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La lengua de Casado

Braulio Llamero
Braulio Llamero
Escritor. Su última novela, recién publicada, “Lo que nunca se contó de Artemio”. Su último libro para niños, “¿Puedo borrarme de vampiro?”. También es periodista y ha trabajado en medios locales y regionales de radio, prensa y televisión. Fue columnista diario durante décadas en La Opinión de Zamora (donde también fue director) y Tribuna de Salamanca, entre otros. Más información en www.brauliollamero.com
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análisis

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El presidente del PP, de natural tan parlanchín, enmudece estos días con solo escuchar una palabra:

Cospedal.

El sistema judicial español es exasperante. Tarda en arrancar, si es que lo hace. Pero cuando arranca, es imposible pararlo o someterlo a los ritmos políticos. Va su tran-tran, a su bola lentísima, te olvidas de él, de sus procedimientos, olvidas lo que investiga y muchos meses, años o décadas después, te das contra él.

—Doña María Dolores de Cospedal , don Ignacio López del Hierro, hagan el favor de venir a declarar, que queremos saber qué pasó, cómo fue aquello del “Kitchen”, del “Luis sé fuerte”, de las pruebas que le desaparecían a un testigo, de lo que se hizo y se dejó de hacer para que un ex-tesorero pillado con las manos en la masa y los esquíes en Suiza no cantase La Traviata, como amenazaba y era de suponer.

—Nada sé. Y mi marido, menos aún.

—Ya, ya. Pero hay papeles y palabras y era usted poderosa en el gobernante PP y en su Gobierno, y tenemos preguntitas de las que no va a escapar.

—¡Ay, madre!

Y Pablo Casado, tan parlanchín todos los días, todas las horas, insulto va, insulto viene:

—Quítate Sánchez, okupa de mierda, deja el sillón para quienes hemos nacido con derecho innato a gobernar.

Ese mismo enmudece de pronto, ante la visión de la Cospe y su tron teniendo que presentarse, como imputados, ante un juez. Que él, o sea, Casado, es presidente gracias a ella, tú, que le dio sus votos para que al menos no se apuntase el triunfo su detestada Sáenz de Santamaría.

Ya nos os acordaréis, porque este país es desmemoriado a más no poder, pero la sucesión de Rajoy fue cosa de sus dos primeras espadas, ambas damas. Su dama en el Gobierno y vice, la chica de Valladolid que se fue haciendo mujer, pero sin dejar, ay, de ser nunca de Valladolid. Y su dama en el partido y Secretaria General, la sin par Lola de Cospedal, mujer no menos aguerrida y dispuesta a todo para que su más íntima enemiga no se quedase con el partido por el que tanto luchó y se manchó y se lió. Se enfrentaron ambas y como ninguna tuvo fuerza suficiente para ganar, por esa rendija se coló Casado, que quedaba por detrás de la vallisoletana hasta que Cospedal le traspasó sus apoyos.

Y por eso enmudece quien no callaba hasta hoy. Si cae Cospedal, ¿qué será de él, fruto cospedaliano a la postre? Si cae Cospedal, caerá don Mariano, el notario que lo sacó de la nada. ¿Cómo no va a callar? No es que quiera; es que le acaba de comer la lengua el gato de la corrupción.

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