La marcha por la corrupción

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A días del comienzo de gobierno de López Obrador se vive una inédita crítica a un gobierno que todavía ni ha comenzado formalmente y ya hasta manifestaciones ha generado lo que podría ubicarlo como un gobierno de oposición.

La marcha de los grandes intereses realizada el domingo 11 de noviembre en la Ciudad de México se ha definido como la marcha fifí por ser el adjetivo de López Obrador expresado desde su condición opositora a la prensa adicta al poder, prensa fifí.

Las fuerzas de la reacción han asumido el concepto por considerarlo opuesto a lo que representa López Obrador, se asumen fifís porque para ellos el que ve la miseria como consecuencia de la opulencia es un loco cuando es opositor o un tirano cuando asume el poder.

En realidad, se definen fifí para ocultar lo que son, son la derecha que aborrece al simpatizante de las ideas de libertad e igualdad, a este lo llaman chairo seguidor del gobierno de López Obrador, una derecha que está dispuesta a combatir al nuevo gobierno al margen de la lucha institucional.

Marchar y salir a las calles es un derecho esencial de las más elementales democracias, pero detrás de esa manifestación hay muchas preguntas y debe dejarse de lado su desangelada convocatoria, lo que debe llamar la atención es que están dispuestos a sostener como legítimos sus corruptos intereses.

Es kafkiano que la gente se manifieste en favor de negocios corruptos y sin embargo eso es lo que sucede en México, los grandes intereses llaman a protestar en contra de la legalidad y pisaron la calle sin agenda, sin gente, sin más proyecto que defender sus corruptos negocios.

Más que la marcha fifí debe reconocerse como la marcha por la corrupción, en México la corrupción es tal que hasta derechos reclama, por más pobre que haya sido su convocatoria el hecho de que la derecha se congregue en las calles bajo la supuesta lucha contra el autoritarismo debe ser motivo de alerta.

El renacer democrático que representa el resultado de la elección del 1 de julio es amenazado por la reunificación de la derecha, es evidente que su sueño más que recuperar el negocio del aeropuerto de Texcoco es derrocar a López Obrador y con él la esperanza de un gobierno en favor de los intereses nacionales.

Macri y Bolsonaro son los referentes de esta derecha que quiere empatar su línea con la lucha de la derecha en Venezuela, identificar a López Obrador con Nicolas Maduro es su estrategia, no hay mucha creatividad, sin embargo, tienen el poder de la prensa y mucho dinero para ir escalando la protesta.

La historia y los hechos recientes en Brasil confirman que los pobres pueden odiar a quien vela por sus intereses al grado de votar por sus tradicionales verdugos y esto debe ser suficiente para dejar de minimizar la marcha fifí.

Esta protesta reaccionaria sólo es indiciaria de que la derecha mexicana se reagrupa y está a dispuesta a poner sus recursos al servicio de la sedición, es evidente que los métodos institucionales, legales y éticos salen sobrando cuando se tiene la iniciativa de convocar una marcha por la corrupción.

¿En qué país se marcha cínicamente por la corrupción?

La pobreza de la derecha mexicana es asombrosa, ni Donald Trump ha llegado a semejantes excesos para defender sus intereses, una marcha por la transa es realmente motivo de alarma.

La consulta del aeropuerto es lo que encolerizó a la mafia, es la expresión del pueblo lo que les pesa, por eso no dudan en apostarle a la subversión del orden constitucional.

Contra la reacción no hay más receta que democracia, la máxima de sólo el pueblo puede salvar al pueblo debe llevarse hasta sus últimas consecuencias para frenar la perversión de la reacción, de lo contrario no estamos lejos de ver protestas en las que los pobres sostengan pancartas y carteles en defensa de los banqueros.

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