos… te ningunea y te castiga incluso: qué quiere, ¿tener docentes excelentes o “yutuberos”?
Y no caigamos en demagogias, la libertad para educar de las familias se ejerce en casa; en un centro educativo se debe enseñar a criticar y debatir sobre los valores, y eso es bueno para todos, la enseñanza religiosa y la Pública no son dos opciones a elegir, la Pública debe ser de calidad y no debe fundamentarse en creencias de seres mitológicos, mundos del más allá, espíritus que te ven mientras te masturbas, que te estiman más si eres virgen o que llevan la cuenta de tus buenas acciones para darte una plaza en un paraíso… tengo mis dudas acerca de si eso es una buena educación, pero cada casa es un mundo: pretender ser libre para enseñar eso es algo que un Estado de Derecho no debería permitir, más allá del foro de lo privado. Hay gente pa tó.
