El trabajo decente es sinónimo de prosperidad. Parecerá una perogrullada pero es así y es importante resaltarlo porque ni siquiera en los países desarrollados se está apostando por la generación de empleos dignos, más bien todo lo contrario, tal y como estamos viendo en nuestro país con la Reforma Laboral del Partido Popular que incentiva la creación de empleo precario al poner en las manos de la patronal todas las herramientas para la destrucción de puestos de trabajo dignos y sustituirlos por precarios tanto a nivel de condiciones como a nivel salarial. Tal es el grado de precarización del mercado de trabajo español que entidades como la OCDE, nada sospechosa de ser un nido de sindicalistas, ha advertido al Gobierno español por los elevados índices de precariedad.

Uno de los sectores donde más precariedad hay a nivel mundial es en el rural. La OIT destaca un hecho: la mayoría de los pobres del mundo vive en zonas rurales, en concreto, un 80% en los países emergentes y en desarrollo, zonas donde los niveles de pobreza eran un 400% más elevados que en las zonas urbanas.

Por esta razón la Organización Mundial del Trabajo afirma en un informe que para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible es fundamental que los países den una mayor atención a la mejora de las condiciones laborales del mundo rural. Según la OIT hay muchos factores que contribuyen a que la pobreza sea mayor en estas zonas rurales: instituciones ineficaces, ausencia de un clima económico favorable para las empresas, acceso limitado a los servicios básicos (educación, sanidad o finanzas) y la inexistencia de infraestructuras eficientes.

Las economías rurales siguen dependiendo en exceso con la producción agrícola primaria. Por esta razón no entran en los planes de desarrollo de la gran mayoría de países en desarrollo. Por eso la OIT afirma que es fundamental una transformación radical de los sistemas de producción para hacerlos más eficientes y, por ende, que generen un tipo de empleo mucho más decente que el actual. Estos empleos dignos facilitarán, además, un crecimiento exponencial del crecimiento agrícola y, en consecuencia, un incremento de los ingresos de los agricultores que generarán un mayor consumo y una revitalización económica. Hay un factor que es muy importante a tener en cuenta a la hora de realizar una valoración de riesgo respecto a la modificación de los sistemas productivos de los sectores agrícolas: la demanda mundial de alimentos se incrementa de manera exponencial cada año. Por eso es fundamental, a juicio de la OIT, crear empleos decentes que atraigan a las personas para realizar las labores agrícolas o ganaderas, empleos que generen un mercado laboral con una rentabilidad en aumento, con dinamismo emprendedor y que aproveche las inversiones que los Estados han realizado en educación para recibir un retorno basado en el desarrollo sostenible y en la generación de oportunidades económicas.

La estrategia de la OIT para el desarrollo rural se basa en los siguientes puntos estratégicos:

Fuente: Organización Internacional del Trabajo

Explotar el potencial de la economía rural es fundamental para que los Objetivos de Desarrollo Sostenible no dejen a nadie en la cuneta.

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