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La era del postperiodismo y el control de los datos

Alberto Vila
Alberto Vila
Analista político, experto en comunicación institucional y economista
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análisis

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Podríamos aceptar que la práctica de la postverdad, a través de las fakes news, con la definición de objetivos, fabricación posterior de mensajes, inclusión de estos en la agenda setting, su distribución y retroalimentación posterior, a través de medios pertenecientes a grandes grupos mediáticos, para incrementar su intensidad, es el proceso al que podríamos calificar “postperiodismo”. Nadie los discute. Son inmunes a las imágenes de los cámaras y fotógrafos free lance.

Su práctica supone la utilización de los recursos institucionales, técnicos, financieros y de Bussines Intelligence, articulados para crear ese universo de ficciones que alientan los miedos más básicos de las audiencias. En esta dimensión la finalidad noble de los profesionales del periodismo se oscurece, como consecuencia de la precariedad de su relación contractual, la intimidación desde el nivel de definición de la construcción del mensaje. Los expertos lo llaman “nivel supraliminal”. En él, un conglomerado superior de intereses financieros, políticos y empresariales, juegan entre sí para, como solían decir algunas familias propietarias de grupos mediáticos, “poner y quitar presidentes”.

El difícil ejercicio profesional honesto siempre puso en dificultad a los centros de poder. También es cierto que, cuando un sistema de calidad democrática efectiva se practicaba, las instituciones que garantizaban esa calidad se ponían en práctica para procesar a los delincuentes. Sin embargo, cuando el sistema pierde esos equilibrios y ya no hay controles efectivos que eviten las transgresiones, entonces todo se degrada. Los sistemas se corrompen y si no se actúa de manera eficiente, esa corrupción transforma una verdad en una postverdad.

Los ciudadanos de este país perciben que están a merced de los que sólo atienden a los intereses de grupo antes que a salvaguardar las libertades democráticas. El control mediático que se ejerce sobre la ciudadanía es una realidad. La acumulación de datos permite conocer y diseñar los “mundos felices” que facilitarán la manipulación de las voluntades. Ya superamos la primitiva elaboración de encuestas demoscópicas. Relacionar el Big Data con el Business Intelligence, es como la comparación entre lo desconocido y lo conocido, entre los mundos que quedan por explorar y la realidad más cercana que rodea al negocio. Porque la política, para la mayoría de las opciones políticas que tenemos, es eso: un negocio. Por ello el IBEX pone todos sus medios.

El monumental proceso de concentración empresarial en España hace que el Big Data y la Business Intelligence, permitan al grupo que las administre extraer valor de la información. Aunque lo hagan de formas distintas que se complementan. Así, la BI busca profundizar en los conjuntos de datos de los que disponen las organizaciones. La forma de obtener conocimiento a través de procesos de inteligencia empresarial es la siguiente: Primero aprovechar el software y los servicios para recoger, almacenar y analizar los datos. Luego, transformarlos en inteligencia procesable. Posteriormente, nutrir a los sistemas de la organización de este conocimiento, para una mejor toma de decisiones tácticas y estratégicas de una organización. No creo que seamos conscientes del grado de control social que ello supone.

Hablar de Big Data y Business Intelligence implica hacerlo de fuentes de información. Mientras que en lo que respecta a los grandes datos parece no haber límites, los datos proceden de sensores, de dispositivos GPS de transacciones en tiempo real, de cualquier entorno y en cualquier formato. En cambio, las herramientas de BI permiten acceder a conjuntos de datos que ya han sido clasificados, debidamente almacenados y preparados, los que harán posible hacer hallazgos analíticos cuyas conclusiones se verán reflejadas en informes, resúmenes, cuadros de mando, gráficos, tablas y mapas, proporcionando así información detallada sobre el estado del negocio a sus usuarios. Los grandes decisores. Mark Zuckerberg tuvo que reconocer el uso indebido de esos datos. Fue acusado de crear un «sistema malicioso y fraudulento» para lucrar con datos privados de los usuarios.

Las Redes Sociales son canal y fuente de toda la información de nuestra actividad vital. Allí cohabitan la verdad y la postverdad. También el periodismo y el postperiodismo. Pero, por encima de todo, las fake news. La manipulación. La Business Intelligence es una forma sistemática para las empresas de lanzar preguntas y obtener respuestas útiles de sus sistemas de información, ya que se basa en el conocimiento acumulado del mercado electoral. Desde allí se estructura la Agenda Setting de los medios de comunicación. Sumisión al relato establecido. Sin repreguntas. Sin periodismo. Las fuentes no son relevantes. Los objetivos estratégicos corporativos ya están definidos. Como que la construcción de los escenarios emocionales que los hagan posibles, serán territorio del Postperiodismo. Pensamiento único, mensaje único, fakes coordinadas. Se vio esta semana con el conflicto catalán. Los y las reporteras y presentadoras se limitaron a repetir el mensaje único.

Por ello, la realidad no importa. Los problemas reales no se relatan. Sólo cuentan los más elementales temores que anidan en el corazón de los españolitos. Romper España. Ya Venezuela, Irán, Chile, por cierto, poco importan. Tampoco la crisis reciente de Ecuador. Hay indicios de una movilización creciente en varias áreas geográficas. Las ocultan.

Cuando las audiencias despierten será tarde. Si no lo impides con tu voto, claro.

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