La Sociedad General de Autores y Editores (SGAE) se ha convertido en una organización que, más que generar beneficios para la cultura española, sólo crea escándalos relacionados con el comportamiento corrupto propiciado por el manejo de los miles de millones de euros que corresponden a los artistas porque es el fruto de su trabajo. Al igual que cualquier trabajador recibe su salario, los creadores e intérpretes culturales tienen derecho a percibir la parte económica real que les corresponde. Sin embargo, en SGAE, desde que se destapó la trama de Teddy Bautista, no han parado de generarse polémicas que propician que exista la sensación de que «se lo están llevando crudo».

Después de que no se aprobaran los estatutos presentados por la nueva junta directiva, fue el propio ministro de Cultura, José Guirao, quien afirmó que había que tomar decisiones respecto a SGAE, entre las que se encuentra la intervención de la sociedad. Guirao fue tajante al confirmar que «la SGAE no puede seguir funcionando como lo está haciendo, porque está fuera de la legalidad».

Una institución que tiene una función social tan importante no puede dejarse en manos de las élites porque, al final, terminan favoreciendo intereses personales o de las empresas que controlan los canales culturales. Por eso es fundamental que esa intervención se haga cuanto antes porque los derechos de autor tienen que estar peritados y repartidos por personas especializadas en la gestión y no por personas que son muy importantes en sus profesiones pero que no disponen de la experiencia necesaria para manejar las cantidades que manejan estas sociedades.

Sin embargo, la SGAE no es la única que debe ser intervenida, puesto que los derechos de autor no son exclusivos de la música, del cine o de la danza, sino que hay otros ámbitos culturales que también están gestionadas por sociedades privadas y en las que también ha habido casos de falta de transparencia.

En primer lugar, nos encontramos con la entidad Artistas, Intérpretes y Ejecutantes (AIE) que está presidida por el músico Luis Cobos y que fue multada en 2011 por la CNMC con medio millón de euros por aplicar tarifas abusivas y en 2015 por aplicar tarifas más altas a las emisoras privadas que a las públicas.

Por otro lado, tenemos a la Entidad de Gestión de Derechos de los Productores Audiovisuales (EGEDA), presidida por Enrique Cerezo, que fue multada en el año 2012 con 478.515 euros por el establecimiento de tarifas abusivas a hoteles. Esta sociedad cuenta con Agustín Almodóvar como vicepresidente.

En tercer lugar, está la Asociación de Artistas Intérpretes, Sociedad de Gestión (AISGE). Esta entidad realiza una tarea similar a la AIE de Luis Cobos, pero orientada a actores y actrices en lugar de a intérpretes musicales y estuvo presidida durante varios años por Pilar Bardem. Actualmente, la presidencia la ocupa el actor Emilio Gutiérrez Caba. En el año 2011 fue multada con 627.855 euros por imponer tarifas en salas de cine.

Finalmente, ¿qué pasa con los escritores? Los derechos de autor están gestionados por entidades privadas como, por ejemplo, CEDRO que en el año 2011 solicitó a las universidades el cobro de un canon por el material que utilizaban en sus campus virtuales. Cuando aquéllas se negaron, CEDRO contrató a detectives privados para vigilar lo que se hacía en los centros universitarios y reclamó un canon de 5 euros por alumno cuando los contenidos que se comparten en dichos campus virtuales son los materiales de cada profesor que, en muchos casos, tienen licencia Creative Commons, es decir, libre de derechos.

Ante todos estos abusos hacia la ciudadanía que, finalmente, pueden acabar en casos de corrupción por la gran cantidad de dinero que estas sociedades manejan, es fundamental que la intervención del Ministerio de Cultura no se quede sólo en la SGAE sino que tiene la obligación de extenderla a todas estas sociedades privadas que se terminan convirtiendo en el cortijo privado de unos cuantos privilegiados. Además, este modelo haría que los contenidos culturales, del ámbito que sean, propiciarán que se implementen estrategias para el desarrollo de nuevos talentos que, por la imposibilidad de acceder a estas sociedades, son creadores y no perciben ningún tipo de rédito por su trabajo, por mínimo que sea.

Exactamente lo mismo debe aplicarse a los medios de comunicación, a todos aquellos que publican contenidos que tienen un proceso de reflexión, análisis, investigación y creación que va más allá de la mera exposición de la actualidad.

1 COMENTARIO

  1. Los creadores no queremos convivir con los comerciantes de la creación,eso es todo.Fuera de la Sgae los editores, que formen la entidad que quieran pero que no vengan a chupar de la nuestra.Sociedad General de Autores de España, nada de Autores y Editores.Qué hacemos juntos?
    Ahí empezó el principio del fin.

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