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La migración, bondades y limitaciones

Jorge Zavaleta Alegre (Lima)
Jorge Zavaleta Alegre (Lima)
Corresponsal en Latinoamérica
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análisis

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En México y EEUU viene creciendo el interés por el estudio de los asuntos fronterizos. Como ocurre en todas las fronteras internacionales, su variedad y complejidad convierten en un  tema para reforzar los valores de la fusión de culturas y en esta oportunidad la unión de niños que esperan reunirse con sus padres.

Pero, consideramos que es un pensamiento demasiado conservador  e inhumano que la principal autoridad  de Texas, identificado como republicano, reste valor e importancia a la  labor que ha asumido, con prioridad,  el  equipo del presidente Biden y de la vicepresidenta  de lo EEUU elegidos en un proceso impecable.

En Juárez como en El Paso, ciudades de frontera que marcan la historia entre EEUU y México,  es posible comprobar  la importancia de su convivencia a lo largo del tiempo, la vecindad inmediata de dos comunidades nacionales separadas por la geografía y su dependencia de dos Estados, que antes formaron una sola.

La investigadora social Maya Lorena Pérez Ruíz nos habla  de los múltiples rostros de la identidad en Ciudad Juárez, más que un mosaico plural de poblaciones con diferente situación social, económica y cultural, como podría suponerse, es un espacio donde tales diversidades se confrontan entre sí, y cada quien busca su sobrevivencia y reproducción.

Esto no quiere decir que cada quien permanezca aislado y puro en su especificidad social y cultural. Por el contrario, significa que en esa cotidiana confrontación y adaptación al medio, cada quien se apropia, adapta o pierde elementos culturales, tanto como conserva, pierde o adapta su identidad.

La población estudiantil: mitos y realidades de su origen. Visitemos la Universidad Autónoma de Ciudad Juárez. Se localiza principalmente en la parte oriente de la ciudad. Sin embargo, no todas sus instalaciones se encuentran en un solo lugar. Los estudiantes de ciencias sociales,  las instalaciones hospitalarias, la Central de Autobuses, la Rectoría y el área de ciencias biomédicas están al sur. Al oriente, están los múltiples rostros de la identidad en Ciudad Juárez del lienzo charro, área que agrupa las carreras de Arquitectura e Ingeniería.

La composición del estudiantado, según encuestas, indica una superioridad numérica de hombres respecto a las mujeres. Como en muchas regiones, la mayoría de los estudiantes de universidades públicas corresponden a estratos sociales medios. Difícilmente van a ella los hijos de los empresarios, comerciantes y funcionarios más ricos, como tampoco lo hacen los hijos de los obreros, peones o técnicos que ocupan los niveles de ingresos más bajos.

En consecuencia, en la historia de esta ciudad fronteriza, sólo el 47 % de los encuestados nacieron en Ciudad Juárez. El resto es originario de algún otro lugar de Chihuahua,  a excepción del 1% que nació en el extranjero, son oriundos de otros estados de la república. Pocos son los que se autoidentifican como migrantes o de padres migrantes. De ahí que no perciban los problemas y todo lo que se dice de este tipo de población.

Esta realidad es interesante, ya que la mayoría de los estudiantes encuestados reconoce como inmigrante a cualquier persona que, con o sin su familia y sin importar la profesión, deja su lugar de origen para residir en otro.

Contradictoriamente, las opiniones acerca de las causas que provocan el abandono del lugar de origen corresponden más al perfil del campesino que al de su propia familia. La principal  actividad de los padres es el  comercio, dueño de taller de algún oficio y en menor proporción, empleado o burócrata industrial.

Únicamente un 5% se reconoció como hijo de productores agropecuarios,   de técnicos u obreros especializados. Respecto a la ocupación de la madre, más del  80 % reconoce que ésta no trabaja, el resto menciona que es comerciante,  profesional,  empleada o burócrata. Solo  el 10% respondió que su madre era obrera o asalariada.

A finales de la década de los cincuenta, Estados Unidos permitía la entrada de aproximadamente medio millón de inmigrantes mexicanos al año, de los cuales 450.000 entraban con visados de trabajo temporal y 50.000 llegaban con visados de residentes permanentes.

A mediados de los años sesenta, los cambios en la política migratoria de Estados Unidos realizados en nombre de los derechos civiles redujeron drásticamente las oportunidades de entrada legal a Estados Unidos. Se eliminaron los visados de trabajo temporal y se limitaron los visados de residentes a 20.000 por año.

En una encuesta del 2006, la mitad de los adultos estadounidenses opinaba que “los inmigrantes eran una amenaza para los valores del país” y que “la población debía estar protegida para enfrentar la influencia extranjera” mientras que en el año 2000 únicamente el 38% de la población pensaba que los inmigrantes eran “una carga para nuestro país”.

Han pasado los años y los inmigrantes siguen observando la discriminación en contra de los hispanos como un problema mayor en Estados Unidos.

En resumen, la migración ilegal aumentó después de 1965 no por causa de una oleada de inmigración de mexicanos en sí misma, sino a causa de haber cancelado el programa de trabajo temporal y haber restringido el número de visados permanentes de residencia a 20.000, dejando sin una vía legal a los flujos ya bien establecidos. La inmigración legal anual proveniente de México permaneció por debajo de 50.000 hasta el inicio de los años 1970 pero a partir de entonces empezó a fluctuar entre 50.000 y 100.000 inmigrantes anuales. El número de inmigrantes legales pudo exceder el tope de 20.000 establecido por ley ya que los padres, las esposas y los hijos menores de ciudadanos de los Estados Unidos estaban exentos de cualquier tipo de limitación numérica. Esta exención era insuficiente para absorber la demanda de visados de entrada originada por la finalización del Programa Bracero.

Si la intención del congreso y las diversas administraciones en décadas pasadas fue detener la inmigración ilegal y desincentivar la inmigración legal, fallaron sus esfuerzos y, además, resultó ser una medida contraproducente porque se generó una población más grande y dispersa geográficamente de inmigrantes ilegales, que la que hubiese existido, y aumentó el número de personas candidatas que podían obtener un visado legal de residencia.

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