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Cataluña: L’escola no es toca

La inmersión lingüística representaba uno de los logros del catalanismo

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análisis

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Ya han pasado casi 5 años desde que Cataluña echara un pulso al Estado español que culminó con la celebración de un referéndum sin todas las de la ley, pero con todas las de la legitimidad de una sociedad dispuesta a desobedecer con tal de ejercer su derecho a decidir. Aquello fue un hito desde el punto de vista de imponer la democracia participativa a la democracia representativa. Los políticos y activistas que lideraron aquella revuelta y canalizaron la desobediencia civil en desobediencia institucional acabaron en la cárcel, pero lo que parecía que iba a dotar a Cataluña de más autogobierno parece haber quedado en agua de borrajas. Así queda demostrado en un nuevo capítulo de los embates del estado contra el soberanismo catalán: el Tribunal Superior de Justicia de Catalunya (TSJC) ha ordenado a la Conselleria de Educación que ejecute en un máximo de 15 días la sentencia que obliga a impartir como mínimo el 25% de horas lectivas en castellano en todos los centros educativos de Catalunya.

Más inmersión

Precisamente, la lucha en las escuelas catalanas va en dirección opuesta: uno de los principales objetivos es conseguir que los profesores mantengan el plan de estudios en lo que al uso de la lengua se refiere. Es decir: impartir las clases en catalán, algo que no sucede siempre. La inmersión lingüística representaba uno de los logros del catalanismo -en su sentido más amplio- y ahora ni ese patrimonio, conseguido de una manera prácticamente consensuada en los años ochenta, parece estar a salvo.

Resulta extraño

Resulta paradójico contemplar como Cataluña se encuentra en un momento de debilidad -o quizá sea más acertado decir fragilidad- después de haber mostrado un músculo inaudito para cualquier pueblo del mundo. Y, teniendo en cuenta que, ha esto hay que añadirle que la principal fuerza del soberanismo catalán forma parte de los socios de legislatura del actual Gobierno de coalición y, resulta más extraño todavía si, esto sucede con el Gobierno más progresista que ha tenido España en democracia.

Soberanismo dividido

La promesa de abrir un canal bilateral de negociación, también conocida como Mesa de Diálogo, parece haber bajado puestos entre las prioridades del gobierno. Y, del mismo modo que le pasa a los pobres, las naciones sin estado pagan más el pato en los momentos de crisis que las naciones que sí lo tienen. La pandemia de coronavirus ha dejado a Cataluña debilitada en sus ansias de autogobierno. Pero no es solo culpa del estado y del contexto, el soberanismo está dividido y eso no ayuda.

Catalangate

Sin haber digerido todavía del todo el impacto del Catalangate, un episodio de espionaje que pone de relieve la diferencia entre tener un estado propio y no tenerlo, Esquerra Republicana ha logrado el cese de la directora del Centro Nacional de Inteligencia, Paz Esteban. Pero esto sabe a poco para los socios de ERC en Cataluña, JxCat, que exigen responsabilidades a más alto nivel.

Avivar el soberanismo

Pero más allá de los servicios secretos están los tribunales, qué son los que parece que ponderan para que el Estado siempre gane. Los tribunales españoles son expertos en avivar el sentimiento soberanista. Así sucede desde la sentencia del Constitucional que tumbó el estatuto catalán de 2006. Pero esta última del TSJC da donde más duele: la cultura. Y es que si hay algo que representa a la mayoría de catalanes es ese clamor popular que resuena cada vez con más fuerza: “L’escola no es toca”.

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2 COMENTARIOS

  1. La inmersión es una practica franquista (en tiempos de Franco se inmersionaba en español) desaconsejada por la ONU que recomienda la escolarización en lengua materna en las zonas con dos comunidades lingüísticas.

    Tal como se hace en Finlandia en las zonas con población de lengua finesa y sueca; cada comunidad escolariza a sus hijos en su lengua y estudian la otra como asignatura.

    Hay que seguir el ejemplo de Finlandia, número uno en resultados escolares, no las prácticas del franquismo.

  2. «Por un país de «todos» la escuela en catalán», dice la pancarta de al foto.

    Por que no; «Por un país de todos la escuela en español»

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