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La dieta: el secreto de los poderosos gladiadores romanos

Los luchadores de los coliseos romanos seguían una rutina alimenticia que los convertía en auténticos guerreros

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análisis

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Cuando una persona hace una dieta, siempre lo hace pensando en mantener su línea o perder peso a través de la alimentación. Por supuesto, todos los profesionales relacionados con el campo de la nutrición y la dietética, insisten en que no se trata solo de lo que comes y cómo lo comes, sino también de realizar una buena comunión entre la correcta ingesta de alimentos y la realización de ejercicio físico.

No obstante, esta relación es algo que, en ocasiones va de la mano de una forma ligeramente distinta. Son muchos los deportistas que siguen una dieta específica para conseguir un mejor rendimiento en su actividad física o porque persiguen alcanzar un estado de forma imposible de conseguir siguiendo una alimentación normal.

El potencial de los nutrientes y el conjunto de vitaminas y minerales de los alimentos es inmenso, llegando al punto de alterar el metabolismo y el desarrollo muscular en el ser humano, apunta Alex Esner, uno de los propietarios de la web guiadesuplementos.es. Y no es una afirmación nueva, ni mucho menos, pero sí una que conviene recordar de vez en cuando para aquellos que no saben encontrar el equilibrio entre la buena alimentación y las adecuadas sesiones de ejercicio.

Pero esta noticia no es nada nueva, de hecho, ya en la Antigua Roma se conocía y se aprovechaba al máximo. El mayor espectáculo del pueblo romano, los combates entre gladiadores, podía gozar de semejante espectacularidad gracias a la alimentación de los guerreros que se dejaban la vida sobre la arena del circo y los coliseos. La dieta era el gran secreto del gladiador.

 

Gladiadores vegetarianos

Los médicos de la antigua Roma eran los responsables de asegurar que la comida de cada guerrero era la adecuada para garantizar un mejor desarrollo muscular y la suficiente potencia y resistencia para dar el mejor espectáculo posible en el combate. Estos especialistas eran los encargados de hacer un riguroso seguimiento a cada luchador para garantizar que seguía la alimentación adecuada.

Así, cuando se pasaba a formar parte de la escuela de entrenamiento para gladiadores, “ludus”, cada luchador debía cambiar sus hábitos de comida por completo. Se le obligaba a seguir una rigurosa dieta establecida por los expertos de salud de la época, que se apoyaban en tres ingredientes esenciales para su elaboración: la cebada, el trigo y las habas.

Al contrario de lo que siempre se ha afirmado en la ficción, y se ha desarrollado por las creencias populares, la carne roja no era el alimento estrella de estos feroces combatientes. De hecho, se puede decir sin miedo alguno que adoptaban el vegetarianismo como principal filosofía a la hora de alimentarse. Aunque estos tres ingredientes esenciales siempre podían complementarse con mariscos o pescado, nunca con carne.

El hecho de apoyarse en este tipo de alimentos se debe, principalmente, a sus aportes para el organismo. No podemos olvidar que, sumando armas y armaduras, los gladiadores podían llevar un peso de más de 20 kilogramos encima durante incontables horas, añadiendo además la tensión y el enorme esfuerzo de unos combates que eran, en su mayoría, a vida o muerte.

La cebada es una gran fuente de hidratos de carbono, mientras que las habas se encargan de ofrecer grandes cantidades de proteínas. La combinación de ambas resulta ideal para la actividad principal de estos guerreros, pero pone de manifiesto una escasa aportación en cuanto a grasas, minerales y ciertas vitaminas totalmente ausentes en estos alimentos.

Debido a esto, la ausencia vitamina B12 podía pasar una factura realmente grave a este selecto grupo de personas, de ahí que la posibilidad de ingerir carne o pescado estuviera siempre presente. No eran alimentos excluidos, pero sí minoritarios si se comparan con el consumo que se hacía de los otros tres.

No obstante, el conocimiento era lo suficientemente amplio en la antigua Roma como para saber que hacía falta algo más, de hecho no toda la dieta gladiadora se basaba en estos tres pilares. Tanto los médicos como los vendedores y compradores de luchadores se encargaron de complementar esta rutina alimentaria con una bebida especial pensada para cubrir las carencias nutricionales que pudiera haber ciñéndose a este trío de alimentos.

Para suplir la falta de calcio, y de otros nutrientes, elaboraban un brebaje especial con una mezcla de vinagre y cenizas de plantas, y en algunas ocasiones se dice que incluso restos de huesos. Así, se conseguía complementar la dieta para hacerla más completa y redonda todavía para conseguir que los gladiadores pudieran tener semejante envergadura y fortaleza.

Vegetarianos, aunque de manera flexible, y con una especie de bebida isotónica que se encargaba de completar su alimentación. No cabe duda de que los gladiadores eran guerreros aguerridos y peligrosos, como también fuertes. Quién iba a decir que el secreto tras su entrenamiento y rendimiento era seguir una dieta tan sencilla.

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