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La España de progreso respira aliviada

El nuevo gobierno representa un diálogo y entendimiento entre las dos culturas políticas de izquierda en la España moderna: la que proviene de la transición democrática de 1978 y la más reciente del movimiento 15M de 2011

Eva Maldonado
Eva Maldonado
Redactora en Diario16, Asesora de la Presidencia de la Conferencia Eurocentroamericana.
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análisis

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Por primera vez, desde la transición democrática, dos partidos de izquierda se unen para formar Gobierno y, la España de progreso respira aliviada. Durante los últimos años, y por segunda vez, la mayoría de los españoles miraban, de reojo y con cierta envidia, a Portugal, casi tanto como cuando en abril de 1974, mientras aquí agonizaba la dictadura de Franco, caía en el país vecino la dictadura de Salazar.

El Partido Socialista, con graves divisiones internas ideológicas, aunque con un claro liderazgo del Secretario General, Pedro Sánchez, no auguraba un posible pacto con fuerzas de izquierda. Históricos dirigentes con beligerantes discursos en contra de un acuerdo con Unidas Podemos, no presagiaban nada bueno.

Además, España sufría y sufre dos problemas que fracturan el pensar de los ciudadanos: La monarquía, muy desgastada en los últimos años, y el conflicto territorial en Catalunya.

Tres convocatorias electorales para elecciones generales entre 2016 y 2019 hicieron falta para alcanzar el actual Gobierno de coalición, era necesaria, atendiendo a la mayoría parlamentaria, la suma de fuerzas progresistas y no con un mero apoyo parlamentario, como ocurrió en Portugal con Antonio Costa, sino con la participación con responsabilidades en el Gobierno de la segunda fuerza más votada de la izquierda, Unidas Podemos.

La feroz e insultante oposición de la derecha, cada vez más radicalizada, la entrada con 52 escaños en el Congreso de los diputados de la ultraderecha de VOX, sumado al conflicto territorial en Catalunya que, a todas luces, se encontraba en un callejón sin salida, fue definitivo para un pacto de PSOE y Unidas Podemos.

El reconocimiento del conflicto territorial en Catalunya como “problema político” , que desde el Gobierno hay que acometer con diálogo y, la imperiosa necesidad de abandonar las formas de la derecha, que obvió a Catalunya durante los años de mandato de Mariano Rajoy, ablandaron en cierta medida a parte del independentismo que se abstuvo en la investidura de Sánchez como muestra de buena voluntad y disposición para buscar una solución política en este territorio.

El acuerdo programático de progreso alcanzado por PSOE y Unidas Podemos, cargado medidas sociales muy necesarias para los ciudadanos que llevan apretándose el cinturón desde hace muchos años, hace presagiar años de bienestar para España.

El nuevo gobierno está formado por dos partidos cuyo acuerdo representa un diálogo y entendimiento entre las dos culturas políticas de izquierda en la España moderna: la que proviene de la transición democrática de 1978 y la más reciente del movimiento 15M de 2011.

El acuerdo contiene compromisos firmes en las áreas de educación, pensiones, salario mínimo, memoria histórica e igualdad de género.

Los compromisos en materia de vivienda, migración, política exterior, defensa y seguridad son esperanzadores. Un programa socialdemócrata que tiene como objetivo principal restaurar los derechos sociales y económicos debilitados o cercenados por los gobiernos de derecha. Se espera que los impuestos aumenten a mayores ingresos y en política territorial subyace una tendencia federal.

El Gobierno de España de progreso resulta de una gran importancia estratégica para Europa. La violencia cuasi-golpista con la que la ultraderecha (la derecha más tradicional aliada con la nueva extrema derecha) que trató de bloquear la investidura no tiene precedentes en Europa, pero puede estar señalando la forma en que el neofascismo europeo pretende seguir.

La derecha pretende ignorar los resultados de las elecciones siempre que sean desfavorables para las fuerzas de derecha, como bien dijo el diputado de ERC, Gabriel Rufián, la Democracia para ellos sólo existe si ganan.

Además, la derecha, en toda Europa, parece seguir una estrategia de desestabilización que tenga como objetivo llevar a cabo golpes suaves contra cualquier gobierno de izquierda, por moderado que sea, recurre a fakes news cuando lo consideran necesario, presagia la apocalipsis, traslada a la calle sus mensajes totalitarios e intenta hacer a los ciudadanos partícipes de sus manipulaciones.

Como hecho grave a tener en cuenta, además de lo ya dicho, es que la derecha utiliza a sus peones estratégicamente ubicados en el sistema judicial y lanza una guerra legal contra las políticas del Gobierno, esto es común para la mayoría de los países, la judicialización de la política, y como ejemplo, una víctima clara, Lulo da Silva en Brasil.

El socialismo mundial tiene que tomar ejemplo de este histórico acuerdo en España si quiere frenar a la extrema derecha que, manipulando y comprando voluntades, avanza de una manera vertiginosa alcanzando cada vez más representación, y por tanto poder, en las instituciones.

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