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La gran conspiración

Crónicas de un italiano en Barcelona

Fulvio Capitanio
Fulvio Capitanio
Economista de formación, Informático de vocación. Nacido, crecido y formado en la "Ciudad eterna", nunca imaginé transcurrir la segunda mitad de mi vida lejos de ella. En Barcelona desde 1993, sigo cultivando mi curiosidad por los idiomas, las culturas y las costumbres de los pueblos y gentes que encuentro. Activista y voluntario en la lucha contra las enfermedades neurodegenerativas.
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análisis

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Una vez más, un colectivo débil e indefenso, vuelve a ser objeto de manipulación.
Este engaño es sádicamente llevado a cabo gracias a la comunión de intereses de los grandes poderes económicos y mediáticos con la colaboración dolosa de las administraciones públicas.

La llamada «gran conspiración», arranca puntualmente en algún artículo de la prensa escrita, de forma aislada en sus comienzos, generando un «crescendo» de noticias y referencias en los medios audiovisuales que alcanzan su momento álgido con el bombardeo mediático en las proximidades del día «D».

Para despejar eventuales dudas que se puedan instalar en la mente de las víctimas del engaño masivo, se han conjurado todos los representantes de las administraciones públicas, en especial medida los alcaldes de todos los ayuntamientos que dedican semanas en la preparación meticulosa de la escenificación final, donde se reservan un destacado papel, en decretar el toque de queda la noche anterior a las «grandes maniobras».

Ofrece un ambiente idóneo a la difusión de la «gran mentira», el clima de consentimiento silente y culpable de todos aquellos que en el pasado fueron víctimas ingenuas del complot y que ahora buscan redención colaborando en inocular en germen del embuste en los últimos llegados.

Para las victimas predestinadas de este fraude no queda salvación posible.
Ninguna escapatoria a su alcance.

La maquinaria del engaño lleva afinando sus mecanismos hace siglos, aumentando su poder de seducción multimedial, estrenando nuevas argucias, poniendo al día las viejas artimañas, generando duda y confusión.

Como suele suceder en nuestras injustas e desiguales organizaciones sociales, siempre hay algunos privilegiados que se escapan al destino de los pobres ciudadanos de a pie.

En el caso del Reino de España, Princesas e Infantas son los únicos niños que desde el primer momento tienen el conocimiento cierto e irrefutable que «Los Reyes» son sus padres.

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