Mohandas Gandhi decía que «Si quieres cambiar el mundo, cámbiate a ti mismo» y es la mejor frase para definir lo que jamás podrán cambiar el exministro Pepe Blanco y su nueva consultora que, como ya publicamos en Diario16, se presentaba ante las empresas del IBEX35 como capaz de «Transformar realidades», un concepto muy peligroso y una verdadera osadía puesto que transformar la realidad es lo mismo que manipular la verdad, es engañar cambiando lo real por la invención, la ficción, por la inexistencia. Transformar la realidad es mentir, es desigualdad, es violencia, es confusión, es imposición, es doblar la voluntad popular, es dictadura. Es el mismo discurso de los populismos totalitarios de ultraderecha.

A todo esto, hay que sumar en cómo llegó a poner en un serio compromiso al actual Gobierno al afirmar, sin ningún tipo de pudor ni ética, que tenía hilo directo con determinados ministros o ministras, algo que fue desmentido taxativamente por los y las citadas en su dossier de presentación a las empresas del IBEX.

Conociendo la trayectoria de Pepe Blanco, no sorprende en ningún caso que haya utilizado esos métodos para poder captar clientes entre los representantes de las dictaduras privadas que, desde un segundo plano, controlan y, en cierto modo, gobiernan el país. Sin embargo, Pepe Blanco no entiende que ni el carnet de militante socialista ni su condición de exministro o exsecretario de organización le dan acceso al actual Ejecutivo, porque, principalmente, no tiene ni ha tenido relación con el equipo de Pedro Sánchez, ni en Moncloa ni en Ferraz que le hagan merecedor de tener puertas abiertas que sólo lo están en su realidad.

Volviendo a la frase de Gandhi, Pepe Blanco no puede modificar en ningún caso ninguna realidad porque sólo conoce un camino para conseguir sus objetivos y, repasando su trayectoria, esa senda está vacía de ética. Y a estas alturas no va a cambiar.

Hay quien piensa que la realidad sí se puede modificar o cambiar. Sí y no. La realidad no es susceptible de modificaciones, sino que para realizar un cambio hay que crear un nuevo escenario. Cuando una realidad no es buena o tiene deficiencias, la solución no está en cambiarla sino en crear una totalmente diferente. Así es como los cambios son efectivos, no poniendo parches o modificaciones que, finalmente, no solucionan las deficiencias.

Esas nuevas realidades pasan por dar soluciones reales para problemas que afectan a las personas, a los seres humanos, no a las dictaduras privadas: a las víctimas de la violencia machista para evitar de una vez que decenas de mujeres sean asesinadas cada año por criminales y cobardes que tras acabar con una vida se quitan la suya porque su único fin en la vida se ha cumplido.

Desde luego, las propuestas de Pepe Blanco no pasan porque las empresas del IBEX se impliquen en generar una situación en la que su dinero sirva para que los náufragos que no encuentran puerto pierdan la vida en el Mediterráneo, ni que los hombres y mujeres de este país tengan que hacer largas colas para poder comer, mientras esas corporaciones a las que se presenta están preparando planes para recuperarse de lo que han dejado de ganar durante la crisis del Covid19 a través de despidos masivos.

No, desde luego que no. Las soluciones para transformar la realidad serían otras absolutamente faltas de ética.

Vivimos en una sociedad, en un mundo, que necesita un nuevo paradigma, no una modificación del anterior y, por supuesto, no una nueva realidad que beneficie a las dictaduras privadas que se benefician de las agendas de quienes han ocupado puestos de poder. Sin embargo, la agenda de Pepe Blanco va perdiendo contactos que sean efectivos. Ha pasado ya casi una década desde que dejó sus responsabilidades en Moncloa y en Ferraz. Mucho tiempo.

Uno de los errores que se cometieron durante la Transición fue, precisamente, el de no crear una nueva realidad partiendo de 0 sino modificar la existente a través de reformas que dejaron inevitablemente cuestiones en manos de las clases dominantes. La Justicia es uno de los ejemplos más claros, la revolución que quedó pendiente, como la Monarquía. Posiblemente, por la situación sociopolítica, era el único camino sin llegar a una confrontación bélica. Sin embargo, los años pasaron y todo se quedó igual. Nadie se atrevió a dar el paso de transformarlo todo cuando ya los peligros del pasado no lo fueron tantos. ¿Por qué? Porque los poderosos tenían el escenario perfecto, los mismos poderosos a los que se presenta Pepe Blanco.

En consecuencia, ¿alguien piensa que el exministro va a estar dispuesto a cambiar para transformar la realidad como dice en su eslogan? La respuesta ya la conocen.

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