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La izquierda se refuerza, la derecha a la gresca

La constitución de la Mesa del Congreso de los Diputados y la obtención de una amplia mayoría de la coalición PSOE/Unidas Podemos abre una nueva fase en el intento de investidura de Pedro Sánchez

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análisis

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La elección de los miembros de la Mesa del Congreso de los Diputados nos deja varias claves importantes y una nueva lectura de la situación política. La primera que Pedro Sánchez está rozando una mayoría para ser investido presidente, de momento 167 o 168 escaños como mínimo con los que a partir de ahora, y durante los plazos establecidos en la Constitución, puede ir construyendo una candidatura sólida. ERC no está por la labor de dar el “sí quiero”, pero la navidad puede ablandar muchos corazones.

La segunda consideración, como consecuencia de lo anterior, es el innegable refuerzo de Unidas Podemos, auténtico ganador de la sesión de ayer en las Cortes Generales que inauguró la XIV Legislatura. Efectivamente, el partido de Pablo Iglesias tendrá el mismo número de cargos en el órgano de Gobierno del Congreso de los Diputados que el partido más votado en las elecciones del 10N (concretamente tres, una vicepresidencia y dos secretarías). Y eso es un auténtico tesoro de poder. Un éxito rotundo para la formación morada, que dispondrá de un gran margen competencial a la hora de elegir el orden del día de los debates, tomar decisiones cruciales sobre las iniciativas parlamentarias que se vayan planteando e impulsar comisiones de investigación.

Sin duda, Iglesias es el gran ganador de la primera jornada de esta legislatura que se prevé tan apasionante como corta, si no lo remedian los consensos y las matemáticas. De momento, la difícil tarea de Sánchez en orden a construir una mayoría que le lleve a la Moncloa parece ir por buen camino. El presidente del Gobierno en funciones está tejiendo delicadas alianzas allá donde puede, algo que no resulta nada fácil en un hemiciclo atomizado en 16 partidos. Tras la sesión victoriosa de ayer, los equipos negociadores de PSOE y ERC volvieron a la faena y se encerraron en un despacho durante horas para tratar de llegar a un acuerdo de investidura. Aunque las posiciones siguen siendo aparentemente enconadas, el espíritu ganador que la batalla por la Mesa del Congreso parece haber insuflado en la izquierda lleva a pensar que el pacto podría estar más cerca que nunca. De momento, el derecho a la autodeterminación y la libertad de los políticos encarcelados siguen siendo los escollos principales, pero hemos entrado en una nueva fase, el mundo indepe es imprevisible –tal como demuestra la experiencia reciente– y todo puede ocurrir.

La tercera consecuencia que nos deja la sesión de ayer es la clara fragmentación del bloque de las derechas. Los tres partidos que forman parte de proyectos de Gobierno en autonomías como Madrid, Andalucía y MurciaPP, Cs y Vox– evidenciaron una explícita falta de unidad que sin duda favorece a la izquierda. Este escaso afán de cooperación entre Casado, Abascal y Arrimadas, y sus fricciones internas, están erosionando las expectativas políticas del bloque conservador.

Sin duda, el martes 3 de diciembre va a dejar graves secuelas entre los socios de “trifachitos”, ya que Vox daba por seguro no solo hacerse con una vicepresidencia de la Mesa, como ocurrió finalmente, sino con una de las cuatro secretarías. Las discrepancias de última hora permitieron que ese cargo fuera a parar en última instancia a Unidas Podemos y la cascada de reproches entre populares, verdes y naranjas no se hizo esperar. En pocas horas Twitter ardió con los improperios, exabruptos y querellas entre unos y otros líderes políticos y esa escenificación de la agria batalla que se está librando por la hegemonía de la derecha española ha dado oxígeno a Pedro Sánchez. A esta hora el presidente en funciones es consciente de que, bien apuntalada su coalición con Unidas Podemos y maltrecha la unidad de sus rivales en la bancada azul, la investidura empieza a verse más clara. A última hora de la noche el propio ministro socialista José Luis Ábalos dejó caer un esperanzador “ahí vamos, avanzando”, que dice mucho sobre cómo se desarrollan los contactos entre PSOE, ERC y el resto de partidos minoritarios dispuestos a apoyar un Ejecutivo progresista.

En cualquier caso, Vox saca rédito de la situación de fragilidad del PP de Pablo Casado y de un Ciudadanos relegado a la insignificancia política, lo cual beneficia a los socialistas y a Unidas Podemos. Una derecha fragmentada, un Vox cada vez más fuerte –es la primera vez que un partido ultra entra en la Mesa de la Cámara Baja– y un PP debilitado es un buen escenario para empezar a pensar en la posibilidad de que tengamos un Gobierno de izquierdas más pronto que tarde.

Cada minuto que pasa queda más claro que cuando PP y Ciudadanos abrieron la puerta a Vox se abrió también la caja de los truenos en Génova 13. Haber considerado a los ultraderechistas un “primus inter pares”, a la misma altura que los partidos de la derecha convencional, ha sido un error histórico que Casado pagará caro como Albert Rivera pagó en su momento. El voto centrista del PP busca nuevos horizontes y el ala radical se pasa a la extrema derecha sin complejos. El peor escenario para el sucesor de Rajoy, que debería pensarse muy mucho ir a nuevas elecciones. El descalabro podría ser total en beneficio de Vox, de modo que el líder del PP haría bien en plantearse una pragmática abstención en la investidura de Sánchez. Y amarrarse como a un clavo ardiendo a ese cordón sanitario a los ultras. Aunque solo sea por puro instinto de supervivencia.

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