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La gran prueba oral en el bachillerato francés

Julián Arroyo Pomeda
Julián Arroyo Pomeda
Catedrático de Filosofía Instituto
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análisis

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Previamente al paso a la Universidad, los estudiantes franceses han de pasar una prueba que acredite haber aprobado el bachillerato, conocido como Bac. Tiene fama de ser exigente y riguroso y estar bien planificado. Lo mismo ocurre en la corrección y los resultados finales. Las pruebas son complejas y abarcan la totalidad de los contenidos estudiados en el nivel. Esto le ha hecho ser muy prestigioso.

Consta de dos exámenes. El examen escrito dura cuatro horas y trata de verificar las competencias adquiridas a lo largo de la escolarización: lenguaje y expresión, lectura e interpretación de textos y la construcción de una reflexión sobre los mismos. El examen oral dura veinte minutos con treinta de preparación y trata de medir la expresión oral del candidato, la posibilidad de interactuar con el examinador y expresar una sensibilidad y cultura personal.

En la primera parte presenta un pasaje del texto, que el candidato tiene que leer, explicar y responder a la pregunta gramatical del examinador. Tiene un valor de 12 puntos. En la segunda parte se toma un pasaje elegido por el estudiante, explicando las razones de su elección y defendiendo su punto de vista desde el conocimiento que tiene de la obra en una entrevista abierta, para justificar por qué lo ha elegido. Tiene un valor de ocho puntos.

En el curso actual el Ministro de Educación, Jean-Michel Blanquer ha ofrecido realizar la gran prueba oral en el bachillerato, que consiste en una presentación oral del candidato y un intercambio con el jurado para responder a sus preguntas. El tema a desarrollar es elegido por el candidato de entre dos asignaturas fuertes cursadas. No tiene que ver con lo que haya podido memorizar, porque el estudiante necesita captar la atención de los examinadores en conocimientos, la argumentación empleada y su capacidad para contestar a lo que puedan formularle. Esto requiere una buena madurez por parte de los estudiantes, así como capacidad para expresar oralmente lo que se le ha preguntado.

Este bachillerato da gran importancia a la elocuencia y se le critica que contribuirá a las desigualdades sociales, ya que los estudiantes de entornos superiores cultural, social y económico manejarán mejor los códigos de expresión oral. Sus partidarios responden que promueve el dominio del habla, lo que abrirá muchas puertas. Esto no es solo propio de una clase social. Tienen que expresarse, argumentar y dominar con la gestualidad y la voz. De este modo se igualarán las oportunidades.

Profesores  y estudiantes se han mostrado sorprendidos por lo apresurado de la prueba, que no les ha dejado tiempo para prepararla. Creen que ha sido demasiado precipitado todo. Se quejan de presentarse con las manos en los bolsillos (les mains dans les poches). Siendo esto cierto, también lo es que las pruebas francesas cuentan con toda una tradición para hacer las cosas menos memorísticas y mecánicas. Nosotros nos movemos muy lejos de estas líneas.

El curso próximo estrenaremos una nueva ley de educación, que parece ir a un mayor nivel de interacción de las materias en el deseo de orientarlas a la práctica y al saber hacer y aplicar en la vida, pero esto no se traduce después en la formación para las situaciones cotidianas de modo que los estudiantes alcancen una mayor autonomía intelectual. No estaría de más preparar a los  estudiantes para que en las opciones de su especialidad aprendieran a leer correcta y expresivamente el fragmento de un texto y demostrar con su propia voz que comprenden el significado de lo que están leyendo.

Muchas veces los oímos decir, después de la lectura, que no entienden nada, especialmente en la literatura de tipo intelectual, donde salen ideas, argumentaciones, propuestas, conclusiones y, a veces un léxico más técnico. Además, deberían explicar lo que leen y hacerlo en lenguaje oral sencillo y de calidad expresiva, comunicándolo precisa y claramente y hasta dando su propia interpretación.

No digamos nada de la exigencia de conocimientos lingüísticos de la propia lengua con un léxico gramatical adecuado. También sería necesario que fueran capaces de hacer un análisis sintáctico del texto. Alcanzaríamos la cúspide competencial, si llegáramos a una presentación sintética del mismo, intercambiando reflexiones con el examinador, mediante comunicaciones y argumentaciones persuasivas, además de la capacidad de establecer relaciones culturales con otros campos de conocimiento.

Llegaríamos por esta vía a la madurez intelectual y personal, que convertiría a los estudiantes en aptos para iniciar el nivel de estudios universitarios o profesionales, sin los que no podrían emprender el ejercicio posterior de la profesión elegida. El examinador podría apreciar así el grado de consecución de los objetivos que se han propuesto, que después confirmaría con unas puntuaciones globales.

No solo nos queda mucho todavía, sino que ni siquiera disponemos de una buena orientación para ello. Lo peor es que ni siquiera lo consideramos necesario, pero siempre estamos a tiempo para poder planificarlo.

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