Los dos incidentes aéreos protagonizados por Airbus de Iberia en el aeropuerto de Asturias los pasados días 17 y 23 de mayo no son los primeros aterrizajes de emergencia que se registran en la línea entre el Principado y Madrid en los últimos tiempos. Otra avería grave, también en los flaps –el mecanismo de las alas que ayuda a frenar a los aviones cuando toman tierra–, obligó a un vuelo de la compañía española a regresar a la capital madrileña en marzo del pasado año para disponer de una pista de aterrizaje “de mayor tamaño” que la asturiana, según informó el diario local La Nueva España.

Finalmente, el aparato consiguió aterrizar con normalidad según el protocolo de emergencia, pero los bomberos fueron movilizados en pista “ante el riesgo de que se produjese un accidente”, según el periódico asturiano. “El avión tomó tierra sin mayores contratiempos, aunque con el consiguiente susto de los pasajeros”.

Sin embargo, y pese a la gravedad de los tres episodios registrados y a que los usuarios afectados por estas incidencias han denunciado los hechos ante la Unión de Consumidores para reclamar las oportunas indemnizaciones, la página web de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC), dependiente del Ministerio de Fomento, no recoge ninguno de estos episodios relacionados con averías en los aparatos. Así, este organismo ha registrado en lo que va de año hasta 21 incidentes aéreos, la mayoría con pequeñas avionetas, tal como se puede comprobar consultando el portal web de CIAIAC.

Cabe recordar que precisamente una avería en los flaps fue la causa del accidente de Spanair ocurrido en el aeropuerto de Barajas el 20 de agosto de 2008. Los pilotos no desplegaron estos dispositivos y además se averió la alarma que lo advertía. Al intentar despegar sin los flaps, el avión no pudo ganar altura y se salió de la pista. En el accidente murieron 154 personas.

El informe de la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil concluye que el siniestro se produjo porque “la tripulación perdió el control del avión como consecuencia de la entrada en pérdida inmediatamente después del despegue, por no haber configurado el avión correctamente, al no realizar la acción de despliegue de los flaps/slats, tras una serie de fallos y omisiones, junto con la ausencia de aviso de la configuración incorrecta de despegue”.

Aquel informe contenía hasta 33 recomendaciones sobre seguridad operacional dirigidas, dependiendo del caso, a la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), a la Administración Federal de Aviación de los Estados Unidos (FAA), a la Agencia Europea de Seguridad Aérea (EASA), a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea (AESA, que constituye, conjuntamente con la Dirección General de Aviación Civil, DGAC, la autoridad de aviación civil española), al proveedor de servicios aeroportuarios y de navegación aérea Aeropuertos Españoles y Navegación Aérea (AENA) y al operador Spanair.

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