La orden ejecutiva de Donald Trump sobre los inmigrantes en la que las familias podrán estar juntas mientras esperan juicio, parece más un parche para tapar el griterío que muchos medios de comunicación, asociaciones y cientos de miles de ciudadanos, han puesto en el aire, que una saludable y coherente intención de proponer soluciones humanas a la inmigración.
Los inmigrantes siguen llegando, y no hay certeza alguna de que no sean separados, en uno u otro modo, padres e hijos. La realidad de los servicios fronterizos nada tiene que ver con dicha orden. La realidad en la frontera es otra y Donald Trump lo sabe.
Además, hay que tener en cuenta que, el actual presidente de los Estados Unidos, varios días después de firmar dicha orden, asistió y promovió un acto en el que se asociaba inmigración y crimen sin complejos. Y en el que se recalcó de manera reiterada y provocativa el origen extranjero y sin papeles de los asesinos, como si el hecho de ser oriundo y poseer papeles en regla en USA no produjera asesinos, ladrones y terroristas, en un país donde las muertes por armas de fuego está a la orden del día a manos de los propios ciudadanos estadounidenses.
Por otro lado, los diferentes juicios a los que se someten los inmigrantes, con las consiguientes incertidumbres de lo que sucederá con ellos y sus hijos, no queda resuelto ni indicado en dicha orden ejecutiva, y es que la misma presenta demasiadas lagunas y vacíos legales. Por ejemplo, los niños no pueden permanecer detenidos junto a sus progenitores mientras esperan juicio. ¿Y entonces?
Es evidente que la orden ejecutiva es un parche para acallar el griterío, y que, Donald Trump, va a proseguir en su estrategia inhumana sobre los inmigrantes.