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La escritura, el gran misterio con el que todo comenzó

‘La gran invención’, de Silvia Ferrara, indaga en “la invención más grande del mundo” que permitió definitivamente la evolución de la humanidad

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análisis

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La humanidad es humanidad muchísimo antes de la creación de la escritura, pero es el surgimiento de este sistema de comunicación entre humanos el que determinó la evolución hacia un estado superior que ya nunca más tuvo vuelta atrás a lo largo de la historia. El misterio es aún insondable, muchos miles de años después de aquellos inciertos y desconcertantes inicios en los que unos simples trazos comunicativos entre humanos plasmados sobre diferentes superficies iban a cambiar el destino de toda la especie y el planeta para siempre.

Como avanza la propia autora de este ensayo de divulgación al comienzo de La gran invención (Anagrama), Silvia Ferrara, experta en Filología Micénica, “los protagonistas de esta historia, de todas formas, no son únicamente las escrituras, ni quienes las descubrieron o las descifraron. Los protagonistas somos nosotros, nuestro cerebro, nuestra capacidad de comunicarnos e interactuar con la vida que nos rodea”. Ferrara añade que “la escritura es un mundo entero por descubrir, pero también es un filtro a través del cual observar nuestro mundo”.

La gran invención es un apasionante recorrido por la creación de la escritura desde la nada, surgida en distintos lugares y en distintas épocas con características únicas en cada uno de los casos. La capacidad comunicativa del ser humano llevó a la creación de estos códigos de signos que nos permitieron evolucionar hasta la actualidad, en plena era de las nuevas comunicaciones.

Ferrara: “La escritura es un mundo entero por descubrir, pero también es un filtro a través del cual observar nuestro mundo”

La experta italiana analiza en su obra la creación de varias escrituras, todas ellas nacidas de forma autónoma en varios momentos y espacios temporales, ya sea en la Mesopotamia del año 3.100 a. C., o en China, Egipto o Centroamérica, por poner varios ejemplos. No pocas de estas escrituras milenarias continúan activas, como el chino, y otras se encuentran en desuso. Las hay incluso que fueron inventadas por una única persona, como las litterae ignotae de la abadesa benedictina Hildegarda von Bingen.

En definitiva, el surgimiento de todas estas formas de comunicación  no son más que la consecuencia directa de un esfuerzo colectivo, un proceso progresivo y gradual repleto de acciones coordinadas y acumulativas que culminaron con este bello descubrimiento que es la escritura. La apasionante lectura de La gran invención nos lleva por caminos sorprendentes a través de un recorrido ágil y dinámico.

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