Tanto Pedro Sánchez como toda su corte de palmeros sectarios no hacen más que ponderar y elevar a los altares algunas de las medidas sociales que se están implementando. La subida del salario mínimo o la reforma laboral son algunos de los mantras a los que apelan constantemente y los comparan con la situación del gobierno de Rajoy.
Sin embargo, tanto las medidas del Ejecutivo como su efecto son absolutamente insuficientes. Ya lo eran antes de la pandemia y de la guerra de Ucrania. Por tanto, ante las consecuencias de estos dos acontecimientos globales, se aprecia más que no arreglan los problemas reales de la ciudadanía.
El verdadero problema de la ciudadanía se encuentra en los ingresos de los hogares españoles que son más propios de un país del tercer mundo o en desarrollo que de la cuarta economía de la Unión Europea. Un informe de Cáritas ha sacado a la luz la verdad de la España de Pedro Sánchez, la del día a día y a la que no está afectando positivamente la propaganda surgida de Ferraz y de la Moncloa.
Según el estudio, los hogares españoles viven con unos ingresos inferiores al 85% del presupuesto de referencia para llevar una vida digna. Esto se debe a que los gastos esenciales (vivienda, alimentación y transporte) son las que están experimentando una mayor subida de precios. Todo ello sucede mientras los salarios apenas se revalorizan o se incrementan los empleos a tiempo parcial. Por ejemplo, en la actualidad los gastos relacionados con la vivienda ya ocupan un 80% de los ingresos de las familias.
Sin embargo, un tercio de los hogares (6 millones) no cuentan con ingresos que les garanticen una vida digna. La inflación está azotando a estas familias, de las cuales 3 millones ya se están viendo obligadas a recortar en alimentación.
Por esta razón, Cáritas reclama que las políticas públicas aborden la pobreza y la desigualdad a través de un rescate de las familias y de un perfeccionamiento de las políticas sociales a largo plazo.
Y todo ello en el Gobierno más progresista de la historia. Es para reírse, sino fuese trágico.
Solamente en un sistema socialista donde los medios determinantes de la producción y la riqueza no sean privados sino colectivos es posible el bienestar para todos y no para unos pocos, la clase parásita, la burguesía.