Una reunión de obispos en el Vaticano. Foto: Osservatore Romano.

Bajo el lema “hasta que la igualdad se haga costumbre” y ataviadas con pañoletas moradas, las mujeres de la Iglesia hicieron ayer su pequeña revolución frente a las principales catedrales del país. Las encargadas de este movimiento de carácter mundial con Voice of faith, son en España la asamblea Revuelta de Mujeres en la Iglesia, formada por una red de mujeres y organizaciones femeninas cristianas comprometidas con la iglesia y en la sociedad civil.

No es baladí que las mujeres de esta institución claramente patriarcal, se hayan movilizado tres días antes de que conozca el nuevo presidente de la Conferencia Episcopal, el cual tomará el relevo del actual Ricardo Blázquez. Un cargo que como no podía ser de otro modo, lo ostentan cuatro señores de avanzada edad: los cardenales Omella y Cañizares de corte más moderado, el arzobispo Jesús Sanz más próximo a la línea ultraconservadora de Rouco Varela y el obispo Mario Iceta.

Según expone religióndigital.org, el cardenal de Barcelona, Juan José Omella, es el mejor posicionado hasta el momento. Omella es uno de los purpurado más próximos al papa Francisco en el Estado español y es el miembro de la Congregación de obispos con mayor acceso al pontífice. A pesar de que los mentideros episcopales hacen ver que Omella será el elegido, el ala ultraconservadora más próxima a Rouco Varela con el arzobispo de Oviedo, Jesús Sanz Montes, a la cabeza presionará para que el candidato más moderado no sea el elegido.

Por otro lado, el cardenal Cañizares, arzobispo de Valencia, no aspira a ser elegido, pero como adelantaba eldiario.es sí puede influir entre ambos sectores para alcanzar un consenso. El prelado valenciano se ha enfrentado al nuevo Gobierno a través de varias cartas pastorales, un hecho que resulta paradójico “al ser reconocido por el PSOE y la vicepresidenta Carmen Calvo como buen negociador, y posible aliado en cuestiones como la fiscalidad y la lucha por la acogida de migrantes y refugiados”, explican en el mismo medio. De este modo, el binomio Omella- Cañizares sería un posible caballo ganador, además de tener una mayor presencia el Consejo de Cardenales, donde Blázquez y el cardenal de Madrid Osoro continuarían con una importante influencia en el camino hacia la transición de la Iglesia Católica.

No obstante, una transición de la institución no será completa si las mujeres continúan excluidas, como siglos atrás, de la toma de decisiones. Así como la violencia machista atenta contra las mujeres por el hecho de ser mujeres, la Iglesia católica niega cualquier privilegio a las religiosas por el mero hecho de haber nacido mujer. Motivo suficiente para que una asamblea conformada por alrededor de 50 colectivos haya salido a la calle para pedir una reforma en la Iglesia, que ponga fin a la discriminación existente en ellas. Un dato curioso revela que del total de contribuyentes que marcaron la X de la Iglesia en la última declaración de la Renta (correspondiente a 2019), las mujeres superaron a los hombres con un 34,90% de los 8,5 millones que realizaron el ejercicio fiscal anual.

Sus reivindicaciones son claras y no se contemplarán el próximo martes en la cúpula de purpurados y prelados, que perpetuaran el poder masculino tal y como llevan haciendo desde los inicios de la institución. Mientras tanto, cientos de personas se agolparon ayer frente a las catedrales de Santiago de Compostela, Barcelona y Sevilla para exigir que las mujeres tengan voz y voto en las estructuras de decisión de la Iglesia, reclamar el diaconado y presbiteriano femenino, y que los textos doctrinales incorporen lenguaje inclusivo. Además, apuntan como detonantes a esta movilización el Sínodo de la Amazonía, donde las mujeres sí tuvieron voz pero no voto y el informe sobre la violencia y explotación laboral a mujeres religiosas.

“No se puede llegar a hacer una reforma de la Iglesia verdadera sin las mujeres en el mismo lugar que los varones”, incidió María José Adana, activista por los derechos de las mujeres en la Iglesia e integrante de Mujeres en la Iglesia. Según Europa Press, las convocantes exponen que los cambios que deberían producirse en la Iglesia española y universal, con el fin de dar más protagonismo a la mujer en la institución, se basan en un nivel a escala de cada parroquia, grupo o comunidad -lo micro- donde se produzcan los pequeños cambios. y otro a nivel de autoridades de cada diócesis – lo macro- que se pusieran en contacto con las convocantes para escuchar sus reivindicaciones.

Aunque no hablan en términos de feminismo, “sí se reconocen en los movimientos de liberación de las mujeres y en el reconocimiento de la diversidad de las familias, el reconocimiento de las distintas orientaciones sexuales y en el reconocimiento de una Iglesia que denuncia el neoliberalismo porque las principales víctimas somos las mujeres y las niñas”, declaró Pepa Torres a Europa Press. Con un 8M a la vuelta de la esquina, sin olvidar que el feminismo y la igualdad real deben practicarse y reconocerse cada día del año, la rebelión de las mujeres de la Iglesia en tiempos de ultraderecha y su ultraodio resulta representativa en aras de una sociedad más tolerante y progresista, así como para señalar la impunidad de muchos casos de abusos a menores dentro de esta institución que hasta que no demuestre lo contrario, seguirá siendo machista, corrupta y patriarcal.

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