España se convirtió el año pasado en referencia mundial de la lucha por los derechos de las mujeres y por la igualdad real con las movilizaciones masivas, huelga feminista incluida. A pesar del pasado oscuro y nefasto del franquismo, en el que la mujer no era más que una máquina de fabricar hijos y una esclava del hombre, nuestro país se ha ido recuperando y fue una referencia en la lucha por la consecución de los derechos sociales. Todo parecía indicar que el 2018 iba a ser el inicio de un camino imparable. Sin embargo, no es así. El patriarcado no podía aceptar su derrota y encontró como aliados a los partidos políticos que forman el Eje de Colón, cada cual con su nivel intensidad de misoginia.

Las mujeres se unieron con casos como el de La Manada o el de Juana Rivas, salieron a las calles para reclamar algo que la Justicia española no les da porque la sentencia que negaba la violación grupal a una chica en los Sanfermines fue como entregar la patente de corso a todos los maltratadores y violadores de este país. Sin embargo, estos hechos también han servido para unificar a quienes siguen defendiendo el supremacismo masculino, a quienes niegan la existencia de la violencia machista e, incluso, a los que pretenden que las mujeres conviertan sus úteros en máquinas para fabricar obreros y, de este modo, sostener el sistema de pensiones.

Los datos muestran cómo ese machismo estructural está reaccionando de manera violenta, sobre todo porque ahora han encontrado a un partido político que apoya todas sus reivindicaciones. Vox se ha convertido en el aglutinante de quienes no creen en la igualdad real entre mujeres y hombres, de aquellos que siguen pensando que existe una diferencia de géneros y una supremacía del masculino, de los que, en definitiva, están en contra de los derechos humanos porque buscar favorecer la desigualdad no es otra cosa que luchar por quitarle valor al artículo 1 de la Carta Internacional de Derechos que dice: «Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros».

El problema no es que un partido ultrafascista como Vox aglutine a quienes están en contra de la igualdad real de género, sino que haya formaciones que se unan en ese discurso antifeminista por cumplir objetivos electorales. Eso está pasando con el Eje de Colón.

Las mujeres en paro en España son marginadas por el mero hecho de ser mujer ya que, ante una igualdad de capacidades con un hombre, las empresas siempre se decantarán por el varón. Además, si es madre el rechazo a la hora de seleccionarlas se incrementa dado que se incluyen factores de género y tópicos que provocan que, en igualdad de condiciones, los departamentos de recursos humanos se decantarán por el varón antes que por la mujer.

A nivel de abusos sexuales, las cifras son alarmantes. Ha habido un efecto llamada respecto a La Manada y a la poca contundencia de la condena aplicada por la violación a una joven en Pamplona. Los jueces de la Audiencia Provincial de Navarra dieron una patente de corso a los violadores. En 2018 las violaciones se incrementaron un 24% en términos interanuales y, sin embargo, se sigue atacando a las víctimas poniéndolas como las culpables de haber sufrido un ataque contra su libertad sexual.

Más de la mitad de los jóvenes defiende los argumentos del machismo. Esto se ha visto en un informe publicado por la Fundación de Ayuda a la Drogadicción (FAD). Los chicos son mucho más proclives a enfatizar los estereotipos diferenciales y a visualizar las relaciones interpersonales de todos los tipos desde los roles más tradicionales de género y el ejercicio de la dominación masculina. «Esta postura permite que justifiquen mucho más la violencia derivada de este tipo de relaciones de dominación, como grabar o hacer fotos a la pareja sin permiso, amenazar con hacerle daño si le deja, tratar de que no vea a sus amistades, decirle que no vale nada o controlar permanentemente dónde está», señala el informe.

Por otro lado, nos hallamos ante la difusión de vídeos que hacen apología o inducen a la violencia machista, según un informe publicado por el Consejo Audiovisual de Cataluña. Incluso se llega a justificar a los maltratadores o a los asesinos machistas. En otros casos en Internet se pueden encontrar contenidos que explican las reglas que debe seguir un hombre para pegar a su mujer, e incluso vídeos de niños simulando escenas machistas.

Además, los asesinatos machistas no cesan. Por mucho que en el año 2018 se haya registrado, según los datos oficiales, la cifra más baja desde que hay estadísticas, fueron asesinadas 47 mujeres en España.

El Eje de Colón, con Vox a la cabeza, intenta destruir los avances del movimiento feminista. Ya ha lanzado la semilla de poner en duda las cifras de asesinatos y a las asociaciones que luchan por defender los derechos de la mujer las han empezado a llamar «chiringuitos». Se pretende poner en duda las leyes de género porque provocan desigualdad y estigmatizan a los hombres, cosa que no es más que la utilización burda de los medios de propaganda nazis por los cuales la simplificación de las ideas hace que calen antes en el pueblo.

Ante esta situación en la que los defensores del patriarcado y el supremacismo varonil se han unido para destruir la lucha por la igualdad real, el movimiento feminista está enfrentado en discusiones de matiz, en debates generados, en algunos casos, por los propios misóginos que quieren a las mujeres sometidas como en la Edad Media. No se puede caer en esa trampa y el movimiento feminista debe seguir unido para lograr, en primer lugar, la igualdad y, una vez conseguida, mantener los debates ideológicos que se quieran. Si no, ellos habrán ganado.

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