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La izquierda andaluza, con sus peleas de gallos, allana el camino a la extrema derecha

Pablo Iglesias califica de "horror" el espectáculo que están dando Podemos e IU en las semanas previas al inicio de la campaña electoral

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análisis

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La izquierda andaluza está dando un espectáculo grotesco a las puertas de las elecciones andaluzas. Partidos a la gresca, familias enfrentadas, confluencias que no confluyen en nada, peleas, rencillas, luchas por la silla y el poder. Un sindiós. Aquello es un gallinero ingobernable, no de ahora, desde hace tiempo, y en buena medida esa crisis de identidad y de líderes con carisma la está rentabilizando la extrema derecha para hacerse un hueco en San Telmo (ya gobiernan de facto marcándole la agenda diaria a Moreno Bonilla). 

La gota que ha colmado el vaso ha caído hace unas horas, cuando Unidas Podemos se ha quedado fuera de la coalición de izquierdas Por Andalucía de cara a los comicios del 19 de junio. Los morados se quejan de que Izquierda Unida ha incumplido un acuerdo firmado el pasado viernes, aunque en realidad lo que ha pasado aquí es que el partido de Pablo Iglesias ha presentado fuera de tiempo la documentación ante la Junta Electoral y al final se han quedado con dos palmos de narices.

El supuesto pacto de coalición consistía en que Podemos tragaba con que Inma Nieto, de IU, fuese como candidata cabeza de lista, tal como reclamaba Yolanda Díaz, y a cambio mantenía Cádiz, Córdoba, Huelva y Granada, además de la coportavocía del grupo parlamentario y el sesenta por ciento de la financiación. Todo eso ahora queda en el aire mientras el huérfano votante, ante semejante lío, se encoge de hombros sin saber a quién votar.

Por contextualizar, recuérdese que Nieto y Teresa Rodríguez (líder de los Anticapitalistas), protagonizaron el gran cisma de la izquierda andaluza al romper relaciones, en cierta medida por motivos ideológicos, aunque mucho nos tememos que ha pesado más la lucha de egos y una poltrona golosa a la que nadie quiere renunciar. De cualquier manera, el episodio se ha convertido en un auténtico galimatías por entregas que lleva meses desangrando a la izquierda andaluza pese a los intentos de Yolanda Díaz por recomponer, contrarreloj y a duras penas, su proyecto de Frente Amplio. Todo ello mientras algunas encuestas ya dan mayoría absoluta al bloque PP/Vox.

El asunto del gallinero a la izquierda del PSOE no es menor, ya que los socialistas dependen de que ese mundo esté fuerte para que le salgan las cuentas y pueda formar gobierno caso de rozar la mayoría (algo que cada vez parece más lejano). Hasta hace unos días, la coalición Por Andalucía iba bien encarrilada, pero el invento ha saltado por los aires en el último momento. ¿Qué les ha pasado, acaso la manzanilla, las sevillanas y el dolce far niente de la Feria de Abril los ha despistado, obnubilándolos hasta el punto de olvidar que las autonómicas estaban a la vuelta de la esquina? ¿Es que no tuvieron tiempo de sentarse a negociar, hablarlo, darle vueltas, pactar un programa en común y hacer las cosas como deben hacerse? Pues por lo visto no. Bien porque unos y otros no se llevan (algunos hasta se odian) o porque se han procrastinado a tope, lo han dejado todo para última hora y al final les ha pillado el toro en la Junta Electoral. Han llegado tarde con los papeles de la coalición y sus señorías les han dado con la puerta en las narices. Ni siquiera tienen derecho al vuelva usted mañana de Larra, se les ha pasado el plazo marcado por la ley y no parece que los pertinentes recursos puedan resolver el desaguisado. Por si fuera poco, Por Andalucía alega que el acuerdo de financiación con Podemos es imposible de cumplir sin levantar las sospechas del Tribunal de Cuentas, de modo que a esta hora la coalición pende de un hilo si no es que nace muerta. IU, Verdes-Equo, Más País e Iniciativa estarían dentro; Podemos Andalucía y Alianza Verde fuera, y aunque sus candidatos podrían entrar finalmente como independientes el bochorno y el daño a la imagen del proyecto están servidos.

