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La «jauría» desatada

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análisis

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Felipe González, que en los primeros estados de su metamorfosis era supuestamente socialista y una vez completada ésta hace ya muchos años, ha resultado ser lo que siempre fue: un señorón andaluz guardian y protector del sagrado orden neoliberal. Después de hacer el trabajo de acabar con la izquierda de su partido, descafeinándolo para siempre, y ayudar a implantar y consolidar un sistema neoliberal, el que ahora padecemos, al dictado de los poderosos dueños del cortijo, fue  expuesto muchos años en el escaparate institucional como un valioso jarrón chino que  finalmente ha cobrado vida y ha vuelto a metamorfosearse en un fiero dragón chino que lanza sus llamaradas, además de a la ya muy chamuscada coleta de Pablo Iglesias, a cualquier voz que critique la supuestamente gran obra intocable que es esta democracia a la que tenemos que venerar sin rechistar como si de una sagrada reliquia se tratara, so pena de recibir uno de sus abrasadores fogonazos. El  último que lanzó fue para defender a su amigo el rey emérito, sin cuestionar nada de él, sin condecer alguna sombra al personaje, y llamando “jauría” a aquellos que piden que se conozca toda la verdad de este individuo que representó a este país durante cuarenta años. Aquí las desgracias se expenden en raciones de cuarenta años. No hay medias raciones.

También Cayetana Álvarez de Toledo saltó ágil como la mantis religiosa que es sobre su víctima para decir con su sequedad y agresividad habitual que “se ataca al rey para engendrar una república, algo que jamás sucederá”. No es eso señora Álvarez, no es eso y lo sabe, no se trata de atacar al rey  para implantar una república, se trata de saber la verdad sobre los lances económicos, sobre todos los económicos, los amorosos, por no decir los de bragueta, nos interesan menos aunque se hubiera agradecido también la ejemplaridad en todos los aspectos, y que debería acompañar, como el zumbido al moscardón, a tan importante y representativo cargo. Ahora que por fin se abrió una grieta en el muro que construyeron para preservarlo de cualquier mirada indiscreta, nos ha picado la curiosidad y queremos conocer las muy variadas peripecias, los “andorreos” dirían en mi pueblo, de este señor y someterlo, como a cualquier otra persona al imperio de la ley. Simplemente hacer realidad las palabras que él mismo dijo cuando era rey en uno de sus inolvidables monólogos humorísticos que cada nochebuena nos soltaba mientras mojábamos el langostino en mahonesa: “nadie está por encima de la ley” llegó a decir, con un par. Un muy ácido chiste que entonces ya nos pareció genial y que ahora nos lo parece todavía más. Ese “nadie está por encima de la ley” es, y eso también lo sabe la señora Álvarez de Toledo, la base sobre la que se asienta una democracia, cualquier democracia digna de ese nombre, y si eso no se cumple, si alguien está por encima de la ley, este sistema puede ser cualquier cosa, pero desde luego no es una democracia.

Sobre la diputada Cayetana, XIII marquesa de Casa Fuerte, hay que decir que fue fichada por el PP por su agresiva acometida, porque de igual manera que el Real Madrid, el Barça y otros grandes clubes que siempre andan a la búsqueda del mejor jugador del mundo, si hubiera un marciano con cuatro piernas que corriera como un guepardo lo ficharían mañana mismo sin dudarlo, costara lo que costara, el PP anda siempre a la búsqueda entre los de su cuerda del más agresivo, al más cruel y despiadado. Cuando más instinto depredador demuestre, cuanto más provocador, más fiero y belicoso, mejor. El ex diputado y ahora senador Rafael Hernando, el que fuera tantos años portavoz y también el “killer”de cámara del PP, ya ha perdido ese arranque explosivo, esa potente y seca embestida llena de casta que le caracterizaba. Aunque donde hubo siempre queda y  hace poco se arrancó de lejos como en sus mejores tardes y llamó “mujerzuela infame” a Corinna, la amiga especial del beato emérito, y añadió que la malvada mujer “intentó chantajear a la Corona mientras el Rey y la Casa Real actuaron con firmeza y contundencia, negándose a pactar o tapar nada”. ¿La Corona, la Casa Real pactando o tapando algo? . Nadie en este país sería capaz de imaginar semejante cosa, qué disparate. Quizás Hernando, empujado por su  excelente encaste, su acreditada bravura, no haya reparado que esa “mujerzuela infame” recibió del bueno del emérito, de ese santo varón engañado por una mala mujer, sesenta y cinco milloncejos de euros no se sabe bien por qué o para qué, aunque nadie, al menos sobrio, tiene al mártir emérito por una ONG que no sea de él mismo, lo que lleva a pensar que si le dio semejante cantidad es por algo importante. Ella dice que lo hizo por “amor y para recuperarme” pero también dijo hace semanas que era “para su hijo”, se supone  que para que lo echara el chaval a la hucha.

