Esta semana los titulares de los medios de comunicación han venido de nuevo a poner luz y taquígrafo sobre la corrupción que a modo de pandemia se sigue extendiendo hoy por una España famélica de dignidad y justicia. La detención del alcalde de Granada José Torres Hurtado o la investigación abierta por parte de la Audiencia Nacional contra Ausbanc y el Sindicato Manos Limpias han mostrado la peor cara de un país que se deshace hoy por las alcantarillas de la podredumbre del patriotismo de hojalata que en forma panameños papeles evidencia el cinismo de un país que necesita de manera urgente un reinicio completo que en forma de pacto de estado haga converger a partidos políticos, actores sociales, sindicales, económicos y culturales en la configuración de una nueva hoja de ruta que permita dotarnos de un nuevo marco de convivencia y progreso para afrontar los retos que como nación tenemos delante.

Pero para ello, para lograr con éxito el transito en esta senda del cambio, los ingredientes de la regeneración y el pacto en forma de consenso a favor del interés general se muestran como fundamentales, básicos para frenar el desgaste permanente que hoy sufren las instituciones públicas, económicas, sindicales o sociales tras una crisis económica que ha venido acompañada de otra aún peor, esa que afecta a la credibilidad pérdida de quienes deberían liderar un país desde los diversos ámbitos de transformación que toda nación necesita.

Y es que la corrupción no es patrimonio de la denominada “ Clase política” sino que la misma se ha infiltrado en el ADN de una sociedad de picaresca postre en donde ya el pelotazo, el tiki taka de la corrupción en forma de Offshore , paraíso fiscal o factura sin IVA en su traducción más de andar por casa configuran un país en donde el regate corto a los impuestos y el pelotazo se muestra como permanente desde el Siglo de Oro español en donde ya Francisco de Sandoval y Rojas, Duque de Lerma hacía de las suyas haciendo de la prevaricación y el tráfico de influencias una máxima en la corte de Felipe III. Por ello, enfrentar el reto de acabar con los vicios de la España del Siglo XXI es transformar al mismo tiempo el alma de un país aquejado a lo largo de la historia del mal endémico de la picaresca como valor.

Son así de esta forma diversos los cambios que la presente legislatura deberá abordar con la configuración de un nuevo marco constituyente de la que debe ser una segunda transición forjada desde el acuerdo , transformaciones en ámbitos públicos que apuesten por pactos de estado en materia educativa o economía, campo este en donde la innovación deberá ser el elemento de progreso y generación de riqueza para las generaciones de presente y del futuro . Y junto a ello , la generación de nuevos modelos de participación pública y de transparencia de la gestión pública con la inserción de mecanismos correctores en el sistema que hagan posible la pulcritud en la administración de la “res pública” sin coartar al mismo tiempo la llegada a la política de quienes desde la capacidad puedan aportar lo mejor de si mismos a las instituciones Son sólo estas las líneas maestras que deberá recorrer nuestro país para afrontar con garantías los retos y desafíos del presente y del futuro, hoja de ruta que sólo será viable desde el consenso de una ciudadanía que debe creer e ilusionarte con el sueño de una España diferente alejada de la corrupción, el desfalco, el cainismo o el interés particular frente al general, una España en donde la capacidad se premie por encima de la mediocridad , donde las luces se muestren con más fuerza en definitiva que las sombras de una España hoy podrida y decrepita.

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