La conclusión de este enorme fiasco organizativo, de esta negligencia generalizada y colectiva, es que la izquierda concurrirá seriamente tocada a los comicios, dándole una ventaja notable a las derechas. Por algo así deberían rodar cabezas, como dice Pablo Echenique, que al final se ha salido con la suya y ha terminado cobrándose la pieza de Paz Esteban, la defenestrada directora del CNI que va a pagar el pato de Pegasus.

El espectáculo de los partidos progresistas andaluces está siendo lamentable pero faltaba la puntilla del patriarca fundador, Pablo Iglesias, que ya habla en plan jarrón chino, como Felipe González, y cuando larga sube el pan y bajan los votos de la izquierda. “Lo de Andalucía es un horror y a muchos nos causa vergüenza. Es, probablemente, la peor manera de empezar algo que es necesario en este país: el Frente Amplio”, sentencia en Hora 25 de la SER. Acto seguido, cuando el periodista Aimar Bretos le pregunta si está dolido con Yolanda Díaz, él responde. “No voy a contestar a esa pregunta. No voy a contribuir a generar ningún titular que perjudique ni a Yolanda, ni a la candidatura del cambio, o Frente Amplio, o como leches se termine llamando”.

Esa coletilla, ese comentario huraño y resentido entre dientes (“como leches se termine llamando”) resulta suficientemente expresivo como para concluir que la guerra en la taifa andaluza de la izquierda no ha hecho más que comenzar, que las heridas siguen abiertas y que detrás del discurso retórico de que todos van unidos en el mismo barco para defender la democracia ante la ofensiva ultraderechista no hay más que trifulcas internas. En su intervención en las ondas de PRISA, Iglesias dejó otras perlas que marcan la temperatura del enfermo: “Si la jefa lo dice, aunque no estemos de acuerdo, lo tenemos que asumir” (en relación a la elección de Inma Nieto como cabeza de lista); “Quizás la próxima vez estaría muy bien hacer unas primarias abiertas a la ciudadanía (…) para no tener que pasar por esta vergüenza” (una muestra descarnada de arrepentimiento público y asunción del error por haber colocado a Díaz al frente de Podemos cuando dimitió de todos su cargos en el Consejo de Ministros); “No hay peor manera de arrancar” (un torpedo directo a la línea de flotación del yolandismo, en el que está claro que ya no cree como alternativa al PSOE). Finalmente reconoce que le han contado que Podemos ya no manda nada en Andalucía, por lo que está “muy dolido”.

Lo que no dice Iglesias es que él levantó el partido y él lo ha destruido con su espantada de la política para dedicarse a tertuliano. En algo al menos tiene razón: en que en Podemos han vuelto a los despachos, a las puñaladas, a los registros, a las filtraciones. Mientras tanto, la desafección ciudadana cundiendo, la extrema derecha cuajando y la democracia hundiéndose un poco más. Y luego se preguntan por qué la izquierda va camino de la extinción, como la vaquita marina, en toda Europa.

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1 COMENTARIO

  1. Y razón no le falta a Pablo Iglesias al calificar de horror lo que está sucediendo a la izquierda andaluza y por ende, en la nacional. Pero que nadie se equivoque, la «mano que mece la cuna»‘es la de Yolanda Díaz, ministra decente, pero política desastrosa. A mi juicio, Podemos debería volver a sus inicios, deshacerse de todos los minipartidos que han medrado a su costa y a medio plazo a ver cuántos de ellos sobrevivían. Es una pena, pero nos queda fascismo para rato. Leoncavernario dixit.

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