Escribe San Pablo que el amor es paciente. Y no es raro encontrar en la tradición cristiana numerosas alusiones a una de las virtudes más nobles y preciadas. Pero, ¿qué significa la paciencia? Pensando en ello, mientras mi paciencia aguardaba a las musas que a veces se hallan remolonas en la esquina de mis palabras, me vinieron a la mente unos versos que en mi juventud tenía sobre mi escritorio. Estoy segura de que usted, mi querido lector, los conoce, pero los traigo de nuevo ante sus ojos porque son un maravilloso refugio. Dice así Rosalía de Castro en “Busca y anhela el sosiego”:

“Busca y anhela el sosiego… /mas… ¿quién le sosegará? / Con lo que sueña despierto, /dormido vuelve a soñar. /Que hoy, como ayer y mañana/ cual hoy, en su eterno afán, /de hallar el bien que ambiciona/-cuando sólo encuentra el mal-, / Siempre a soñar condenado,/ nunca puede sosegar”.

La paciencia es exigente, a veces desagradable, es enemiga de la ausencia y del tiempo, a veces incompatible con el ahora y por tiempos desdeñosa. Sin embargo, no es en sí misma ese plazo de tiempo en el que esperamos anhelantes que el amor se transforme en lo que a cada quién le conviene; no es el sueño que esperamos alcanzar en nuestra trayectoria profesional; no es el argumento que esgrimimos para dejar pasar la cándida adolescencia de nuestros hijos, o el enojo que a veces agría el carácter en el invierno de los días. La paciencia es el infinito acto por el que se ejercita un alma a través de la actitud serena ante los hechos. Es la aceptación de que las cosas están bien como están, hasta el renglón siguiente de la vida. Podría decirse que la paciencia se mueve en tres escenarios de batalla: la paciencia con el prójimo, quien tantas veces nos arroja a un pequeño infierno cotidiano; la paciencia con nosotros mismos, que no siempre estamos a la altura de lo mejor de nosotros, y la paciencia para con Dios o los dioses, que sólo hemos visto en lo mejor de nuestro propio corazón. Y hoy más que nunca parecen habernos abandonado.

Al mismo tiempo, la paciencia es ingrata, arrogante y presumida, cuando de ella depende que sobrevivas hasta que llegue la hora feliz. Esto me lleva al hermoso verso “siempre a soñar condenado”. Llevamos un año muy largo ya, obligados a tener una paciencia infinita, primero por permanecer en nuestros hogares, segundo por admitir con inmenso dolor, las pérdidas humanas y económicas que se quedaron en el camino, tercero porque es muy difícil demostrar lo que sentimos en la distancia, y luego soportar esa incertidumbre hacia el mañana que nos pone a prueba cada día. Así, podría seguir enumerando una lista interminable de situaciones que acreditan que la paciencia es ingrata, mucho, salvo que la búsqueda de esta paciencia necesaria que la vida nos exige, hoy más que nunca, se refugie en las faldas del amor verdadero.

Al final, San Pablo va a tener razón, y resulta que la clave para sobrellevar los avatares de esa búsqueda continua a favor de lo que anhelamos, se oculta en ese amor paciente y silencioso. Pero nunca inactivo, usted sabe a lo que me refiero. ¿Quién no ha apretado la cabeza contra la almohada deseando que ésta cobrara vida y te ahogara la pena? Estamos solos, pero quizá sea ahí donde se encuentra la paciencia ilimitada de sabernos hechos de amor. Un amor que perdura en el tiempo y en el espacio, que nunca deja de habitar en nosotros y retoza cada noche con el reposo del cuerpo. Así, con la paciencia de nuestra actitud positiva, aceptando pérdidas, anhelos y despropósitos, nos vamos creciendo en espíritu, sin darle concesión alguna al miedo que destruye y nos hace tan vulnerables en esta época.

Esta columna nunca pretenderá ser un consejo al viento que lleva ecos de mis reflexiones. Es mi canto a la vida, a su vida que, siendo bien distintas o quizás no tanto, se cruzan en este justo instante en el que mis dedos se deslizan por el teclado y sus ojos reciben el pequeño fulgor de mis palabras.

Siempre suya.

5 COMENTARIOS

  1. Bonitas palabras nos deja la escritora Cruz Galdón que nos invitan a reflexionar.
    Yo lo he entendido asi: PACIENCIA+AMOR=BIENESTAR EMOCIONAL

    Estoy muy de acuerdo. Lo dice un impaciente que sabe de las nefastas consecuencias de no tener paciencia ante las circunstancias que se nos presentan en la vida.
    Gracias Cruz

  2. Excelente columna. Sí, la paciencia es un viaje permanente en nuestras vidas. Es el arte de no bajarse antes de tiempo. Cuando te cuentan algo con tanta razón y tan bien escrito, uno se vuelve a mirar al autor. Y entonces lo entiendes todo. Claro, es Cruz Galdón. Bravo.

  3. Cuando una escritora se deja llevar por su sentir, salen palabras muy sabias que siempre acompañan a reflexionar. Para mi la paciencia es saber esperar el momento, la persona y la acción adecuada a lo que verdaderamente necesita el corazón.

  4. La paciencia, una cualidad que requiere de toda una vida para aceptarla, entenderla y sacarle el máximo partido. Ingrediente imprescindible para sobrellevar esta pandemia, junto al amor, su pareja indiscutible. Bendita pluma la suya, Cruz. Me tiene rendida a sus pies. Feliz domingo

  5. La paciencia, necesaria hoy ante una realidad no querida, la define con pocas y precisas palabras Cruz Galdon en su excelente nota que permite que un impaciente, tal mi caso, sobrelleve mejor, tratando de renovar esperanzas en el nuevo futuro cierto que espera más allá de las sombras que se abaten sobre el presente.
    Nuevamente hoy, la excelsa pluma de una pequeña escritora, nos ayuda a reflexionar sobre la innegable virtud de la paciencia.
    Gracias Cruz, otra vez y, otra vez, gracias Cambio 16 por presentarnos estos escritos que surgen del corazón y del alma de una Mujer cuya calidez se hace notar en todos los párrafos, puntos, comas y silencios de su redacción.

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