Las ministras socialistas celebran la victoria electoral. Foto: PSOE

La izquierda se ha movilizado y ha logrado frenar el preocupante ascenso de la ultraderecha de la plaza de Colón. Estas elecciones las gana la España esencialmente democrática, progresista, feminista y socialdemócrata frente a los nostálgicos que coquetean con el franquismo, a los del revisionismo manipulador y fraudulento de la historia y a los que propagan xenófobos discursos de odio y vacías soflamas patrioteras sobre la bandera y los himnos. El voto de rechazo al populismo neofascista ha funcionado. El español ha dicho “no” a los ultraderechistas medievales, atávicos, supremacistas, friquis y casposos. Ha surtido efecto el mensaje del miedo a regresar al franquismo, al blanco y negro y al NO-DO. Los españoles vivieron 40 años de dictadura, no era lógico que de la noche a la mañana ansiaran volver a aquella pesadilla.

Pero sobre todo el votante ha tenido miedo a perder esa gran conquista social que es el Estado de Bienestar, el único modelo económico que aspira a la igualdad económica, a la justicia social y al respeto de los derechos humanos, aunque es cierto que en España esa utopía está aún por desarrollar. Los discursos incendiarios de Vox han servido para que Santiago Abascal consiga unos resultados históricos para su partido, pero a costa de hundir al PP y de frenar la progresión de Ciudadanos. Desde ese punto de vista, el ‘trifachito’ queda muy lejos (en el mejor de los casos sumaría 146 escaños a gran distancia de los 176 de la mayoría absoluta) mientras Vox cosecha una pírrica victoria. Ese éxito amargo se reflejaba anoche en las caras de los líderes ultras como Ortega Smith y en el hecho de que la fiesta de Colón, pasada por agua, se suspendió finalmente.

Ha quedado claro que el programa tremendista que planteaban las derechas no representaba lo que es una España moderna, europeísta, solidaria y democráticamente avanzada. La política del frentismo y de los bloques antagónicos que había puesto en juego el trío PP/C’s/Vox ha fracasado. Esto es lo que sacan en claro los diferentes partidos de una noche para la historia:

PSOE: Gana los comicios con 123 escaños y es el único partido en condiciones de formar un Gobierno. Con el 98 por ciento del voto escrutado logra casi siete millones de votos. Los socialistas vuelven a ganar unas elecciones generales 11 años después, algo que ya de por sí es una victoria de su líder, Pedro Sánchez. El gran artífice del éxito socialista es, sin duda, el presidente del Gobierno, que ha sabido manejar el discurso durante la campaña electoral y mantenerse firme y templado contra los ataques despiadados de las derechas. Lo va a tener difícil para formar Gobierno, pero si sigue mostrando ese carácter de resistencia y ese tacticismo eficaz nadie duda de que puede volver a la Moncloa. Ello dependerá de su habilidad para firmar acuerdos con Podemos  y con los nacionalistas.

PP: Obtiene 66 escaños. El batacazo electoral es histórico. Desde el año 1979, cuando todavía era Alianza Popular, no registraba unos datos tan nefastos. El partido de los 11 millones de votos pasa a apenas 3 millones. Ha perdido todo el centro moderado y el giro a la derecha de Pablo Casado, su abascalización ultra de última hora, no ha servido para nada. El joven presidente del Partido Popular ha cosechado la derrota más humillante, algo que ni los más veteranos del partido recuerdan. Debería presentar su dimisión, lo que probablemente no ocurrirá de forma inmediata y tampoco antes de las elecciones autonómicas que se avecinan. El PP ha implosionado y se abre para el partido el inquietante foso de la descomposición, como ya le ocurriera a la UCD de Adolfo Suárez.

Ciudadanos: 57 diputados. Un éxito a todas luces, ya que se ha quedado a doscientos mil votos del PP. Pero sin embargo su estrategia de campaña ha sido equivocada. De haberse mantenido en el discurso de la moderación habría cosechado un mejor resultado. Al dejarse contaminar por Vox, Albert Rivera ha espantado a una parte de su propio electorado. Su sobreactuación demasiado efectista en los debates televisivos ha servido para ahuyentar al votante de centro más que para captar votos en la derecha.

Podemos: 42 diputados. Ha ido creciendo a lo largo de la campaña electoral. Finalmente ha habido remontada. Tras la vuelta de Pablo Iglesias después de su baja por paternidad, el partido empezó a recuperar el vuelo. Sus dos intervenciones en los debates televisivos, sobre todo el de Atresmedia, fueron muy eficaces. Iglesias ha navegado con viento a favor a partir de ese momento y además le ha beneficiado claramente el escándalo de las cloacas, que ha sabido rentabilizar políticamente.

Vox. Logran 24 escaños, el 14 por ciento de los votos. Los ultraderechistas obtienen un buen resultado pero quedan muy lejos de lo que esperaban. Sus llamamientos a la Reconquista, al derecho a llevar armas y a defender las esencias patrias, así como sus mentiras sobre la dictadura comunista y feminazi y los datos falsos sobre violencia machista han conseguido calar en cierta parte fanatizada del electorado pero, tal como era de esperar, con esos argumentos disparatados no se puede aspirar a ganar unas elecciones, al menos hoy por hoy. Vox es el auténtico artífice del descalabro del PP (“la derechita cobarde”), como reconocían destacados dirigentes populares a última hora de la noche, cuando se consumaba el desastre del partido de la gaviota. Los máximos responsables del partido verde tendrán que asumir que con su discurso enloquecido solo han contribuido a que gane la izquierda y a que crezcan los independentismos periféricos. Un lacónico Abascal agradeció el voto a 2,5 millones de compatriotas que “representan a la historia viva, almas españolas”, según dijo, y volvió a soltar la matraca de que España ha iniciado la Reconquista. Probablemente haya tocado techo.

Nacionalistas y otros. En Cataluña, ERC obtendría 15 escaños; el PSC, 12; JxCat,7; En Comú Podem, 7 y C’s 5. En general el nacionalismo español ha hecho crecer al nacionalismo periférico. El masivo aumento del voto en Cataluña quiere decir que los catalanes han sentido miedo al ascenso de Vox y han apostado por Esquerra para que siga explorando la vía de la negociación con Madrid. Como dato malo para el PSOE, Esquerra queda por delante del PSC. El PP solo obtendría un escaño en Cataluña y se quedaría a cero en Euskadi. En el País Vasco, PNV obtendría 6 diputados y EH Bildu 5. Compromís logra uno, PRC 1, NA+2 y Coalición Canaria-PNC 2.

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