Al señor de los tiempos, al señor de la luz ontológica, al señor de la existencia; los cabellos gitanos, divinos de Camarón de la Isla- y la célula, y la molécula, y el cuerpo, y la galaxia, y el universo, y el Ser, y el SerX2, y el SerX3- flotan sobre la guitarra de los mares; flotan sobre la sangre de Cristo, y las aguas que decoran la cabellera de Dios.

Camarón es Dios, ante el caos, ante los tratados musicales que han bailado y cantado sobre España; ante la musicalidad de la existencia, ante el temperamento científico del cantaor, ante el delante de la estética apocalíptica: Génesis y Apocalipsis:

Nace y muere Cristo, ante la voz de su espejo:

Camarón, el hermano andaluz de Cristo.

El hermano fraternal que ha sufrido, en la era posmarxista, las miserias de lo humano; la mala fe lo humano; la rabia y la miel de lo humano; las alegrías y los cantes de lo humano; el logos de lo humano; el egoísmo de lo humano.

Pero, el hermano fraternal ha elevado su cante a los dioses; a los dioses de la identidad gitana- humana-universal que han retratado a Camarón de la Isla con el Si y el Sol.

Más allá del logos, el hijo de Juana Cruz Castro ha elevado su cante sobre la banalidad de las discográficas; la falta de humanismo de lo primitivo, y los humos, por la mística de la supraconciencia.

¿Humo?, pregunta el cigarro heideggeriano-sartriano de Merlau-Ponty.

¡Sí! Los humos del caballo capitalista dibujan, en tu rostro, la luna- luna, ¿tú no estás cansada de girar al viejo mundo?- y las callejuelas de San Fernando. El caballo dibuja su humo oxidado, sobre los intereses de las pesetas y la desintoxicación y las familias sufridas y las lágrimas de la plaza-esposa dolida de Ella.

Él y Ella; Dios y Diosa que renuncian a su divinidad- en este mundo-, por los salmos evangelistas de la Iglesia de Santa Cristina.

¡Bendito, glorificado en la alegría, elevado a los cielos por los sesenta y siete pájaros de La Negra y Lole y Sikabi!

Hundido hasta cuello, termina una bala caída del aire al suelo camaroniano, mientras la angustia y el dasein escribe; canta esta melodía a:

Camarón de la Isla.

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