Ahora que estamos en campaña volvemos a escuchar a los Partidos hablar de igualdad, de dependencia, de conciliación. Bueno, se lo escuchamos a alguno, porque para unos sencillamente son temas que nunca han estado en su agenda más allá de aplicarles la tijera y para otros forman parte del discurso de la rueda la inventé yo.

Es cierto que hemos avanzado mucho y diría incluso que rápidamente. En este sentido las mujeres tenemos una deuda con el que ha sido el primer Presidente feminista de nuestra historia. Hablo por supuesto de José Luis Rodríguez Zapatero, que consiguió hacer de la igualdad cuestión de estado y cambiar en cierta medida el chip del españolito y de la españolita de a píe. Pero como muchas veces nos pasa y casi siempre cuando hablamos de los derechos de las mujeres, lo que avanzamos en 8 años lo retrocedemos en 5 minutos.

Precisamente la igualdad sigue siendo una de las grandes asignaturas pendientes y así debería aparecer reflejada en los programas electorales.

Porque las palabras y las cifras son frías, nos resulta a veces tan fácil mirar hacia otro lado, porque no le ponemos nombre y apellido a quienes sufren las consecuencias de las medidas y los recortes que se toman en las altas esferas.

Nos acostumbramos a cifras insoportables de mujeres que son asesinadas por hombres que son o han sido sus parejas. Nos indignamos, pero la indignación raras veces  va más allá de inundar las redes con “stop violencia machista”. No reclamamos como ciudadanos y ciudadanas un pacto de Estado que ponga fin a esta tragedia, que ponga fin al dolor que sufren tantas mujeres cada día en nuestro país. No llenamos las calles de mareas diciendo BASTA YA y reclamando de los poderes públicos soluciones.

Los asesinatos machistas son, sin duda, la cara más estremecedora de la desigualdad, pero va mucho más allá.

Es precisamente en un momento como el actual, donde el discurso cambia de un día para otro en función de lo que marcan las encuestas. Cuando unos y otros se acusan de no representar a los ciudadanos y digo “ciudadanos” ,en masculino, porque casi todos se olvidan de las ciudadanas. Cuando seguimos oyendo machaconamente que son todos iguales, o casi todos, que no hay diferencia entre PP y PSOE. Es en una situación como esta cuando las políticas de igualdad de género adquieren especial importancia a la hora de colocar a cada cual en su sitio.

Evidencian que todos los que están en política no son lo mismo. Que todos los partidos políticos no son lo mismo.

No lo son porque unos nos han querido siempre en casa, encerradas en el rol que se nos ha impuesto; otros se olvidan permanentemente de nosotras y sólo se acuerdan cuando caen en la cuenta que desde que Clara Campoamor defendió el derecho al voto de las mujeres, nosotras contamos y también llenamos las urnas de votos.

Es en políticas como las que defienden los derechos de las mujeres donde se demuestra la diferencia, la diferente intensidad con la que se siente y defiende la igualdad. Si son sólo palabras pronunciadas de forma más o menos encendida en un  mitin o en un plató de televisión, o si la igualdad se tiene interiorizada y forma parte de la esencia de un Partido y de su proyecto.

 La igualdad no es un asunto residual de mujeres, es una cuestión de ciudadanía y democracia. Los que prometen una “nueva política” no deberían olvidarlo. Es mas ahora que se definen como socialdemócratas deberían tener en cuenta que difícilmente se puede ser socialista sin ser feminista, sin defender la igualdad y que, como tantas veces hemos gritado en las calles, LA REVOLUCIÓN SERÁ FEMINISTA O NO SERÁ.

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