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La manipulación y la intramanipulación

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análisis

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Si tú te encontraras con Galileo, el único idioma que aceptaría para hablar de la realidad sería el de la razón; y, el único idioma que aceptaría para hacer justicia o para no impedir el bien, sería el de la razón. En consecuencia, es la razón ése lenguaje único y exigible que se remite exhaustivamente a la realidad, o sea, que solo vive por la realidad o solo consiste o existe en la realidad. ¡Nada más!

En una sociedad, al fin y al cabo, nadie puede decir que va a hacer leyes sin la razón, nadie puede sensatamente decir que va a evitar alguna injusticia sin la razón, nadie puede decir (al menos con dos deditos de frente) que va a decir algo con sentido o sin perturbación mental sin la razón y, además, nadie puede decir que va a dar informaciones sin la razón. ¡Obvio!

Es, pues, la habilidad racional (o la capacidad racional o, sin duda, la misma cualidad racional) la que permite la progresiva carencia de errores durante la vida de un ser humano y, también, la que permite las consecuciones (en bienes) de una sociedad. Y, a su vez en virtuosismo, la que no permite de ninguna manera la confusión o la malinformación o la manipulación.

Pero la manipulación actúa socialmente desde dentro, con o a través de esos mismos intereses creados que mueven (con engranajes manipuladores) casi inevitablemente a la mayoría de los seres humanos; y ahí la manipulación actúa desde el mismo lenguaje dictado por poder y prejuicios, desde la misma cultura o desde la misma incomprensión social de una época; por eso habría que hablar siempre de… intramanipulación.

No obstante, la intramanipulación en la sociedad derrota totalmente a la razón, a la ética, a cualquier equilibrio o a cualquier esperanza de bien. La intramanipulación es, también, el blanquear todas las mentiras por unas necesidades creadas o idealizadas falsamente de la sociedad; esto es, es impedir que cada cosa sea lo que es sin factores de enturbiamiento o de negacionismo.

En una profundización, como primero diré que, en un contexto real cualquiera, los componentes-protagonistas han de usar en sus interacciones un mismo idioma por subsistir o porque se sustenten en algún equilibrio o en algún funcionamiento constante. En claridad, todos los elementos que interactúan en un contexto real han de hablar por obligado el mismo idioma para que sean consecuentes con la realidad. He ahí que la naturaleza tiene para sus componentes unas mismas reglas o un mismo idioma para que, todos sus componentes, continúen siendo naturaleza sin que se llegue a manipular o a alterar ése camino natural o esencial.

Lo mismo hace la razón con la realidad, sin duda, por lo que solo funciona como idioma de la realidad, evidenciando que algo está en tal hecho real o proviene de tal hecho real (en una causa muy singular contextualmente o muy determinada), no admitiendo confusiones o intoxicaciones de líos-caprichos humanos, pero aprovechados en tales consecuencias.

Y digo “aprovechados” porque la manipulación siempre tiene que ver con un aprovechamiento individual de una confusión social creada. Sí, la manipulación desarrrolla muchos aprovechados, pero solo unos aprovechados en concreto de que alguna confusión funcione socialmente al mismo tiempo de que ellos son máximos beneficiarios.

En resumen, no existe manipulación sin un éxito social de alguna confusión; lo que significa que es solo la razón la principal enemiga o es el mismo antídoto para cualquier manipulación, pero en claro la razón llevada a la sociedad por unas personas que son las que se han esforzado porque sea razón y no (en manipulación) otra cosa. El hacer el bien siempre tiene su depuración y su rigor.

También, para que no exista manipulación, tú no puedes descuidar tu hablar o tu “idioma de no manipulación” que es el racional; en tanto que, si te sales de tal racionalidad, ya en obviedad o en consecuencia está manipulando, ¡siempre así estás manipulando!  Por eso, no puedes decuidar tus frases hasta el punto de que sean irracionales o estúpidas, sin ningún sentido.

Es el caso de cuando tú dices que tal hecho o dicho es “desafortunado”. ¡No!, ni loco puedes decir eso, pues lo afortunado habla del azar, pero todo hecho humano está racionalmente sujeto a la responsabilidad o es debido siempre (directa o indirectamente) a “su responsabilidad” (como concausa). Por ello, decir que es afortunado es decir una irracionalidad o proyectar un error a los demás; algo antiético (o algo que es un mal).

Porque no se manipule, el lenguaje que se use no puede ser terco o caprichoso-dañador o irracional. Así es.

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