Para los que no lo sepan, que a juzgar por los contenidos de una porción de análisis politológicos en nómina, cabeceras de medios amables con el gobierno incurso en múltiples causas de corrupción y amenazas de apocalipsis social, una sesión de investidura se basa en la aprobación de un Programa de Gobierno más que en el nombre de un candidato que, aún cuando es una variable a incluir, el primer requisito es el programa.

La degradación del sentido de los conceptos, la perversión del cometido de las instituciones democráticas, el creciente deterioro de la finalidad de gobernar en democracia, todo ello, da como resultado otra operación mayúscula de acción psicológica orientada a justificar que un candidato sin mayoría suficiente sea investido. Sólo restaría que lo fuese “por la gracia del Dios”. Si a eso se le añaden los antecedentes que manifiestan numerosos miembros de su gobierno, en materia de conflicto de interés, financias personales confusas o, al menos, cuestionables, dejan a las claras que existe la creencia en un sector no menor de la clase política, acerca del derecho adquirido que suponen tener para proceder con una impunidad pasmosa.

El actual ministro en funciones, el mismo que tiene una extensa trayectoria en materia de desaciertos y desconciertos, nos ha dejado estos días la magnitud de su pérdida de medida en lo que ha convicciones democráticas se trata. En una entrevista para la Revista Vanity Fair el 19 de este mes, realizada por Eva Lamarca y Marta Suarez, este miembro del gobierno que permaneció indemne toda la legislatura, se atrevió a formular respuestas amenazantes a la periodista que lo visitaba y, en algún momento, expandir inseguridad al conjunto de españoles.

Preguntado en relación a la denominada Ley Mordaza, se permitió responder: “¡Que me pongan un ejemplo de que esa ley restringe libertades!”. La subestimación que sostienen estas personas acerca de la inteligencia de los españoles es alarmante. Otro significativo ejemplo es su afirmación de que las grabaciones que le hicieron en su despacho fueron «manipuladas». Se refería a que durante las conversaciones que mantuvo con el que fuera jefe de la Oficina Antifraude catalana, Daniel de Alfonso, mencionó un comportamiento inadecuado de la Fiscalía. Por ello, le responde a la periodista: «No digo ‘la Fiscalía te lo afina’, sino ‘en fin». Esta aclaración del máximo responsable de las fuerzas de seguridad del Estado, hacían referencia a lo que le dijo a De Alfonso en una de sus entrevistas a cuenta de la investigación que estaba haciendo la Oficina Antifraude. Sin embargo, en la entrevista publicada por “Vanity Fair”, el ministro se ha negado a pronunciar cómo quedaría exactamente esa frase. Interesante modo de entender la responsabilidad que va con su cargo.

Pero, lo verdaderamente escandaloso, es que se permita advertir, o amenazar, a la entrevistadora en relación a la denominada “Operación Cataluña”: respondió Fdz Díaz, «¿Qué es la operación Cataluña? A ver. ¿Qué es? No, no, no. Es que, perdonen, yo no puedo demostrar que no existe lo que no existe. Ni existe la policía patriótica ni la operación Cataluña». Para añadir, antes de que el entrevistador le recuerde que fue Villarejo quien habló en esos términos ante el titular del Juzgado número 2 de Madrid, Arturo Zamarriego, que instruye el caso Nicolay: «Bueno, pues se lo preguntan a él. No tengo ni idea ni me interesa ni es mi problema. ¿Está claro? Vale ya, vale ya. Una cosa es preguntar y otra es hacer un interrogatorio judicial, así que cuidadito». Han leído bien: “cuidadito”, Esto, dicho por quien niega el sentido represivo de la Ley Mordaza es paradójico.

Fernández Díaz recuerda además una declaración de Felipe González, quien dijo que «el Estado se defiende también desde las cloacas del Estado». «Estoy convencido de que lo dijo no porque las cloacas estuvieran al margen de la legalidad, sino porque estaban de manera discreta; se tiene que actuar siempre desde la legalidad, pero la transparencia en ocasiones está reñida con la eficacia; no es fácil no caer en la transgresión del límite de la legalidad, que siempre tiene que preservarse», asegura. Este hombre no comprende que termina por sugerir que la llamada “razón de Estado” es justificable.

¿Se preguntarán qué tiene que ver todo esto con la investidura y la credibilidad que titula este artículo? Bien, dejando de lado las innumerables contradicciones de Rajoy y Rivera entre sus declaraciones y sus actos, o que sigan hablando del “interés de España” o de los españoles, mientras han trabajado para consolidar el modelo que pauperizó a sectores importantes de nuestro país, es dramático que aludan a valores superiores quienes instrumentalizan las instituciones para beneficio de grupos afines. Porque convengamos que la línea económica del PP y la de Ciudadanos, con matices menores, es coincidente.

Las discusiones a pié de calle se reducen a nombres y al sillón de jefe de gobierno. La “Máquina del Fango” se ha ocupado de consolidar esa idea en su relato. No les dicen a los jubilados que acabarán con pensiones dignas, ni a los pacientes que verán recortados sus derechos en pro de un copago privatizador, ni el desmantelamiento de la estructura de creación de valor que significa el I+D+i. Eso no lo dicen. Tampoco que incrementarán la carga fiscal sobre las rentas del trabajo mientras los beneficios empresarios siguen beneficiándose de ridículas contribuciones al esfuerzo de financiar la deuda. El modelo de mantener el déficit, incrementar la deuda y consolidar la dependencia de España como país. Este es el modelo de estos patriotas panameños que persisten en negar la evidencia de su fracaso.

Personalmente me interesan más las medidas que adoptarán quienes gobiernen. En este punto regreso a la base del pensamiento y conductas de nuestro inefable ministro del Interior en funciones. No todo vale en la gestión. Los resultados de cuatro años de gobierno nos dejan débiles, endeudados y con la sensación de indefensión. Además, claro, de un sabor amargo. El sabor que deja la mentira como norma, la impunidad como conclusión y el despojo como resultado. Todo esto está en los números. Ellos no mienten. Tampoco lo hacen los excluidos o las víctimas del saqueo.

Deseo un gobierno honesto para los españoles decentes. ¿Es mucho pedir?

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