economía

La Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) afirmó en el día de ayer que la economía española corre el riesgo de quedarse descolgada de la recuperación de la crisis provocada por la pandemia. El organismo hizo hincapié en que España muestra debilidades cuando otros países están experimentando un fortalecimiento de sus perspectivas. Además, hace esta advertencia por un leve retroceso de 0,63 puntos en el CLI, un índice diseñado para anticipar puntos de inflexión en la actividad económica.

La OCDE es uno de los think tank que más ha defendido las reformas económicas derivadas de las teorías neoliberales y, por tanto, mientras en España haya un gobierno contrario a ese tipo de recetas que tienen como objetivo, entre otras cosas, el debilitamiento de los Estados para abrir nuevos nichos de negocio para las grandes corporaciones mundiales.

Sin embargo, lo que la OCDE no indica en su informe es que la economía española quedó muy debilitada tras los años de gobierno del Partido Popular, años en que se aplicaron todas las recetas neoliberales posibles e, incluso, las imposibles. Los recortes al Estado del Bienestar debilitaron la protección social que se espera de cualquier democracia que no esté infectada de las recetas basadas en la defenestración de lo público para ponderar lo privado.

La OCDE olvida también cómo la reforma laboral de 2012, la que tantos elogios ha recibido por parte de los sectores empresariales (no en vano fue diseñada por la patronal) ha generado una precariedad en el mercado de trabajo que la clase trabajadora se encuentra absolutamente expuesta a cualquier crisis que pueda surgir. Además, los niveles salariales continúan por debajo de los que existían en España hace 20 años. Precariedad, salarios por debajo del umbral de la pobreza, explotación laboral, economía sumergida. Esa es la consecuencia de las políticas neoliberales aplicadas por el PP y que fueron impuestas, en cierto modo, por la UE y otros organismos supranacionales como el FMI y la propia OCDE.

El sistema financiero también quedó muy debilitado por las políticas de Luis de Guindos quien se plegó a los requerimientos de los bancos de inversión, de dónde él procedía. Su incapacidad para entender el funcionamiento de la banca comercial es supina, su capacidad para destruir es enorme, como demostró. Aunque su obligación era mantener y vigilar la estabilidad financiera, nunca se preocupó de ello, expandiendo rumores sobre la salud del sector y de las entidades que le convenía atacar, como antes había hecho con el prestigio del Banco de España. Sus off the record con los medios son recordados por su locuacidad malsana. Esto es un verdadero acto de falta de patriotismo. Además, Luis de Guindos contribuyó a la destrucción del sistema hipotecario español, alentando el populismo y enardeciendo a los jueces, que se han sentido justicieros, y cuyas sentencias han tenido y tienen consecuencias que nos afectan cada día.

Sobre la economía, si Guindos no hubiese destruido el prestigio del Banco de España, hubiese habido recursos para enfrentar la crisis con más fortaleza, si se hubiese optado por una solución a la canadiense, otorgando una garantía pública a las hipotecas que cumpliesen con unos requisitos, los bancos y las cajas hubiesen liberado capital con el que financiar a las empresas en la crisis, si Guindos supiese algo del funcionamiento de la economía, se podía haber hecho algo por la reindustrialización del país e incentivar el dinamismo empresarial.

Sin embargo, las organizaciones económicas atizan a España porque es el único gobierno que, de momento, no se ha plegado al 100% a las soluciones neoliberales que ahora pretenden profundizar las reformas impuestas en la crisis de 2008. Las clases dominantes no pueden permitir que el mundo conozca que hay un modo de entender la economía desde la justicia social y, por ello, provocan el pánico para socavar las posibilidades de recuperación de España.

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