La indigna utilización de Casado del terrorismo de ETA

Pablo Casado ha vuelto a utilizar el mensaje vacío enmarcado de palabras grandilocuentemente gráficas para intentar acerca el voto de extrema derecha que está captando Vox. Lo ha hecho en el acto de presentación de algunos de los puntos de su programa electoral y no ha tenido rubor en afirmar que el presidente Pedro Sánchez prefiere «las manos manchadas de sangre que las manos pintadas de blanco, las manos de amarillo que las manos abiertas a todos los españoles».

No se puede ser más insensible. Sin embargo, la insensibilidad es una de las armaduras que utilizan los desinformados para ocultar su ignorancia. Baltasar Gracián decía que «El primer paso de la ignorancia es presumir de saber», una frase que se puede aplicar cada día al presidente del Partido Popular.

Pablo Casado no tiene ningún tipo de legitimidad para instrumentalizar electoralmente el terrorismo de ETA, porque, afortunadamente, es un capítulo cerrado de la historia de España. Sin embargo, en muchas ocasiones da la sensación de que hay un sector del PP que desearía que la banda terrorista volviera a coger las armas para, de este modo, volver a tener un punto más en su argumentario.

¿Dónde estaba el señor Casado cuando miles de ciudadanos tenían que ser protegidos por escoltas para que no les pegaran un tiro en la nuca? En mi caso personal, yo la llevé durante diez años, una protección que me puso un ministro del Interior del Partido Popular.

La sangre que quiere patrimonializar Pablo Casado fue sangre derramada por todos y todas: por políticos del PP y del PSOE, por Guardias Civiles, por Policías Nacionales, por militares, por periodistas y por ciudadanos y ciudadanas de a pie. Querer apropiarse el dolor de todos y todas no es más que la infamia de quien se cree con la legitimidad de arrogarse la posesión de algo que pertenece, en primer lugar, a las víctimas y, en segundo término, a toda la sociedad española porque todos y todas vivimos, de un modo u otro, la sinrazón y el sufrimiento.

Pero, sobre todo, lo que un político con aspiraciones de alcanzar la presidencia del Gobierno no puede hacer es manipular y Casado, últimamente, lo hace con demasiada frecuencia. Pedro Sánchez, a día de hoy, no ha indicado que vaya a pactar con nacionalistas, más bien al contrario, dado que el presidente ha manifestado claramente su intención de gobernar en solitario si gana las elecciones. Por tanto, ni manos manchadas de sangre, ni de amarillo.

Casado está demostrando en su primer envite electoral que no tiene la talla suficiente para encabezar un proyecto político. Se ha ido aliando con los sectores más «duros» del PP y su incapacidad le lleva a querer utilizar técnicas de propaganda y populismo que a presentar ante los españoles un proyecto real de gobierno.

No es lícito que el Partido Popular, en boca de su líder, haya caído en la propaganda y en los mensajes salidos de tono democrático de su rival, de Abascal.

Esta es la banalización de la política. Hombres vacíos de conciencia social aspirando a alcanzar el poder.