La repetición de tiroteos masivos en escuelas y otros lugares públicos en Estados Unidos deja en clara evidencia la epidemia de violencia armada que asola el país. El tiroteo en Nashville deja tres niños y tres adultos muertos, los menores asistían a la escuela privada religiosa Covenant.
El perpetrador del tiroteo fue Audrey Hale, una exestudiante de la escuela que llevaba consigo dos rifles de asalto y una pistola. Según la policía, Hale se identificaba como transgénero y renegaba de su experiencia en la escuela.
Previamente al ataque, Hale había escrito un manifiesto, cuyo contenido aún no se ha divulgado. Los nombres de las víctimas, tres niños y tres adultos, fueron revelados horas después del ataque.
Katherine Koonce, la directora de la escuela, fue una de las víctimas mortales. Los otros dos adultos fallecidos, Mike Hill y Cynthia Peak, tenían entre 60 y 61 años. Los niños fallecidos fueron Evelyn Dieckhaus, Hallie Scruggs y William Kinney, de solo 9 años de edad.
Las autoridades informaron que Hale accedió a la escuela a través de una entrada lateral del edificio. Los agentes llegaron rápidamente al lugar y se encontraron con disparos en el segundo piso. Tras subir, dos agentes abrieron fuego y mataron a Hale.
Toda la tragedia ocurrió en solo 14 minutos. Este tiroteo, como muchos otros en el pasado, ha dejado una comunidad en duelo y ha vuelto a poner en el centro del debate el tema de la violencia armada en Estados Unidos. La facilidad con la que se puede acceder a armas de fuego y la falta de medidas para controlar su acceso son factores que siguen contribuyendo a la repetición de estas tragedias. Es necesario que se tomen medidas para prevenir futuros ataques y proteger a la ciudadanía, especialmente a los más vulnerables, de la violencia armada.
