Hace unos años, al recibir el Premio Ones Mediterrànea, afirmé que las infraestructuras económicas no deben anteponerse a las infraestructuras de las humanidades, porque si las decisiones desde un principio se adoptaran desde el punto de vista prioritario del humanismo se podrían evitar, estoy seguro, las crisis de las economías, incluso las del capital deshumanizado. Si se priorizaran los valores humanos de la conciencia social colectiva no haría falta la solidaridad ni la caridad porque nadie necesitaría de ella.

Por desgracia, en la crisis actual del coronavirus estamos viendo cómo nadie ha aprendido de los errores del pasado y se sigue poniendo en peligro la salud y la vida de la ciudadanía para «salvar a la economía». Dirigentes como Isabel Díaz Ayuso, así como  otros y otras de diferentes signo político,  lo demuestran cada semana con unas peticiones que reactivarán la actividad económica pero que pondrán en serio peligro la vida de la ciudadanía.

El primer paso para salir de esta crisis es salvar a las personas porque, de este modo, la economía resurgirá a través de aspectos fundamentales como el consumo. Ese fue el error que se cometió durante la crisis de 2.008: priorizar la macroeconomía respecto a la economía real, es decir, proteger los intereses de las élites y que el pueblo sólo coja las migajas de sus beneficios. No obstante, la solución para salvar las crisis económicas está en garantizar que la ciudadanía tenga cubiertas sus necesidades porque el rebote hacia los beneficios del capital será más lento, pero más efectivo y justo.

En estos días de desescalada tras el confinamiento estamos comprobando cómo se están acelerando las aperturas de distintos sectores empresariales para recuperar la actividad económica. Sobre todo, preocupaba mucho el sector de la hostelería y el turismo, por ser uno de los motores del país. Sin embargo, la apertura de determinados locales está generando escenas de irresponsabilidad que tendrán como consecuencia fundamental el retroceso al confinamiento, la paralización empresarial y la destrucción definitiva de las actividades económicas. Y esto afectará, sobre todo, al pequeño empresario y a los autónomos, no a las grandes corporaciones ni a las grandes fortunas que, como dijo el presidente de El Salvador, tienen dinero para gastar en mil vidas.

Las presiones del capital deshumanizado sobre el actual Gobierno para que acelere la reactivación de la economía han sido brutales y, para que no olviden cuáles deben ser sus prioridades, ya hay quien está dispuesto a demostrárselo a través de la tragedia. El primer toque de atención lo han dado Nissan y Alcoa, pero no es descartable que pueda haber alguna más si el Ejecutivo progresista toma alguna medida que vaya en contra de sus intereses. Estas élites comercian con la vida de la gente del mismo modo en que lo hacen con sus productos. Son así y no hay nadie que se atreva a pararles los pies.

Lo que también sorprende es que dentro de ese Gobierno permanezcan aún personas defensoras del capital más cruel que provienen de unas instituciones europeas absolutamente carentes de sentido humanista y entregadas a las exigencias y a los intereses de las élites, tal y como lo estuvo su predecesor Luis de Guindos. Suerte tiene Nadia Calviño que en España los presidentes del Gobierno no suelen cesar a sus ministros y ministras. La lástima para el pueblo es que cuando la vicepresidenta tercera supuestamente amenazó con su dimisión el presidente no la aceptara de inmediato.

El fracaso de la sociedad actual está, en primer lugar, en que ha sido invadido por el capitalismo más salvaje que se recuerda. La nueva revolución industrial no está basada en la producción sino en la especulación y, para ello, no es necesaria la presencia de las clases trabajadoras, como tampoco estas grandes fortunas colaboran con el bienestar común a través del pago de impuestos. No hay que irse muy atrás para rememorar la creación masiva de sicavs durante los años más duros de la crisis de 2008 para pagar menos impuestos en el momento en que era más necesaria la aportación de los que más tenían.  

El capital ha deshumanizado a la política porque la ha invadido. El mundo no está gobernado por los políticos, sino por el 1% que controla el 85% de la riqueza mundial. Esto sólo ha sido posible por el impulso de los partidos conservadores y liberales que son defensores de la destrucción del Estado y del control privado de la vida de la ciudadanía. Sin embargo, tampoco habría sido posible sin la complicidad de los partidos que teóricamente eran de ideología progresista pero que se convirtieron en los colaboradores necesarios para la invasión del capital salvaje en una especie de rememoración 2.0 de Bellido Dolfos.

Los viejos partidos socialdemócratas desaparecieron prácticamente del orbe político porque renunciaron a sus elementos básicos de defensa del bien común frente al del capital. Los únicos que sobreviven, y de aquella manera, son los que han dado un pequeño giro hacia la izquierda pero sin atacar los privilegios de los que más tienen escudándose aún en la «razón de Estado», expresión que no es más que un eufemismo que esconde la verdadera cara de la sociedad actual: primero las élites y lo que sobre para la gente, cuando, en realidad, el camino es el contrario. 

Este es el fracaso de la actual sociedad: priorizar al capital antes que a las personas. El eurodiputado Miguel Urbán, en una entrevista concedida a Diario16, afirmó lo siguiente respecto a la Unión Europea: «Estamos en una UE incapaz de responder a las necesidades sociales y económicas de las mayorías. Es una Europa con un corsé neoliberal que solo funciona y trabaja para los multimillonarios y multinacionales que gobiernan en la sombra este proyecto y que obviamente se benefician». Y no le falta razón, porque el Tratado de Maastricht hizo constitucionales las teorías neoliberales, es decir, que se dio legalidad a la imposición de las necesidades del capital deshumanizado y de las dictaduras privadas que lo representan a lo que realmente necesitan los pueblos. 

2 COMENTARIOS

  1. El ingreso minimo vital del que los árabes se están frotando las manos: Somos el país más tonto del mundo, con mucha diferencia. ¿O es que a alguien le interesa que nos arruinemos para que dependamos del Estado y cambiar al régimen comunista?

    Esto es lo que están informando hasta las mafias de tr´çafico de personas
    https://www.youtube.com/watch?v=sGGRQN2HxRw

  2. Muy de acuerdo con lo expresado en su articulo Sr.Dominguez.
    Seria un «sinsentido» que quienes nunca han legislado a favor de las clases humildes(esas cuyos hijos,y ellos mismos,casi ni pueden llevar nada de comer a su mesa mientras ven como cada dia aumenta exponencialmente el numero de ricos-o el nivel de su riqueza)PRETENDAN AHORA GESTIONAR ALGO(el «Ingreso Mínimo Vital»)EN LO QUE NUNCA HAN CREIDO Y A LO QUE SIEMPRE SE OPUSIERON desde sus privilegiados puestos políticos….Una conquista progresista requiere una gestión ética y perderá su esencia si esos beneficios no llegan a quienes realmente lo necesitan y esto ocurrirá si se les deja la gestión a esos que solo tienen ojos para los poderosos(que les promocionan a ellos)y «miran para otro lado(no va con ellos)cuando salen por la tele esas colas de sufrimiento humano de las personas que ya están llegando a la cima del sufrimiento .

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