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La odisea de vivir con más gastos que ingresos

Javier Rojas
Javier Rojas
Periodista alicantino graduado por la UMH. Ha colaborado en otros medios como El Televisero o El Periódico de Villena. Ha sido director de gabinetes de prensa de organizaciones públicas como FAAVV Elche y ha trabajado como presentador del programa matutino de radio Despierta UMH. Su formación no cesa y actualmente se encuentra preinscrito en un máster sobre las Nuevas Tendencias en la Comunicación. Ha colaborado en otros medios nacionales como Radio Bost. Siempre dispuesto a crecer y a seguir aprendiendo.
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análisis

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Cada mañana, cuando le suena el despertador, comienza una nueva odisea. En este pequeño pueblo del interior de Almería, Conchi (nombre ficticio), lucha por sobrevivir. Sin trabajo, cobrando un subsidio de 416€ mensuales, con una hipoteca, un hijo, y una madre que le ayuda a sobrevivir.

Aunque no era gran cosa, Conchi trabajaba como camarera hasta marzo de 2020. Cobraba unos 900€, algo menos del Salario Mínimo, aunque a ella le bastaba para poder alimentar a su pequeño y pagar los gastos de la casa. Cuando el mundo entero paró, ella se quedó sin trabajo. Por suerte, tenía algo cotizado y pudo recibir cuatro meses de paro, pero eso se acabó, y solo recibe una pequeña ayuda de la Junta de Andalucía de poco más de 400€ mensuales.

No le salen las cuentas. Paga 240€ de hipoteca y la última factura de la luz, todavía sin el gran subidón de agosto, sumaba algo más de 95€. Conchi ya solo disponía, a mitad de julio, de 81€ para pasar lo que quedaba de mes, sin tener en cuenta los gastos que supone un hijo de siete años y los propios de una casa, como el agua, la comida, la ropa, o el colegio de su pequeño.

“Llevo 11 meses en negativo. Gasto más de lo que ingreso, sin caprichos, sobreviviendo”. Por suerte, Conchi tiene la ayuda de Luisa (nombre ficticio), su madre, que le ayuda económicamente con lo que puede. Ella cobra algo menos de 700€ de pensión de jubilación, y reconoce que suele darle unos 300€ mensuales a su hija. A Luisa tampoco le salen las cuentas.

“Mi mayor gasto es la hipoteca, pero todavía me quedan seis años”. Conchi ha intentado renegociar una hipoteca a más años y de menor importe mensual con su banco, aunque el director de su oficina se niega a flexibilizarle esta deuda, a pesar de que ella, asegura nunca ha dejado un mes sin pagar. “Cueste lo que cueste, mis hijos y mi casa siempre van por delante de mí”, asegura la andaluza.

Lo único que Conchi pide es “un trabajo” para poder ingresar, al menos, lo que estaba ingresando antes de la pandemia, y así poder “asegurarle un futuro digno” a su hijo. El mayor temor es el fallecimiento de su madre: “Cuando mi madre no esté, sin su gran ayuda, y si mi situación económica sigue así, no sabré qué hacer”.

La historia de Conchi es solo una de las muchas que, día a día, luchan en nuestro país por un futuro mejor. A principios de agosto, 190.000 madrileños dependían de las “colas del hambre”. Es decir, un 5,89% de la población de la capital viven gracias a donaciones de bancos de alimentos que les permiten tener algo en la despensa.

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