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La Kalípolis (E)

Filosofía para pobres (XI)

Francisco Silvera
Francisco Silverahttp://www.quenosenada.blogspot.com.es
Escritor y profesor, licenciado en Filosofía por la Universidad de Sevilla y Doctor por la Universidad de Valladolid. He sido gestor cultural, lógicamente frustrado, y soy profesor funcionario de Enseñanza Secundaria, de Filosofía, hasta donde lo permitan los gobiernos actuales.
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análisis

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Casi todo lo político está reseñado ya en Platón, esa identificación de la organización social, el “estado” o lo que sea con el individuo humano ha marcado y sigue siendo la base del pensamiento de los ideólogos sociales. Los problemas políticos son análogos a los problemas de salud de la persona, el ideal de “harmonia”, de encaje y equilibrio (de los humores equivalentes a los cuatro elementos) presiden la Medicina antigua, y así en la política.

Cuando Platón hace su exposición del orden deseable en una ciudad, primero describe qué es el alma humana y cuáles son sus componentes; en general suele distinguir el intelecto de las pasiones-emociones y de los apetitos básicos, ya hemos hablado sobre lo que significaba “alma” para estos “pre-judeocristianos”, están incluidos ahí el control del cuerpo, el pensamiento y el movimiento o vida. Lo interesante (recuerde que no estamos haciendo Historia, sino una exposición para sacar consecuencias pragmáticas) es que Platón atribuye el equilibrio anímico a que cada parte satisfaga su propensión, si bien el intelecto tiene un carácter rector y moderador: nada hay malo o punible en nuestros deseos, salvo el uso inadecuado o el predominio “injusto” de una de las partes, incluido este intelecto, porque sustraerse a lo pasional o a las necesidades físicas genera una descomposición tan grave como ser iracundo o un sátiro. Cada parte su “placer” si esta satisfacción parcial no agrede a las otras, esto es, no impide su completud; el alma estará bien calibrada.

Éste es el principio de la política; una ciudad es la proyección de una persona, y existen tantas clases sociales (tipos de humanos) como partes tiene el alma de un solo individuo: Gobernantes, Guardianes y Artesanos, hágase la analogía. Una “kalípolis” (difícil traducción, ciudad-estado justa, bella, útil, buena, perfecta…) da a cada individuo, a cada clase, aquello a lo que aspira por su naturaleza (Popper ya calificó esto como racismo).

Así, la gente más corriente debe poder vivir con sus trabajos, sus fiestas, sus necesidades cubiertas, nada debe echar en falta para poder garantizar la estabilidad del sistema, que es el objetivo de vivir en común; de lo contrario, la revuelta sería la consecuencia. Los pasionales deben poder expresar sus sentimientos, pero canalizados hacia la conservación del orden y la defensa, los de uniforme tendrán poder pero sin que interfieran en la felicidad del pueblo, sabiendo este pueblo que ellos vigilan, claro… Lo interesante es la aristocracia gobernante, entendiendo lo de los mejores en su sentido mejor: sólo quienes sean conmovidos por la sabiduría y la belleza, la justicia y la bondad, sólo quienes estén capacitados para sobrevolar sobre las emociones y los apetitos sin corruptibilidad podrán dedicarse a la labor del Gobierno, una minoría selecta literalmente…

Esta selección es uno de los planteamientos más interesantes en Platón, la única forma de conseguir una sociedad justa es criar y educar a toda la población con las mismas oportunidades y para ello hay que sacrificar el concepto de familia. Se regulan los embarazos, se agrupan los nacimientos (curiosas e inentendibles páginas astronumerológicas para mí las que dedica a ello) y todo el mundo participando en la crianza de la camada. Que no se pueda beneficiar ni perjudicar a nadie… La Educación irá segregando los intereses, colocando a cada cual en su lugar pero nótese que la intención es proporcionar a toda la ciudadanía sus fines… lo que no evita el tufo totalitario.

Sólo quienes alcancen ese grado de capacitación, excelencia y humanismo, los amantes de la sabiduría, podrán llegar a formar parte de la casta gobernante. Y otra curiosidad a tener en cuenta, el desprecio por lo mundano de esta clase es tal que no tendrán propiedad privada; no podrán echar en falta ninguna necesidad, la sociedad les debe respeto y veneración en un sentido amplio, su “reino” empero no será de nuestro mundo, nada de lo que estimula nuestros instintos deberá afectarles: de lo contrario, la corrupción (y por tanto la inestabilidad del sistema) hará peligrar todo.

En la Kalípolis platónica hay una libertad vigilada y la idea de una naturaleza individual vinculada al nacimiento (recuerden que elegíamos el tipo de vida antes de reencarnarnos), idea socrática por cierto; ésta es la base para poder generar las condiciones de felicidad de todos los habitantes. El lucro, el salario y la ganancia son necesidades de las clases bajas, los gobernantes no viven para ello. Debería hacernos pensar.

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