El deporte es un ámbito donde la mujer apenas ha tenido cabida a lo largo de su historia. Los estereotipos adjudicados a la mujer de dulzura, docilidad, fragilidad, y a los hombres como seres fuertes, bruscos, dinámicos… siguen de alguna manera estando vigentes y en la base de que, durante muchos años, la actividad deportiva de la mujer haya estado limitada, y aún minusvalorada.

A lo largo de nuestra historia, la mujer en el deporte apenas ha tenido su lugar. Las cualidades físicas de fuerza, velocidad, potencia… no eran las más apropiadas para el género femenino. En cambio, a la mujer siempre nos han sido adjudicados estereotipos marcados por la fragilidad, belleza, debilidad… y en cierta manera aún siguen vigentes en nuestra sociedad, a pesar del despegue definitivo del deporte femenino en España en las últimas olimpiadas del 2016 en Rio de Janeiro.

En muchos deportes las licencias femeninas son, en números, menores que las de los deportistas masculinos. Es el caso del ciclismo o del fútbol, deportes que están muy ligados a la masculinización y parece que las mujeres no tienen o no encuentran su lugar en ellos. En otros, como la natación, voleibol o baloncesto, se acercan o incluso superan en porcentajes a las licencias de los hombres.

“Que la mujer no tiene interés en el deporte” es una frase que todavía se sigue escuchando por parte de muchos federativos en España. Suelen ser de federaciones con políticas arcaicas y amarradas al pasado y, para ellos, el deporte femenino no da espectáculo porque las marcas son inferiores a las del hombre.

La mayoría de los puestos de responsabilidad en las federaciones están ocupados por el género masculino y hacen falta medidas para la incorporación de la mujer, no sólo de una manera participativa, sino también en la toma de decisiones.

La ley de igualdad debería velar por la discriminación de la mujer en el deporte, a todos los niveles, pero especialmente en los cargos de responsabilidad, gestión y dirección.

En la Conferencia Europea del Deporte, celebrada en 1991 en Oslo, se creó un grupo de trabajo sobre Mujer y Deporte que se tradujo en la “Declaración de Brighton sobre Mujer y Deporte” en 1994. Su objetivo principal era fomentar y desarrollar una cultura deportiva para que la mujer pudiera incorporarse en igualdad en todas las orientaciones del deporte.

Se ha producido un gran aumento en la participación de la mujer en el deporte, tanto a nivel competitivo como recreacional, pero la discriminación y desigualdad están presentes en muchas parcelas, como los entrenadores, directivos, árbitros y, como ya he señalado, en los puestos de toma de decisiones que, desde mi punto de vista, es el origen o la raíz del problema.

La discriminación llega hasta la Casa Real. Su Majestad la Reina nunca ha hecho acto de presencia en la entrega de la Copa que lleva su nombre en deportes como el baloncesto, fútbol, balonmano o voleibol. Sin embargo, es muy habitual ver a Su Majestad el Rey entregar el trofeo en el fútbol masculino.

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