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La España de Españas

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análisis

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El President de la Comunitat Valencisna en su mensaje de fin de año ha convocado a la unidad nacional con la idea de una “España de las Españas”. Desde mediados de la década de 1980, la idea de nación se reorientó en el legado reformista, republicano y democrático, evitando a toda costa cualquier aproximación a compartir un nacionalismo político. El Partido Socialista Obrero Español abandonó el derecho de autodeterminación proclamado en sus primeras declaraciones programáticas por la fórmula federal de articulación del Estado español introducida en el congreso de Suresnes (1974) y desarrollada en el primer congreso celebrado en Madrid en diciembre de 1976, y mantenida a lo largo de los años.

El socialismo español ha ido así recuperando un mensaje patriótico en positivo, aunque tardase en encontrar un lenguaje definitivo para una preocupación que nunca estuvo entre las principales inquietudes de una alternativa de progreso para España. La integración en el PSOE del socialismo catalanista y de los demás partidos socialistas territoriales contribuyó decisivamente a esta idea del patriotismo español.  Durante la elaboración del texto de la Constitución de 1978, permanecería el mensaje de que España era una “nación de naciones”. Peces-Barba llegó a sostener que “desde el punto de vista científico” los socialistas aceptaban que “existen en España, en la nación española, varias naciones”, sin contradicción alguna. Pero, poco después el ponente socialista reconocería que el término “nacionalidades”, cuyo reconocimiento y garantía de su autonomía se reconoció finalmente en el artículo 2 de la Constitución, representaba una expresión novedosa para pacificar los ánimos, “pues todos eran conscientes de que nacionalidad y nación eran lo mismo. Lo que pasa – seguía afirmando Peces-Barba– es que todos decíamos nación en sentido cultural. Por eso se insistió mucho en la soberanía nacional, término que no hubiéramos usado en otras circunstancias porque es un poco antiguo”.

Mas adelante se convino por todos que la expresión “nación de naciones” no cabía interpretarla como una equivalente o equiparación entre España y un conjunto de naciones que existirían también en el mismo territorio español. Ahora bien, en la coyuntura constituyente resulta claro de los mismos trabajos y debates preparatorios de la Constitución que en ningún momento fue la intención de los constituyentes dar al término “nacionalidad” la consideración que había sido empleada en el siglo XIX por los partidos nacionalistas. Es decir, para definir jurídicamente a aquellos pueblos que por su historia tenían una lengua propia y una identidad singular dentro de España. Mientras que la nación, que sólo es España, era además claramente identificada con el Estado, pues a diferencia de una nacionalidad, toda nación debe tener un Estado. La Constitución española proclama así en el artículo primero que «la soberanía nacional reside en el pueblo español del que emanan todos los poderes del Estado», y, subraya que el fundamento de la propia Carta Magna está en «la indisoluble unidad de la Nación española».

En estos tiempos de pandemia no existe ya una preocupación mayoritaria entre los ciudadanos por el problema territorial, que si estaba muy presente antes de la irrupción de la covid 19. Lo más importante ahora para la izquierda es preservar y aumentar el estado del bienestar. Pero ¿existe una contradicción entre la unidad de la Nación y el carácter plural de la realidad político-territorial de España? El prototipo del Estado «nacional» moderno es un producto de la historia europea, forjado por la burguesía en su proceso de consolidación de las hechuras liberales del decrépito traje del Estado absolutista. Pero, el hecho de que se haya denominado «nacional» a ese Estado no excluye que integre varias nacionalidades y que entre ellas se haya producido un desarrollo desigual económico, cultural y político.

La Constitución de 1978 ha acertado con los niveles adecuados de concreción: los de las nacionalidades y regiones diferenciadas, pero copartícipes de la indisoluble unidad de España. Algunos constitucionalistas han insistido en el hecho jurídico y político del funcionamiento de nuestro Estado de las autonomías en clave y sentido federal. La idea de federación se nos presenta, así como una fórmula que, quizá, pueda servir para aproximarnos a la solución a este viejo problema.

A partir de la soberanía nacional del pueblo español emanan los poderes centrales y autonómicos, y articula el complejo de competencias entre el Estado central y los «estados» descentralizados. Las facultades del poder autonómico se conjugarían con   la participación solidaria en el conjunto estatal por medio de una serie de técnicas jurídicas y políticas para ordenar el funcionamiento del sistema. Y, sin olvidar, en fin, el sentimiento nacional español, apelando a la tradición de un patriotismo progresista que muy bien puede quedar reflejada actualidad con esta expresión de Ximo Puig de la España de Españas.

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