Puede que  no  lo sepamos nunca o puede que un medio extranjero, quizás otra vez el británico The Telegraph, informe de ello  quince, veinte o treinta años después, como ha sucedido con esa apoteósica luna de miel que se dieron los entonces príncipes, ahora reyes de España, y de la que nos hemos enterado dieciséis años después por ese periódico. Pero no desesperemos, puede que un día mientras nos jugamos un paquete de pañales en una partida de mus en la residencia de ancianos donde pasamos nuestros últimos días, salte la noticia en una cadena de televisión de Papúa Nueva Guinea o de Madagascar   y todo quede definitivamente aclarado. No seamos impacientes, ¿tanto cuesta esperar media vida?.

Quizás “la Corona”, como dice el encastado Hernando, cuya función es representar a un país, no debería frecuentar esas malas compañías para no ser la comidilla del mundo y dejar en muy mal lugar a este país, también a nosotros, la empobrecida y destartalada comparsa de contribuyentes que pagamos con nuestros impuestos este serial malo con ganas del que muchos ya estamos más que hartos. Y no nos perdemos un solo capítulo con la vana esperanza de que se produzca un giro de guión, ¿qué tal un capítulo donde el emérito está delante de un juez contestando a su preguntas?. Pierdan toda esperanza, este episodio nunca lo veremos porque  hay detrás todo un sistema defensivo formado por dragones chinos, marquesas, políticos que han medrado mucho en su carrera y tienen que mostrarse agradecidos obedeciendo y tragando lo que sea menester, sin olvidar la inestimable colaboración de grandes y pequeños medios de comunicación sumisos, sordos, ciegos y sobre todo mudos, y por supuesto grandes banqueros y empresarios del Ibex…etc. etc muy interesados en tapar, en ocultar cualquier cosa que pueda poner en cuestión al rey emérito bajo cuyo manto les ha ido muy bien a todos ellos. Pero es precisamente esa obsesión de tapar, ese negar y ocultar, ese “ Y no hallo más que puertas que niegan lo que esconden” que dice Sabina en “Calle melancolía” lo que  más nos aviva la curiosidad por saber qué trastienda esconde esta democracia y porque no se abren de una vez esas puertas y ventanas y se airea convenientemente todo, demostrando con ello que no hay nada que ocultar.

El ministro de justicia don Juan Carlos Campo también ha saltado a este esperpéntico ruedo a echar un capote al emérito y a la monarquía, de la que ha dicho que “está por encima de las personas que la encarnan”. Con todo respeto, pero no existe otra monarquía que la formada por la familia Borbón, son ellos y solo ellos, su forma de llevar el cargo ha sido la que ellos, sobre todo el émerito, han querido, que éste nos haya perdido el respeto a los que le hemos financiado su delirante reinado de Jauja ha  sido responsabilidad enteramente suya, que no se busquen culpables porque solo hay uno y quizás también sus ayudantes más allegados, los jefes de la casa del rey por no  controlar sus desmanes, como debería haber sido su obligación.También ha afirmado el ministro que está satisfecho con las medidas adoptadas por el rey Felipe VI para fortalecer a la monarquía. Y qué medidas son ésas, si pueden saberse, ¿renunciar a la herencia?, por favor, no insulten a nuestra inteligencia. Y acaba diciendo que la justicia “si tiene que actuar, actuará” y “ quiero lanzar un mensaje de tranquilidad y confianza en las instituciones al margen del comportamiento de las personas”, la habitual coletilla para estos casos, pero no queremos palabras, ya está bien de palabras para salir del paso y quedar bien, queremos hechos, actuaciones, diligencias… esas cosas.

En una reciente entrevista, la periodista Nieves Concostrina, que sabe mucho de monarquías y es una ilustre integrante de esa “jauría”, amable palabra con la que el ejemplar  Felipe González se refiere a los que queremos que se juzgue al emérito como a cualquier hijo de vecino, habla de la monarquía española y también de la Iglesia. Y afirma la señora Concostrina que “ las monarquías y la Iglesia tienen buen predicamento porque nunca nos han contado la verdad, salen bien paradas porque todo es mentira. ¿Crees que alguien hablaría bien de Juan Carlos I si hubieran sabido, como sabía toda la prensa, que tenía a tropecientas amantes al retortero desde hace décadas? Si se hubiese contado la verdad de ambas instituciones, la Iglesia estaría pagando impuestos y aquí no habría rey”.

Pero la monarquía guarda un importante as en la manga para devolver a la “jauría” a la perrera, y este as ganador es nada menos que un prestigioso prohombre llamado don Jaime de Marichalar y Saénz de Tejada, ex yerno del emérito, que en una entrevista concedida a un medio no menos prestigioso, e independiente,  como es el grupo Libertad Digital fundado y presidido por Federico Jiménez Losantos, la imparcialidad, objetividad, neutralidad y rectitud hechas persona, un hombre profundamente demócrata, respetuoso con todos los colores políticos y de intachable trayectoria profesional, y muy querido por todos, ha afirmado que “don Juan Carlos ha sido un buen rey”. Y para que no quede duda ha rematado diciendo que si no defendemos a la monarquía, tendremos a un Pedro Sánchez o peor aún, a un “coletas” como jefe del Estado. Pero ¿qué más queremos? hombres y mujeres de poca fe. El oráculo ha hablado ¿Qué puede añadirse a esas sabias palabras?, ¿Quién  se atrevería a rebatir tan sólidos y bien armados argumentos y razonamientos?. En verdad, nadie.

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