La muralla

Cantaba Quilapayun La muralla. He sentido una necesidad imperiosa de escucharla, a todo volumen, después del debate / del no debate de la SER a los candidatos a la presidencia de Madrid.

Pablo Iglesias se ha levantado. Por dignidad. Porque ya está bien. Porque la democracia es para demócratas, y con ella hemos de construir una muralla que proteja a todas y a todos, «juntando todas las manos» para hacer que aquellos que odian, que mienten, que sólo piensan en su propio interés, queden fuera, lejos. Porque los fascistas se aprovechan de la democracia para entrar, por esa puerta abierta, y una vez dentro, reventarlo todo y echar a todos los demás. No se puede caer en la trampa de entender que la libertad de expresión ampara al odio, ampara a la mentira, ampara al acoso, ampara a las amenazas. No. La democracia debe protegerse a sí misma.

Mucho han tardado, en mi opinión, Gabiolondo y Mónica García en seguir los pasos de Iglesias mientras Angesl Barceló intentaba mantener a toda costa el debate. Tenían que haberse levantado junto a Iglesias en ese mismo instante. Sin embargo, dejemos el beneficio de la duda razonable ante una situación tensa, en la que posiblemente pensaran que Pablo volvería a la mesa para retomar el diálogo y entre todos, poner en su lugar a Monasterio.

En vista de que esto no sucedía, han sabido reaccionar, y tanto Gabilondo como García han anunciado que se retiraban del debate, por lo que Barceló ha decidido suspenderlo mientras Edmundo Bal pedía de rodillas que se quedasen. Buen repaso le han dado a este equidistante que se empeña en querer equilibrar una balanza inexistente: porque en democracia no hay lugar para el fascismo, el totalitarismo, ni el odio. Y mucho menos en una democracia débil como ha demostrado ser la española.

Las elecciones del 4M son el momento para que la ciudadanía madrileña de muestras claras de su talante demócrata. De una vez por todas, es el momento de iniciar un camino contundente que sepa sacar de las instituciones democráticas a los antidemócratas. Basta ya de medias tintas, basta ya de esta timorata actitud que le abre la puerta a quien quiere acabar con el edificio.

Es hora de construir diálogo en este país entre las personas demócratas, que son muchas. Basta ya de que el fascismo se cuele por las grietas, tan abiertas todavía, para seguir generando odio entre los pueblos, entre sus gentes.

Y dicho sea de paso: ¿dónde está el Rey? ¿Acaso ha salido a abrir la boca ante las amenazas de muerte recibidas por el ministro del Interior, por el ex vicepresidente del Gobierno o por la Directora General de la Guardia Civil, que provienen, presuntamente, de alguien muy cercano a las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado? No ha dicho nada. Silencio. Mucho corrió para pronunciarse aquel 3 de octubre, para posicionarse del lado de la represión más vergonzosa y vergonzante contra el pueblo soberanista catalán. Silencio ahora cuando debe aparecer para condenar la violencia y el atentado contra la democracia.

Que si no salimos a la calle, unidas por la democracia, plantando cara al fascismo y a quienes lo sostienen, esto no es una democracia de verdad. Que lo tengamos claro, por si se nos sigue llenando la boca.

Salgamos, juntemos todas nuestras manos, y cerremos la muralla al fascismo.