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La familia de un enfermo con TCA, también es paciente mental

María José Sánchez Soria
María José Sánchez Soria
Mujer y socialista. Activista social y curtida por mil frentes en la vida. Optimista vital en cada lucha y animosa en la dificultad. Hija del 64 y heredera de todas cuantas me precedieron en la búsqueda de justicia.
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análisis

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Cuando un niño, una adolescente o un joven sufren Trastornos de la Conducta Alimentaria, los padres y familia más cercana también lo sufren, pero nadie se acuerda de ellos. Si tienen la suerte de tener un buen médico de atención primaria, médico de cabecera, palían en la medida de lo posible y con medicación esta situación que les supera.

Los chicos con TCA, son muy inestables, y su enfermedad no es lineal, no pasa como con otras enfermedades, que van mejorando, y esa evolución continua hasta su total desaparición. En los enfermos con TCA, niños perfeccionistas en la mayor parte de los casos, la enfermedad es como un electrocardiograma, con continuas subidas y bajadas, cualquier situación de estrés, la discusión más tonta, una pequeña regañina, cualquier cosa que les contrarie, les producen crisis que no saben encauzar y les desequilibra, produciendo en ellos situaciones de angustia que en muchos casos acaban en crisis de ansiedad, y si estas crisis son muy seguidas, suele revertir en un empeoramiento de la enfermedad, volviendo a comer muy poco, volviendo a vomitar, volviendo a no aceptar su cuerpo. Cada vez que tienen que comprarse ropa, es un sufrimiento añadido, y si es ropa interior o de baño, aún peor.

El profesorado debería ser consciente, que no pueden asistir a sus clases en muchos casos, que a estos alumnos, como a otros enfermos, se les deben dar facilidades para que puedan hacer exámenes o completar por medio de trabajos su expediente académico. Porque tienen grandes dificultades para concentrarse, y muchas faltas de asistencia, pero si están bien integrados en el grupo que les ha tocado, es importante que sigan con ese mismo grupo, pues cada cambio les supone un grave problema añadido. No quiero decir que se les regalen las notas, pero si que se les de facilidades de completar su educación con trabajos para que adquieran los conocimientos que sus compañeros y ser flexibles y empáticos con ellos.

Quiero dar las gracias a todos los que son capaces de ponerse en su piel, a la Unidad de Trastornos de la Conducta Alimentaria, UTCA, y a los psicólogos que tratan a estos pacientes. Solicitar al Gerente del Hospital, que no deje sin cubrir las bajas de estos profesionales, porque sin ellos los pacientes empeoran y están perdidos al igual que los padres, y sopesar incluir algún psicólogo para ayuda y orientación de los padres que en muchas ocasiones no saben dónde acudir, ni que hacer, porque terminan siendo pacientes colaterales de esta terrible enfermedad, que a pesar de ser una enfermedad mental en muchos casos termina en muerte, bien por no poder atajar la enfermedad o bien por otras causas traumáticas.

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